¿Y ahora qué? Cómo se gestiona el dolor ante una tragedia colectiva
La información sobre qué ha pasado y qué se hace para la recuperación es una vacuna contra el miedo, también para los niños
BarcelonaAún con un balance provisional de más de 200 muertes y un número indeterminado de desaparecidos por las inundaciones más graves de este siglo en Valencia, Castilla-La Mancha y Andalucía, los supervivientes deben seguir adelante. No es fácil quitarse y preguntarse: "¿Y ahora qué? ¿Cómo hacemos frente a las muertes de familiares y amigos oa las pérdidas materiales del esfuerzo de años". El alcance de la devastación, multiplicada por las imágenes y vídeos distribuidos por todos los canales, ha hecho que el impacto vaya más allá de las comarcas afectadas y claramente es una tragedia comunitaria que, como tal, también necesitará un cuidado global. Es lo que opina Ingeborg Porcar, responsable de la unidad de trauma, crisis y conflicto de Barcelona de la UAB (UTCCB), especialista en gestión de crisis, quien asegura que sería un error pensar que el impacto psicológico se reduce sólo a los supervivientes y los que han sufrido pérdidas.
Lógicamente, las pérdidas de vidas humanas son las más difíciles de digerir, pero Porcar sostiene que el impacto psicológico se extiende también a la población general, que siente el peso de "la fragilidad de la vida", el hecho de que en pocos segundos la vida de cada uno dé un vuelco tan trágico y que hay que empezar de cero. "Se desencadena una situación de estrés agudo, por pensar que yo podría ser uno de ellos y porque mucha gente perdió el control sobre su vida", asegura.
¿Cómo gestionar este dolor individual y colectivo para evitar que se cronifique? Porcar apunta primero lo que no debe hacerse: desplegar actitudes sobreprotectoras, o engañarse y no hacer frente a la desgracia. Por el contrario, el protocolo de la gestión del trauma establece que es importantísimo dar "información psicoeducativa de calidad" porque, precisamente, saber por qué ha pasado y qué se hace para resolver la situación sitúan a los afectados (y la población de alrededor) en el camino de la recuperación. Como en el caso de una enfermedad física, lo mejor es "afrontarlo y entender el impacto para recuperarse" y poder salir adelante, en palabras de Porcar.
Precisamente, por la información que ha trascendido en los últimos días y los reproches en cuanto a cómo se ha actuado antes y después del temporal, la responsable del UTCCB también explica que nos podemos encontrar que muchas personas sientan "impotencia" al ver que "las estructuras que debían darme seguridad no me la dan". Aquí Porcar asegura que es necesario que públicamente se transmita confianza y no se haga crecer la sensación de angustia e incertidumbre: "No podemos poner en duda cualquier cosa, debe haber certezas en este mundo".
Aún con respecto a la impotencia ante estos hechos, la psicóloga apunta que "hay que vigilar a no decir que no, a las ganas de ayudar ya la empatía de la población", también en referencia a los voluntarios . Sin embargo, advierte que por eso no hay que caer al hacer que personas sin formación realicen tareas que corresponde realizar a profesionales. "Hay trabajo para todos, pero debemos saber qué hacemos y hacerlo de forma aseada, guiados por un experto", insiste.
Evitar la sobreexposición de imágenes
Por eso, afirma, que es indispensable que las autoridades se centren en mantener a la ciudadanía informada de qué pasos se están siguiendo para arreglar las carreteras, un calendario de previsiones lo más ajustado a la realidad para que con estos detalles las personas puedan gestionar mejor la situación. Incluso cuando no es fácil aportar datos de víctimas o desaparecidos, la administración sí puede explicar qué está haciendo para la investigación de estas personas, detallando los efectivos destinados. La información es una potente vacuna contra el miedo, porque como "antes se dé cuenta la persona de la situación, antes se recuperará". Sin embargo, también "es el mejor ansiolítico" si no se dosifica la exposición a las imágenes dantescas.
¿Qué hacemos con las criaturas? Dice la experta que dejarlas al margen "no es una elección" porque la emisión constante de las imágenes y los vídeos y que la tragedia sea la conversación permanente estos días les hace creer que "esto está ocurriendo cada cinco minutos o que los siguientes pueden ser ellos.
En estos primeros días de choque emocional, señala la experta que hay que concentrarse en "aliviar el dolor y despedir a los muertos" y ya habrá tiempo de pedir explicaciones de los errores y denunciar si se cree que ha habido negligencias .
Las fases de la gestión
En una situación de emergencia, las 72 horas después del primer impacto, de cuando existe la certificación de un familiar fallecido, son de primeros auxilios psicológicos que intentan parar el golpe. A partir de ahí, las cuatro o seis semanas siguientes los esfuerzos deben centrarse en dar pautas y herramientas a los afectados sobre cómo hacer frente a la nueva vida que les queda. "Tal y como existe un tiempo de respuesta al estrés agudo, también hay una respuesta adaptativa, de reconstrucción, para evitar que las secuelas emocionales sean más profundas" y se patologicen, detalla la experta del UTCCB.
La experiencia en la gestión de emergencias señala que el 60% de la población se recuperará de forma espontánea y saldrá adelante, relata Porcar. Por el contrario, el 40% restante necesitará una intervención psicológica, aunque se estima que un 10% arrastra ya problemas previos crónicos que sólo pueden empeorar. En ese 30% restante es donde hay que situar el foco porque en muchos casos no piden ayuda profesional ya medida que pasan los meses la angustia, el miedo o la ansiedad se agrava y es más complicado tratar. Porcar indica que es importante no dejarlos solos, destacando la necesidad de destinar profesionales y de diseñar buenas estrategias en el ámbito comunitario. "Es como cuando hay un esguince en el que debe reforzarse la musculatura", ilustra, y también señala la importancia de extraer una lección de tanta destrucción, como por ejemplo ocurrió tras la tragedia del camping de Biesca en la que se prohibió la construcción en el cauce de ríos.
También de la experiencia de anteriores tragedias, como la del accidente de tráfico de un autocar escolar en Soria en el año 2000, en el que murieron 24 catalanes, se ha aprendido a la hora de gestionar el duelo colectivo y han desaparecido las ceremonias con los ataúdes juntos. Porcar es partidaria de que en casos con tantas víctimas se deje decidir a cada comunidad cómo quiere despedir a los vecinos muertos y cómo quieren recordar una tragedia tan íntima. En ese sentido, asegura que los rituales comunitarios tienen una fuerza sanadora.