"Barcelona nunca ha mirado hacia los barrios de montaña"
Los vecinos lamentan la falta de inversiones en esta zona que ha vuelto al foco mediático por la película 'El 47'
BarcelonaSólo hace falta poner un pie en Torre Baró para constatar que ya no es el barrio que era cuando Manuel Vital secuestró un autobús de la línea 47. Se puede llegar en metro –al menos en la parte baja– en poco más de media hora desde el centro de la ciudad. Y por el asfalto de la calle Sant Feliu de Codines –el mismo en el que vivía el activista vecinal– pasan en pocos minutos un bus de barrio y un camión de la limpieza. Pero tampoco hay que pasear mucho rato para comprobar que todavía hay dificultades. Y un sentimiento que no cambia y que es compartido por la inmensa mayoría de los barrios de montaña de Barcelona: el de sentirse abandonados desde hace años por el Ayuntamiento.
“Tenemos autobús, sí, pero sólo de día. Por las noches no llega ninguna. Si tenemos que ir a una farmacia de guardia o al CAP debemos ir en coche”, lamenta el expresidente de la Asociación de Vecinos de Torre Baró José Antonio Martínez. No se detiene aquí. “Hay calles en mal estado y con riesgo de hundimiento; cada dos por tres hay escapes de agua que se arreglan con parches; cuando llueve hay desprendimientos de tierras, y no tenemos ninguna escalera mecánica para hacer frente a los desniveles”, enumera. La conversación con el ARA se entrecorta porque otro de los problemas que arrastra el barrio es la falta de cobertura. Martínez explica que a veces las ambulancias se quedan sin cobertura en el GPS y se pierden por las calles de Torre Baró. "Hay vecinas que han tenido que esperar dos horas porque la ambulancia no llegaba", asegura.
La película de Marcel Barrera ha puesto ahora el foco sobre Torre Baró, pero reivindicaciones similares se repiten en otros barrios de montaña de la ciudad. En Sant Genís dels Agudells, por ejemplo, también hace tiempo que reclaman la instalación de escaleras mecánicas o ascensores para facilitar la vida a los vecinos que deben hacer frente cada día a las empinadas calles del barrio. La orografía de la zona es especialmente difícil para la gente mayor. El vicepresidente de la Asociación de Vecinos, Miquel Giner, apunta que para quienes viven en las calles más altas es difícil llegar al CAP de Sant Rafael. Pide, también, que uno o dos días por semana el asistente social se acerque a la parte alta del barrio y no sea necesario bajar hasta Vall d'Hebron. “Si no, mucha gente mayor no va”, lamenta.
La convivencia con la sierra de Collserola es otro de los factores que suscita algunos quebraderos de cabeza en los barrios de montaña de la ciudad. Giner critica que el Ayuntamiento no construya más taludes para evitar los constantes desprendimientos de tierra que a menudo impiden el paso al bus de barrio.
La misma queja expone Joan Baucells, de la Asociación de Vecinos de Vallvidrera, que alerta también de la falta de trabajos para prevenir los incendios forestales en la zona. "Hay un déficit de inversión inmenso", lamenta. "En el 92, Barcelona se abrió al mar, pero nunca ha mirado hacia los barrios de montaña", añade. Como Torre Baró, Vallvidrera tampoco dispone de bus nocturno y ahora está en plena negociación para que no le cambien el bus de barrio por una línea a demanda.
Una oficina pendiente
En 2022 la comisión de Urbanismo del Ayuntamiento de Barcelona aprobó a propuesta de ERC la creación de una Oficina específica para los barrios de montaña de la ciudad. Más de dos años después, todavía no se ha creado. El acuerdo por los presupuestos de este año entre ERC y el PSC, sin embargo, ha supuesto la creación de un plan de barrios específico para los barrios de montaña que ahora debe concretarse. Aunque El 47 haya vuelto a poner Torre Baró y los barrios de montaña en el mapa, Martínez es pesimista: “Dará visibilidad, pero de momento ningún político ha venido a pasear por el barrio”.