El bitcoin, el metálico de los nuevos criminales

Las criptomonedas simplifican el negocio de los ciberdelincuentes, que cada vez es más lucrativo

Paula Clemente
y Paula Clemente

BarcelonaCuando en enero de 2009 el personaje conocido como Satoshi Nakamoto puso a funcionar el bitcoin, era difícil prever que doce años después se seguiría hablando tanto de esta moneda. Por un lado, está su ascenso, aparentemente imparable: esta criptomoneda batía miércoles su propio récord y llegaba a un precio de 64.405 dólares (más de 55.000 euros) por unidad. Por el otro, no consigue desatarse de otro fenómeno en ascenso: el cibercrimen. Porque el bitcoin, y las criptomonedas en general –un flujo monetario ideado para existir al margen de los controles de los bancos–, se han convertido en una pieza imprescindible en el azulejo de juego de la delincuencia informática.

La relación es cada vez más evidente. El último informe de la Agencia de Ciberseguridad de Catalunya asegura que con el aumento del precio del bitcoin se ha disparado la difusión de sistemas para conseguir criptomonedas de forma furtiva. El Financial Times coincide y vincula este repunte en el valor del bitcoin con el incremento de ataques ransomware. Según el diario británico, este tipo de software maligno que bloquea sistemas informáticos y los libera solo a cambio de criptomonedas es, a medida que sube el precio del bitcoin, un negocio “cada vez más lucrativo”.

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Los datos del grupo de consultoría de seguridad norteamericano Unit 42 indican que, en la primera mitad de este año, la media de víctimas que optó por pagar a los cibercriminales creció un 82%. El departamento del Tesoro de los EE.UU. calcula que durante este periodo se han pagado rescates por valor de 590 millones de dólares (507 millones de euros, aproximadamente) y que suman 5.200 millones de dólares (4.400 millones de euros) desde enero de 2011.

“Los criminales vieron enseguida que el bitcoin es el nuevo metálico”, explica la directora del posgrado en blockchain y otras tecnologías DLT de la UPF-BSM, Luz Parrondo. “Cualquier clase de criptomonedas que se tienen en un wallet (monedero virtual) es como si estuvieran en un maletín en metálico, con la ventaja que se pueden enviar a Shanghai en siete segundos”, indica. Es precisamente por eso que los hackers han encontrado un aliado en las criptomonedas : “Ya no se exponen al riesgo de ser encontrados en un intercambio con dinero en efectivo”.

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“El blockchain [la tecnología mediante la que existen las criptomonedas] garantiza que se ha hecho la transacción, pero no permite seguir el rastro de qué se ha hecho”, apunta el profesor de la UPC experto en ciberseguridad René Serral. “Tecnológicamente está demostrado que no puedes saber quién son tus interlocutores, es anónimo, y por el hecho de ser anónimo es magnífico [para los criminales]”, añade.

A pesar de todo, ninguno de estos dos expertos cuestiona el invento, y ven en él mucho potencial. Coincide el director del máster en comercio y finanzas internacionales de la UB, Emili Vizuete. “El Banco Central Europeo emite los euros y es el garante de que este cromo que tienes en la cartera vale 20 o 50 euros, ¿pero qué activo hay detrás? Desde que los bancos centrales se han vuelto locos imprimiendo dinero, los activos no se soportan en nada, solo en una deuda gigantesca que es impagable”, afirma. Con las criptomonedas, dice, es la misma red la que determina el valor de aquel activo y es el mercado quien lo sustenta.

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El exdecano del Colegio de Economistas Anton Gasol añade todavía otro apunte: “Esta moneda tiene una característica que no tiene ninguna otra: un límite, solo se pueden emitir 21 millones de unidades”. Según Gasol, el problema del cibercrimen está más en la mala protección que no en la moneda que se elija para pedir rescates. “Evidentemente, siempre hay gente que se aprovecha de las rendijas, pero si miras el volumen de casos que hay y lo comparas con secuestros, rescates, estafas y con dinero en negro, el ransomware es un cero a la izquierda”, sentencia.

“En el mundo digital hay el mismo que en el real: toda la vida se han cometido delitos y fraudes con dinero en metálico y no por eso hemos criminalizado el euro”, defiende también Parrondo. El problema, matiza, es que si bien en el mundo físico se han ido aprobando normativas que limitan el dinero que se puede pagar en efectivo, no existe ninguna ley que establezca lo que se puede pagar o no en bitcoins. Y aquí está el último debate alrededor de las criptomonedas: ¿hay que regularlas?

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El futuro incierto de los criptoactivos

Los cuatro expertos consultados opinan precisamente que si los gobiernos dan la espalda a las criptomonedas es porque no saben cómo intervenir. El ejemplo más reciente es el de China, que en septiembre declaró como ilegal cualquier transacción con criptomonedas. Aun así, empieza a haber ciertas tentativas. Sin ir más lejos, la Unión Europea está preparando una regulación para evitar el fraude con determinados tipo de criptoactivos.

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“Se quiere encontrar alguna forma para que [las criptomonedas] vayan por los canales que han funcionado hasta ahora, pero esto va en contra de su esencia”, resume Serral. “La fuerza del bitcoin es la descentralización: si queremos que alguien nos proteja, la esencia de la anarquía se pierde”, reconoce también Parrondo. Con todo, ella tiene claro que a cambio el criptouniverso ganaría adeptos: “Mucha gente no usará el servicio si no percibe seguridad”. “Si se regulara –contradice Vizuete– se inventaría otra cosa que estuviera fuera del sistema”. Gasol, en cambio, está convencido de que triunfará la solución intermedia: la convivencia de los criptoactivos anárquicos con otros con plena seguridad jurídica.

Mientras tanto, Serral lanza un aviso más urgente: el problema más inmediato del bitcoin no es tanto el mal uso que hagan los criminales de la moneda, como su volatilidad, que según este profesor puede arruinar a mucha gente.