Educación

Sin educadores sociales en el único municipio donde todas las escuelas e institutos son de máxima complejidad

Educació ha redefinido los criterios de asignación de profesionales socioeducativos y ha dejado centros de Salt y Figueres sin referentes

SaltoEste curso, el departamento de Educación dejará de contar con 85 educadores sociales que hasta ahora trabajaban en escuelas e institutos de máxima complejidad de todo el país. La medida afecta drásticamente a municipios como Salt, uno de los más pobres de Catalunya, donde en los últimos años trabajaban 11 educadores sociales que han abandonado su puesto de trabajo desde este septiembre. También ocurre en Figueres, donde dos profesionales de este ámbito no han renovado su contrato en centros de barrios altamente segregados. La decisión de la Generalitat ha encendido los ánimos de la comunidad socioeducativa que, apoyada por familias y entidades, clama que la figura de los educadores sociales es "fundamental" para atender las necesidades de los alumnos más vulnerables. El martes estarán en el Parlament de Catalunya para hacer oír su voz.

Salt, de hecho, es la única población de Cataluña de más de 20.000 habitantes donde absolutamente todos los centros educativos son considerados de máxima complejidad. Muchos alumnos están bajo el radar de los Servicios Sociales y prácticamente cada semana se producen desahucios de familias con menores en el cargo, que ven alterada su vida en el aula. Lo mismo sucede en el resto de centros donde trabajaban los 85 educadores sociales del pasado curso que, además, también debían lidiar con casos de discapacidad, alumnos recién llegados durante el curso, absentismo, acosos en el aula o mala conducta.

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"Acompañar a personas en una situación vulnerable es muy duro y sentimos que nadie nos cuida. Nos han roto el vínculo que teníamos con estas personas. Para poder ayudar a un niño que presenta malestar emocional necesitas trabajar con la familia para entender qué puede estar pasando. Esto no se consigue de un día para otro, ahora se ' de las escuelas saltenques, que habla en representación de todos los trabajadores del sector de las comarcas gerundenses.

"El cambio nos ha desquiciado, las educadoras eran personas que, después de cinco años, estaban muy integradas en la escuela. Eran figuras muy referenciadas para el alumnado y las familias. Llevamos una semana de curso y ya las echamos de menos, las familias vienen y nos piden por ellas", explica Natàlia Nadal, directora de . municipio.

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Los centros con un TIS estructural no tendrán educador social

El departamento de Educación argumenta que este cambio de plantillas se debe a la finalización de un proyecto "temporal" de 3 años financiado por fondos Next Generation y pensado para atender a las necesidades especiales de los alumnos durante la pandemia. Terminado este proyecto, la Generalitat ha desarrollado una prueba piloto con nuevos criterios, funciones y asignaciones, financiada con fondos propios. Sin embargo, según el ejecutivo, no se han podido incrementar por la situación actual de presupuestos prorrogados.

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La nueva planificación certifica que todos los centros que tienen un técnico de integración social (TIS) estructural, como es el caso de los centros afectados de Figueres y Salt, no les corresponde ningún educador social. Paralelamente, Educació dice que destinará 60 educadores sociales a centros de secundaria de alta (y no máxima) complejidad que no tengan un TIS fijo en plantilla.

Las explicaciones, sin embargo, no convencen a los profesionales socioeducativos, que insisten en que, las de integrador y las de educador, son dos figuras complementarias y que en un contexto de alta complejidad hay que ampliar recursos en vez de reducirlos. "Los integradores atienden los problemas de la escuela o el instituto desde dentro y, los educadores, lo hacemos de dentro hacia fuera: nos coordinamos y hacemos seguimiento con diferentes servicios y agentes externos del municipio, como servicios sociales, salud, EAIA, derivaciones, ocio, casales de verano o deporte", defiende María José, educadora social en Salt y también. "No debe ser una figura temporal, sino estructural", concluye.

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Las escuelas e institutos saltenses también ponen sobre la mesa que, tras la cóvida, la situación en las aulas no ha mejorado, al contrario. "Antes de la pandemia ya veníamos de un momento de fragilidad social y ahora vemos cómo cada vez estamos en contextos más afectados", explica Natàlia Nadal. Los maestros tampoco están de acuerdo en que la cuestión se solucione con una contrapartida de media dotación más de docentes, tal y como proponen los servicios territoriales de Educación, ya que alegan que las tareas de los educadores no corresponden al profesorado.

El apoyo de las familias

Ante esta situación, las familias de los centros afectados también levantan la voz. El lunes por la tarde, estuvieron presentes en la concentración de Salt contra la medida del departamento, que congregó a unas 250 personas, y trasladaron su apoyo a cada uno de los educadores que les han ayudado estos últimos años.

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Además, el conjunto de las asociaciones de familias de alumnos (AFA) han emitido un comunicado que defiende la continuidad de esta figura en el municipio. "Durante el tiempo que han estado presentes, hemos podido comprobar de primera mano el impacto positivo y la necesidad real de este rol para el bienestar de toda la comunidad educativa. Las educadoras sociales no son sólo un apoyo adicional; son un pilar fundamental especializado que complementa la labor docente y fortalece el proyecto educativo de nuestras escuelas", argumenta el texto.

Igualmente, el Síndic de Greuges ha manifestado su preocupación por la pérdida de técnicos de integración social (TIS) y de educadores sociales de cara al curso 2025-2026 y ha instado al departamento a aumentar los recursos humanos ya revisar la clasificación de los centros según su complejidad real.

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