"Con 100.000 euros sólo puedo comprarme un parking"
Vecinos del bloque Venus de la Mina se quejan de que las expropiaciones propuestas por el Consorci son insuficientes
Sant Adrià de BesòsA los vecinos del blog Venus del barrio de la Mina les irrita saber que sehan mejorado las condiciones económicas para expropiar sus viviendas. Hace 20 años que el edificio tiene una sentencia de derribo que por ahora no se sabe cuándo se ejecutará ni tampoco saben dónde irán a parar las 243 familias que resisten a la dejadez, la suciedad, las grietas de la fachada, los cortes de suministro y el tráfico de drogas en algunos de los pisos. "Son demasiados años de malvivir porque cuando la administración abandona un lugar todo se hace más difícil", explica Paqui Jiménez, una pequeña mujer que pone voz a las demandas y quejas de los vecinos y una de las que han liderado las movilizaciones populares y la lucha judicial por un mejor acuerdo. Ahora dice que "no puede haber satisfacción total" y avanza que una veintena de residentes mantendrán el contencioso administrativo para que se les reconozca en los años de abandono.
El Consorcio del Barrio de la Mina (formado por la Generalitat y los ayuntamientos de Sant Adrià de Besòs y Barcelona) ha puesto sobre la mesa una nueva propuesta que equipara el valor de los pisos del edificio con los precios del área. Así, para quienes tengan una vivienda de tres habitaciones se les valora por 98.851 euros y los de cuatro, por 121.514 euros, cifras sensiblemente más altas que las que presentaron en el 2009, pero del todo insuficientes. Las previsiones de la administración son que "si todo va bien", dentro de cuatro años Venus esté en el suelo. Descreídos y desengañados, los vecinos están inmunizados de promesas rotas y rechazan hacer planes de lo que sucederá a partir del 2026 porque son muchos los que temen que pasado el plazo todavía estarán malviviendo. Como Dolores Heredia, que está "harta" de oír la "misma cantinela" desde hace años y más que llenarla de esperanza, dice que esta temporalidad le ha frenado a la hora de hacer reformas. Sin embargo, si la dejaran escoger lo tiene claro: "Que lo limpien todo y me dejen en mi piso, que estoy muy bien".
Después de Semana Santa, el Consorcio citará a los vecinos para conocer si aceptan la oferta y en qué términos lo hacen. Se les ofrece poder cobrar el dinero en efectivo y buscarse un nuevo lugar donde vivir por su parte, o que se les reubique dentro de la Mina o fuera del barrio, sea en viviendas usadas o de nueva construcción. La oferta económica del Consorci no convence. Jiménez reprocha que los valores de los pisos se han calculado sobre las viviendas más deterioradas del barrio, ignorando que el mercado de segunda mano de Sant Adrià oscila entre los 180.000 y 220.000 euros.
Pilar Arranz sale del blog con la ayuda de un andador y una joven cuidadora. Lleva 50 años viviendo en el noveno piso de una de las seis escaleras de Venus y allí ha sacado adelante una familia con tres hijos que "cuando pudieron y con muchos esfuerzos dejaron el barrio". Auxiliar de enfermería jubilada, explica que en todos los años de vecindad ha ayudado a nacer a muchas criaturas del barrio que llegaron al mundo sin dar tiempo a sus madres de ir al hospital. Ahora cuenta los días que le faltan para hacer las maletas y marcharse, aunque dice que no ha decidido qué elegirá. En su piso está bien, pero ya no reconoce a Mina como "la familia" que eran cuando estrenaron el barrio y "todo el mundo se ayudaba" con lo que tenía.
Un descreído Andrés Amaya sale de otra de las escaleras para ir a comprar pan para el almuerzo y rumia que el Consorcio cobra a los vecinos una tasa de limpieza de 10 euros mensuales, pero las porterías siguen destrozadas, la suciedad es más que evidente y las ratas se pasean por dónde quieren. "¿Qué hacen con estas cuotas? Limpiarlo, no". Del dinero que puede recibir tampoco hace demasiado caso porque sabe que darán para poco tal y como están los precios de las viviendas. "¿Cuánto dices que son, 100.000 euros?", le pregunta una vecina que no se había enterado de la última oferta. Marco Esteban, nacido hace 50 años en el piso familiar de Venus donde vive solo, pica una nevera vieja para desmontarla y venderla en la chatarra. Le tocan 120.000 euros. Desilusionado, cuestiona la oferta del Consorcio y dice que elija lo que elija sabe que saldrá perdiendo porque tendrá que "cambiar un palacio por una caja de cerillas o, peor, "ir a vivir a un pueblo abandonado" y, a Además, tendrá que buscarse una alternativa para el taller de reciclaje: "Con lo que nos dan sólo me puedo comprar un parking", lamenta.
se añade el contencioso administrativo que han planteado una treintena de familias residentes de Venus, se trata de una demanda por reclamación de daños por "la parálisis" de la administración que hizo que muchas familias se quedaran en el edificio esperando un acuerdo que ha tardado 13 años en llegar, pero el miedo de muchos es que no puedan salir del laberinto: "Ya te lo digo yo que todavía estaremos unos años más", dice riendo Heredia.