Emergencia social

Esperando el desalojo de un antiguo cuartel de la Guardia Civil en Sabadell

Una cuarentena de personas, entre ellas menores, viven en un recinto vacío hace 25 años y el Ayuntamiento ya les ha notificado que las desahuciará el viernes

SabadellA simple vista las paredes parecen robustas y la fachada en perfecto estado. En el interior, es cierto que algunas ventanas carecen de cristales, las tuberías de cobre y los cables han sido arrancados de pura cepa, y la pintura de algunas paredes está desconchada. Pero los pisos están francamente bien: son grandes, luminosos y sobre todo sorprende que hayan permanecido cerrados más de 25 años a pesar de la grave crisis de vivienda que existe. Más aún teniendo en cuenta que todos son pisos públicos. Formaban parte del antiguo cuartel de la Guardia Civil en Sabadell y quedaron abandonados con el despliegue de los Mossos d'Esquadra, a finales de los años noventa. Desde entonces han estado vacíos por un litigio entre el ministerio del Interior y el Ayuntamiento de Sabadell.

Hace pocas semanas una cuarentena de personas, entre ellas algunas familias con hijos menores, los ocuparon porque no tienen ningún lugar donde vivir. El consistorio ya les ha notificado que deberán desalojarles este mismo viernes porque, según fuentes municipales, "hay riesgo para su seguridad", según un informe técnico sobre el estado del recinto realizado por el propio Ayuntamiento. Un recinto que si se ha degradado a lo largo del tiempo por falta de mantenimiento ha sido nada menos que por el rifirrafe entre administraciones. Un rifirrafe que aún dura.

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El antiguo cuartel lo forman lo que eran las dependencias policiales y cuatro edificios de viviendas con una treintena de pisos, donde antes vivían los agentes con sus familias. Las personas que han ocupado ahora estas viviendas aseguran que lo que realmente está degradado es el cuartel propiamente dicho, pero no los pisos, y lamentan que nadie del Ayuntamiento se haya molestado en comprobar ni el estado de las viviendas después de que ellas las hayan arreglado, ni las historias de las que viven ahora.

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Como la de Elvis Teboh, de 41 años y originario de Camerún. Vive en España desde 2005, se casó con una valenciana y tiene dos hijas de 18 y 13 años de nacionalidad española. Pero en el 2016 se divorció y se quedó entonces sin papeles, puesto que su permiso de residencia estaba vinculado a su estado civil. El estrés que esto le causó le provocó una parálisis. "Tengo reconocida una discapacidad permanente del 66%, pero eso de lo que me sirve", dice sin poder evitar las lágrimas mientras muestra el carné de la Generalitat que lo acredita. También tiene VIH y se encuentra en tratamiento. Hasta ahora dormía en un parque.

Elvis ocupó uno de los pisos de los antiguos cuarteles hace tres semanas y puede decirse que lo ha transformado completamente en este poco tiempo. Las viviendas que siguen vacías están llenas de escombros y una gruesa capa de polvo cubre suelo, ventanas y puertas. En el piso en el que él se ha instalado, en cambio, ahora todo está limpio como una patena. Eso sí, asegura que ha tenido que trabajar duro durante días. Ha amueblado el salón con tres sillas y una especie de mesita, y ha colocado un colchón en una habitación y dos fogones de gas en la cocina. El lavabo también está impecable: hay ducha, inodoro y lavamanos, pero falta el agua. Tampoco existe electricidad. "Esto no es vida, pero aquí por lo menos podemos sobrevivir", dice. "Y es más seguro que la calle", añade.

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Desiré Silva y Natalia Baca también afirman que tuvieron que trabajar durante días para adecuar el piso en el que se han instalado con sus familias. Ahora también está impoluto y mínimamente amueblado. No parece haber sido abandonado más de dos décadas. Ambas son de Perú y llegaron a España hace dos años. Desiré tiene tres hijos, de 16, 13 y 5 años, y tanto ella como su marido trabajan: ella en un salón de uñas y él en una barbería. Natalia es madre de una niña de seis meses y un niño de 3 años, y su marido también tiene trabajo. Es paleta.

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Las dos familias vivían antes en habitaciones de alquiler por las que pagaban entre 500 y 650 euros mensuales. Éste era uno de los problemas: el precio de la habitación variaba según lo que decidiera la propietaria ese mes. "Nos amenazaba con echarnos a la calle y llamar a la policía para que nos tomaran los hijos", explica Desiré, que asegura no podían seguir así. Era un sufrimiento constante.

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La mayoría de las personas que viven en los pisos del antiguo cuartel son extranjeras, subsaharianas o magrebíes, pero también las hay españolas. Como Tino Ferreira, de 47 años, que fue el primero en ocupar uno de los pisos con cuatro amigos hace dos meses, porque estaban hartos de dormir en la calle con frío y con el miedo a que les atracaran. Aseguran que antes las plantas trepadoras cubrían buena parte de las fachadas de los edificios y la basura dificultaba el acceso. Ellos se han encargado de limpiar todo. Los restos vegetales están acumulados ahora en parte de la entrada del recinto. "¿Y ahora nos quieren echar?", se pregunta.

La asociación Nadie sin Techo Sabadell ha presentado este miércoles una instancia al Ayuntamiento para solicitar que si las personas que viven ahora en el antiguo cuartel son desalojadas se les ofrezca una alternativa residencial. "Pensamos que no tiene sentido expulsar a un montón de personas de un inmueble alegando motivos de seguridad y dejarlos en la calle, un lugar nada seguro", argumentan. Y añaden: "No se entiende que se cuestione la salubridad de los espacios que ocupan […] y se suponga que viviendo en la calle las condiciones de salubridad mejorarán". El Ayuntamiento de Sabadell no ha concretado dónde irán a parar estas personas si las echa.