Barcelona

Los escombros de urgencia en un callejón reabren las heridas del Carmel

La crisis del pasaje Sigüenza, con tres bloques pendientes de demolición, ponen en alerta un barrio donde más de un tercio de los edificios necesitarían una rehabilitación

Efecto dominó. Es la expresión que usó la presidenta de la asociación de vecinos del barrio del Carmel de Barcelona, Montserrat Montero, para definir la crisis que se está viviendo estos días en el minúsculo pasaje de Sigüenza. Un espacio precario –un callejón estrecho con bloques de hasta seis plantas, muchos levantados sobre fundamentos pensados para casas bajas, y con una pendiente pronunciada– que desde 2010 está afectado por un plan que ya definía como "muy graves" los efectos urbanísticos acumulados en este espacio. El planeamiento, que implicaba la demolición de 90 viviendas y ocho locales comerciales para ganar espacio libre y nuevos pisos de realojo, quedó guardado en un cajón durante más de una década, lamentan los vecinos de la zona, que el verano del año pasado vieron como todo se precipitaba... a pesar de que entonces la historia todavía les reservaba algún cambio de guion.

El 29 de agosto de 2020 el propietario de uno de los pisos del número 95 del pasaje decidió de manera unilateral retirar apuntalamientos de su casa y los Bomberos, que fueron avisados de urgencia, concluyeron que el riesgo de derrumbe era demasiado alto y que había que desalojar a todo el mundo. Más tarde se tomaría la misma decisión para los dos edificios de los lados y, desde entonces, estos vecinos no han podido volver a casa. El Ayuntamiento anunció primero que demolería las tres fincas y después que paraba los escombros porque serían una amenaza para el resto de bloques y recuperaba el plan urbanístico de 2010 para actuar sobre todo el pasaje, sobre los 22 edificios. Pero la fragilidad de las construcciones no permitió este cambio de planes. Los tres bloques tendrán que ir al suelo de manera inminente y esto se tendrá que hacer con un trabajo de mucha precisión, especialmente en el número 95, con los operarios retirando ladrillo por ladrillo y colgados de una grúa por si el suelo se hunde. Ya ha habido que desalojar preventivamente tres edificios más por la amenaza de que haya un efecto en cadena. El famoso efecto dominó.

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Estos días Ayuntamiento y afectados negocian las expropiaciones. De entrada, los más malparados son los vecinos del número 95, que fue declarado en ruina. Esto hace que el precio que se les ofrezca sea de poco más de 39.700 euros, una cifra que en casos como el de Roberto Martín, que compró el piso en 2005, no les permite ni acabar con lo que todavía les queda para pagar de hipoteca, en su caso 46.000 euros. En los bloques del lado, las indemnizaciones previstas van de los 120.000 a los 140.000 euros en función del estado de cada vivienda, como remarca Joan Deulofeu, el arquitecto que está llevando el caso de algunos de los afectados. Lo que han podido hacer algunos de los vecinos esta semana es recuperar parte de lo que tenían en los pisos: los operarios han sacado algunas de las pertenencias –las que no fueron saqueadas– para que las puedan recuperar. En el caso de Roberto, una bicicleta de montañay una de estática, pero no por ejemplo su querida colección de cómics: "Gran parte de nuestra vida se ha quedado ahí. No hemos recuperado prácticamente nada. Pero lo que queremos es cerrar ya el tema".

La regidora del distrito, Rosa Alarcón, insiste que "se hablará de todo" y que están intentando que las indemnizaciones del bloque número 95 puedan ser más altas. La prioridad ahora, dice, es garantizar la seguridad de todos los vecinos y encontrar alojamientos más definitivos para todos los afectados. El proceso de demolición de los tres bloques no durará menos de 4 meses y después habrá que negociar la adquisición municipal del resto de los edificios. Un plan de expropiaciones y escombros que el consistorio prevé que podrá costar entre 15 y 20 millones de euros –la cifra está pendiente de detallarse– y que no se acabará este mandato. La regidora ve ahora "una oportunidad" de cumplir con una reforma que era necesaria y que hasta ahora no se había priorizado. "Si no hubiera pasado el accidente, ahora no estaríamos hablando de nada de esto", lamenta el arquitecto Joan Deulofeu.

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El recuerdo del metro

Para algunos de los afectados lo que se ha vivido en el pasaje ha hecho resurgir el fantasma de lo que se vivió en 2005 con el gran socavón que se abrió en el barrio durante las obras del metro. "Desde entonces vemos una raya en el edificio", radiografía José Manuel Écija, que es uno de los vecinos que fueron desalojados en el último movimiento, a pesar de que en este caso su bloque está en la calle Sigüenza, no en el pasaje, y no está afectado por el plan de 2010. Coincide que el Ayuntamiento ha ido "tarde" con la atención en esta zona, pero considera que ahora se está haciendo un buen acompañamiento de los vecinos. De momento, nada relaciona lo que ha pasado en el pasaje y el gran socavón, según la regidora, que atribuye la necesidad de demoler los edificios a los déficits constructivos de una zona que tuvo un crecimiento desbordado durante la segunda mitad del siglo XX con la ola migratoria del sur de España, primero con casas autoconstruidas sobre los terrenos que se adquirían, y culminado después por los grandes bloques de la especulación urbanística de los años 60 y 70. Se construyó a mucha más velocidad que la ordenación urbanística del espacio. El Carmel es ahora un barrio extremadamente denso, con más de 32.000 habitantes en un ámbito de menos de un kilómetro cuadrado.

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El 5% de los bloques necesitan una actuación urgente

De la mano del plan de barrios, el Ayuntamiento ha puesto en marcha ahora un proyecto que prevé ayudas a la rehabilitación de los cien pisos que se consideran más precarios, por fuera y también por dentro. Se destinan tres millones de euros para cubrir entre el 75% y el 100% de las intervenciones. El programa responde a un prediagnóstico de la UPC que se hizo cruzando datos de observación exterior e información como la que contiene el catastro, y que detectó que el 36% de los edificios del barrio tienen un grado elevado de necesidad de rehabilitación: en el 5% de los bloques (85) se considera que la intervención tendría que ser urgente. Y esto teniendo en cuenta que todavía no se dispone de información de 84 del total de edificios. Se han estudiado 1.707, y los que están peor son los que hay en las zonas más elevadas. El siguiente paso será completar este informe accediendo dentro de las viviendas. Con la observación exterior se han detectado elementos inestables, como por ejemplo revestimientos agrietados, baldosas mal recubiertas o balcones en mal estado, en el 30% de los bloques analizados (514).

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"No me habría imaginado nunca que el Carmel estaría tan abandonado", critica la presidenta de la asociación de vecinos, que asegura que el barrio se ha degradado por los años de no actuación y de "olvido". Lamenta que el plan urbanístico de 2010, que afecta más ámbitos que el de Sigüenza y más de medio millar de viviendas, se haya dejado enterrado y que haya sido necesario el susto del pasaje para sacarle polvo: "Esto les tendría que hacer reflexionar".