La huelga de basura en Salt: “Siempre acabamos pagando los ciudadanos”

En el quinto día de parada indefinida, los trabajadores retiran la basura que se acumula por todas las calles

Salt“Muy mal, esto es insoportable”. Es la frase más repetida por los habitantes de Salt entrevistados en el quinto día de la huelga de basura, iniciada por los trabajadores para reclamar una mejora de las condiciones laborales. Una parada indefinida que, a pie de calle, se ha traducido en montones de bolsas, muebles, cajas, botellas y todo tipo de porquería que se amontona por todas las aceras. De hecho, estos días, no hay que saber dónde están los puntos de recogida: solo hay que seguir el rastro de la fetidez que delata donde son los contenedores mucho antes de divisarlos.

“Todos los clientes se quejan: ya no pueden salir a la terraza a tomar el café ni mucho menos a comer porque no se puede aguantar el mal olor. Y económicamente lo estamos notando mucho”, lamenta Mohamed, el hijo de los propietarios de la cafetería Grinffi, situada en la calle Àngel Guimerà. Ellos tienen las mesas y sillas en la plaza Llibertat, junto a los contenedores que, a pesar de que son de los que están enterrados, nadie lo diría: las bolsas se acumulan por todas bandas y prácticamente no dejan pasar a los peatones. “Antes veníamos a almorzar cada día, pero ahora echamos un café rápido y marchamos: ¡no se puede estar con toda la mierda aquí al lado!”, se queja uno de los clientes habituales del bar, Saïd, que, a pesar de que está en la mesa más alejada de los contenedores, es como si estuviera dentro.

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El centro, el más perjudicado

Todos los contenedores, más o menos, presentan un aspecto parecido a pesar de que los más llenos son los del centro. La calle Àngel Guimerà y las perpendiculares como doctor Ferran, Francesc Macià, Pacheco o Torres i Bages son las que acumulan más cantidad de desechos. Y la falta de higiene y limpieza está perjudicando tanto a los vecinos como los negocios. “La gente está harta, sí. Incluso hemos visto ratas muy gordas. Y es muy peligroso: no solo por el covid, sino porque puedes coger cualquier enfermedad”, alerta Jaspal, el propietario de la Ferretería Satgur, que tiene todo el lateral de la tienda lleno de porquería. A su lado está Rosa, vendedora de la ONCE, que tampoco aguanta más: “Tengo problemas de visión y ya no sé por donde pasar porque está todo lleno de basura. Hoy he tenido que venir por la carretera y no me gusta, me da miedo”. 

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Y no solo afecta a las personas que no ven bien, como Rosa, también a otros como Diego y su padre, que va con caminador. “Hemos tenido que venir por aquí [calle Mayor] porque si no, no podíamos andar por las aceras”, expone Diego. Y es que en calles como Sant Dionís, Santiago Ramón y Cajal o Juan de la Cierva la porquería acumulada no deja ni 50 centímetros para poder pasar, y en algunos tramos las bolsas se amontonan contra las paredes.

Los paradistas del mercado bisemanal no saben si el viernes podrán poner el puesto: “Nos han avisado que hoy no podemos tirar nada y que el viernes, si el problema no se ha solucionado, no podremos hacer el mercado”, indica uno de los paradistas , Ricardo.  

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Conflicto encallado

La huelga de basura empezó el 25 de diciembre, después de que los basureros no llegaran a ningún acuerdo con la concesionaria del servicio, Fomento de Construcciones y Contratas (FCC). Los empleados reclaman que, en el nuevo convenio, se les mejoren las condiciones laborales, y critican que el servicio es “deficitario” –no hay suficientes camiones– y que hace tiempo que están aguantando “una plaga de ratas”. La Generalitat convocó este martes una mediación que, después de horas de negociación, acabó sin acuerdo. El Ayuntamiento, por su parte, ha cargado contra “el inmovilismo” de las dos partes y ha abierto un expediente sancionador a la empresa por el incumplimiento de los servicios mínimos.

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Para evitar que la insalubridad y la falta de higiene causen más molestias, los basureros, esta mañana, han recogido voluntariamente algunas bolsas y desechos, pero han avisado que mantienen la parada indefinida.  

La mayoría de vecinos consultados, como José Luis, entienden que los trabajadores tienen que presionar de alguna manera para mejorar su salario y por eso intentan tirar menos basura: “El cartón y el plástico lo tengo en casa, pero la orgánica no, que huele muy mal”. Aun así, la queja más común entre los havitantes lo expresaba Natalio, de 72 años: “El conflicto lo tienen los trabajadores con la empresa y el Ayuntamiento, pero, al final, siempre acabamos pagando las consecuencias los ciudadanos. ¡No hay derecho!”