Récord absoluto de árboles secos: la sequía condena a 66.500 hectáreas de bosque catalán

La especie más afectada es el pino silvestre, que puede acabar desapareciendo

BarcelonaLos bosques catalanes agonizan. Durante el 2023, los árboles y la flora de 66.482 hectáreas forestales han perdido las hojas, se han secado o han muerto a raíz de la sequía. Se trata de un récord absoluto desde que se tienen registros, hace 12 años, ya bastante distancia del anterior récord (40.000 hectáreas). De hecho, la cifra duplica la de 2022, cuando se vieron afectadas 33.000 hectáreas. La especie que más preocupa es el pino silvestre, que en las próximas décadas podría disminuir su presencia en Catalunya.

Las comarcas con más bosque afectado son la Selva, el Empordà (Alt y Baix), el Gironès y Osona. Según el Govern, en un 60% de los casos los bosques secados ya lo estaban el año pasado y este año o han empeorado o presentan una nueva afectación. Sin embargo, en el caso del Baix Empordà la mayoría de las hectáreas afectadas (cerca de 10.000) son nuevas, y junto con la Selva, son las zonas donde hay más superficie de bosque secado.

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“Las lluvias de las últimas semanas han dado un respiro a los bosques, si bien están en una situación compleja, porque arrastran la sequía de los últimos tres años, que les ha dejado una herida. Muchos han tenido que sacrificar las hojas, raíces, tallos… y eso hace que tengamos los bosques más vulnerables que nunca”, ha explicado Anna Sanitjas, directora general de Bosques y Gestión del Medio.

Mediante los datos del Deboscat, un proyecto de seguimiento del estado de los bosques catalanes, impulsado por el departamento de Acción Climática y coordinado por el CREAF, es posible observar cómo entre 2013 y 2018 la superficie de bosque afectada por la sequía se mantuvo en torno a las 30.000 hectáreas. Pero desde el 2020, cuando se registró un mínimo de afectación, la extensión de bosques secados no ha parado de crecer hasta la cifra actual.

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¿Adiós al pino silvestre?

Ante un episodio de sequía, el comportamiento de los árboles es distinto según la especie. Mireia Banqué, investigadora del CREAF, apunta que “los planifolios como los robles, los alcornoques y las hayas tienen capacidad de rebrotar; por tanto, buena parte de estas especies se podrán recuperar”. En cambio, ejemplares de otras especies de coníferas, como los pinos y los abetos, "han muerto, como es el caso del pino silvestre en algunas zonas de Osona y el Moianès".

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Banqué apunta que habrá que acostumbrarse a la desaparición del pino silvestre. “Nacieron en unas condiciones climáticas diferentes a las actuales, y ahora ya no están bien aquí [en Cataluña]. Esto es lo que hace que empiecen a verse episodios de mortalidad, porque las condiciones ya no son aptas; no está en su rango de hábitat confortable”, detalla. De hecho, Cataluña es el límite sur de la distribución de esta especie. "En Andalucía, por ejemplo, no hay", apunta la experta. Un caso distinto es el del pino carrasco o el de árboles planifolios como los robles, los alcornoques y los fresnos, que “aguantan mucho mejor porque son especies mediterráneas”, apunta Banqué. Sin embargo, advierte que llevamos tres años seguidos de estrés hídrico crónico. "Ha llovido muy poco y buena parte de estas especies, pese a tener la capacidad de rebrotar porque están acostumbradas a sufrir sequías estivales, han llegado a su límite. Estamos viendo casos en los que se debilitan y algunos patógenos y hongos aprovechan esta mayor vulnerabilidad por atacar a los árboles, haciendo que en algunos casos acaben muriendo".

El paisaje cambiará

Desde la Diputación de Barcelona advierten que debemos prepararnos para ver un "cambio de paisaje". Jordi Fàbrega, responsable del área de prevención de incendios de esta institución, asegura que en los próximos años "se irá produciendo una sustitución de unas especies por otras". En la misma línea, Jaume Minguell, jefe de la Oficina Técnica de Prevención Municipal de Incendios Forestales y Desarrollo Agrario de la Diputación de Barcelona, ​​apunta que “estamos viviendo un cambio en las condiciones climáticas, y tenemos unos bosques que nacieron hace 50, 60 o 70 años con unas condiciones climáticas diferentes a las actuales".

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Asegura que la naturaleza "se adaptará a estas condiciones, con nosotros o sin nosotros, pero lo hará." Ahora bien, lo que hace falta, dice, es hacer gestión forestal para adaptarnos a este cambio y que sea "lo más favorable para nosotros. Por un lado, que no nos provoque grandes incendios que nos impacten en la ciudadanía o en las infraestructuras. Y, por otra parte, que no afecte gravemente a la biodiversidad". Sobre la muerte de los árboles, apunta que es "la punta del iceberg" de algo "mucho mayor, que es la adaptación de los bosques a la realidad climática".

El triple de hectáreas secadas que quemadas

Según datos del Deboscat, si sumamos las hectáreas de bosque quemadas en los últimos 10 años en nuestro país, el total sólo alcanza unas 22.000 hectáreas, lejos de las 66.482 afectadas por sequía. También quedan lejos las 36.000 hectáreas quemadas durante los grandes incendios de 1994. Por eso, desde el CREAF y el departamento de Acción Climática alertan de que es importante preocuparse por si los bosques se queman, pero también deberíamos sufrir porque mueren de sed y de calor. Asimismo, una mayor superficie de bosques estresados ​​por la sequía, con más árboles susceptibles de sufrir plagas y con más árboles muertos, supone "mucho combustible acumulado" para el verano, según Sanitjas, que alerta de que "los grandes incendios pueden ser de nuevo una realidad en el país" en los próximos meses.

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Gestión forestal para salvar los bosques

Para prevenir estos incendios, una de las principales soluciones es la gestión forestal, que consiste en limpiar el sotobosque, pero también puede radicar en cortar árboles. "Tenemos muchos bosques con demasiados árboles, que están compitiendo unos con otros por el agua, y lo que hace falta es sacar algunos de estos árboles para que los que queden puedan sobrevivir", afirma Sanitjas. Coincide Jordi Fàbrega, que insiste en que no debemos "conformarnos" con la idea de que los bosques cambiarán y no podemos hacer nada. Fàbrega hace hincapié en que hay que mitigar esta transformación que nosotros mismos hemos provocado. "Cortar un árbol no es un crimen; significa hacer que sobrevivan los bosques y el patrimonio natural".

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En línea con esta premisa, el departamento de Acción Climática ha publicado este mes de mayo una nueva convocatoria de ayudas, dotada de más de 5 millones de euros, para ayudar a los propietarios de los bosques a retirar arbolado muerto, mejorar el sotobosque o arreglar caminos. Sanitjas ha recordado que Cataluña es un país con un 65 por ciento de superficie forestal, y que de ésta, el 75 por ciento es de propiedad privada. "Por tanto, nos encontramos con unos bosques en los que la propiedad debe asumir un gasto extra ante la sequía", ha puntualizado.

Fàbrega también destaca los esfuerzos de la Diputación de Barcelona incentivar la gestión forestal. Por ejemplo, cada año conceden a 20 asociaciones de propietarios forestales de la demarcación un total de más de 3 millones de euros para que saquen árboles del bosque y abran espacios de pasto que, en caso de incendio, permiten frenar el avance del fuego.