Montjuïc quiere dejar de ser el patio trasero de Barcelona
La pandemia ha llevado a más barceloneses a la montaña y ha hecho más evidentes sus déficits de conexión
Barcelona¿Y si el gran parque que Barcelona ha proyectado tantas veces en Sagrera o en Glòries ya existiera? La ciudad hace décadas que vive de espaldas a las 337 hectáreas de Montjuïc, un pulmón verde donde durante años se han ido enviando todos los equipamientos que había que colocar -en total, 18 culturales, 19 deportivos y 16 educativos-: un auténtico cajón de sastre. Las restricciones de la pandemia han hecho que los barceloneses sientan mucho más suya una montaña que se había convertido en centro de atracción turístico y que colecciona planes de futuro no ejecutados, como la idea ahora abandonada de crear una gran explanada de los museos con un vestíbulo subterráneo justo detrás de las cuatro columnas de Puig y Cadafalch, pero que no acaba de mejorar sus carencias crónicas.
La principal, la conexión, tanto con la ciudad como entre los diferentes espacios repartidos por la montaña. Y con esta, como repiten los responsables de los equipamientos de la zona, los déficits de iluminación, señalización, mantenimiento y seguridad. La prueba más clara de que algo no acaba de funcionar es que una mayoría muy grande de las búsquedas en Google sobre la Fundación Miró se hagan a menos de 200 metros de la puerta del museo.
La carencia de conexiones y la señalización deficiente son dos de los puntos más repetidos en el proceso participativo que se puso en marcha en 2018 para dar forma al plan de actuación que se tendría que estar desplegando entre 2019 y 2029. Y un reto que el gobierno de Colau dice que recoge con la previsión de empezar a instalar nuevos carteles este mismo otoño para hacer más claras las indicaciones. También está en la cartera el objetivo de recuperar algunos caminos históricos para facilitar a quienes pasean ir de un punto a otro del parque: en 2022 se tendría que decidir cuáles son los más útiles. Los agentes de la montaña piden que se priorice de una vez por todas el plan para la montaña. Ya en 2014 se acordó una modificación del plan general metropolitano (MPGM) de la zona que fijaba estos objetivos, y entonces se preveía una inversión de 54 millones en ocho años.
"Es una zona que, a pesar de estar en medio de la ciudad, no tiene los mismos niveles de confort en aspectos como la iluminación o la seguridad", lamenta Pepe Serra, director del MNAC, que es uno de los 22 equipamientos que este fin de semana hacen red con la propuesta de Viu Montjuïc para intentar seducir a los barceloneses para que suban a la montaña con 70 actividades gratuitas. "Dejando de lado el ámbito de la Ciutadella, Montjuïc es el gran espacio pendiente de la ciudad", añade Serra, que remarca las diferencias entre una zona forestal como Collserola y la montaña de Montjuïc, llena de equipamientos, y concebida como un espacio más de la ciudad, pero sin las mismas condiciones de confort. Lanza como propuesta la creación de algún tipo de transporte limpio -¿quizás un trenecito?- que hiciera la conexión entre los diferentes espacios. "Falta mucha luz, y esto provoca sensación de inseguridad", añade el director del Teatre Lliure, Juan Carlos Martel, que pide que se consideren urgentes las mejoras en el parque.
Que no sea un atajo
El plan de actuación que ahora se despliega bebe del planeamiento urbanístico que ya se hizo en 2014 y que fijó objetivos como blindar la montaña ante nuevos equipamientos, lo que cerraba la puerta de forma definitiva a la posibilidad de ubicar la nueva perrera -la que todavía se tiene que construir en Montcada- e incluso trasladar a otras zonas algunos algunos los que ya hay con el objetivo de liberar espacio, y que también escribía con letras rojas la necesidad de frenar el papel de la montaña como bypass del tránsito que quiere hacer atajo: se calcula que de los 20.000 vehículos que pasan cada día por la montaña, solo 4.000 la tienen destino. El gobierno de Colau asegura que trabaja para limitar el tránsito de paso, mejorar los itinerarios a pie y en bicicleta -incluso haciendo llegar el Bicing- e intentar optimizar el servicio de autobuses que llega a la montaña, teniendo en cuenta que las alternativas en transporte público, como la prolongación de la L2 del metro o del funicular hasta el Castell, serían caras y no aparecen en los planes a corto plazo del Govern.
Tampoco el Ayuntamiento ve ahora del todo necesario agujerear Montjuïc para hacer pasar el metro, que además de ser una operación cara, iría en la línea opuesta al plan de taludes que ya está diseñando para reforzar la montaña, que ha sufrido bastante con los últimos episodios de lluvias torrenciales. "Alargar el funicular nos suena bien, pero no lo esperamos a corto plazo", apunta el regidor del distrito de Sants-Montjuïc, Marc Serra. El proyecto, de hecho, no figura de momento en los planes del Govern. Serra pone el foco en la necesidad de mejorar los itinerarios y de cerrar algunas vías de tránsito: "Tenemos que garantizar que a todos los equipamientos se pueda llegar en coche, pero impidiendo que se continúe usando Montjuïc como atajo". Y una de las reivindicaciones de los vecinos sería conseguir una tarifa ciudadana para el teleférico, que ahora es un medio de transporte enfocado sobre todo a las visitas turísticas, con un precio de 13,50 euros el viaje de ida y vuelta.
Ahora que la pandemia, sobre todo en el momento de distancias máximas para los desplazamientos, ha traído muchos barceloneses a pasear por Montjuïc, los déficits se han hecho también más evidentes. "Hemos podido ver que no es un espacio que esté bien pensado para pasear, que en muchos puntos hay aceras estrechas y se tiene que ir prácticamente en fila india", describe Sandra Bestraten, presidenta de la demarcación de Barcelona del Colegio de Arquitectos de Catalunya (COAC). Defiende que más que prohibir coches, lo que tiene que ser prioritario en Montjuïc es seducir a barceloneses y hacerlo con mejores conexiones, como escaleras mecánicas -que funcionen, porque muchos ciudadanos ahora coinciden en denunciar que las que hay pasan muchos días fuera de servicio- y ascensores, y también con un camino que no sea empinado y que pueda hacer un papel similar al de la carretera de Les Aigües de Busot, en Collserola.
Más vecinos
El regidor del distrito también celebra este flujo más grande de barceloneses hacia Montjuïc : "Existía la idea de que era una montaña muy destinada a los turistas, y ahora la visión ha cambiado: sube mucha más gente a hacer deporte, pasar el rato en los jardines o celebrar cumpleaños en los parques. Hemos pasado de una turistificación muy marcada a un proceso de vecinificación". En el plato de los puntos clave que ya se están empezando a desplegar sitúa la web unitaria para poder ver todo lo que pasa en la montaña, o el nuevo centro de interpretación de Montjuïc, que organiza itinerarios y que busca tejer relación entre la montaña y los barrios del entorno, y también, los cambios que se han hecho en algunas paradas de bus para acercarse a los posibles usuarios. Lo que el Ayuntamiento no prevé ahora como urgencia es el objetivo de trasladar equipamientos que quedaron señalados en 2014, como el centro de escalada de la Foixarda, el campo de rugby, el tiro con arco o la hípica.
"Al final Montjuïc tiene que ser el gran parque que Barcelona no tiene y no ser un parque con una sola etiqueta, como la cultura o el deporte", diagnostica la arquitecta Mar Santamaria, del equipo 300.000 Km/s, que siguió el proceso participativo y redactó el nuevo proyecto. Una de las conclusiones del proceso fue, precisamente, eliminar cualquier etiqueta de uso: Montjuïc es, según el último proyecto urbanístico, un parque equipado. "Lo que está claro, también, es que se tiene que mantener como parque, que no podemos construir más, ni aumentar la superficie impermeable. Tenemos que volvernos a creer que Montjuïc no es el patio trasero de nada, sino un espacio central y necesario", defiende. El gran parque que la ciudad no tiene.
- "Antes la mayoría eran turistas y ahora ya no"La presidenta de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona, Ana Menéndez, celebra que la pandemia haya traído muchos más barceloneses a pasear por Montjuïc: "Antes la mayoría eran turistas y ahora ya no". Y remarca que el redescubrimiento de estos espacios naturales tendría que ir acompañado de decisiones como no autorizar más actividades ruidosas como el picnic electrónico, que tenía a muchos vecinos en pie de guerra. Oriol Granados, del Centro de Estudios de Montjuïc, también celebra el cambio de visitantes pero insiste en que hay problemas enquistados como la "la circulación agresiva de los coches" o que el teleférico tenga una tarifa pensada para los vecinos.