Longevidad

Muere la catalana Maria Branyas, la persona mayor del mundo, a los 117 años

Conocida como la superabuela, se había convertido en la octava persona más longeva de la historia

Barcelona / GeronaEste lunes ha fallecido Maria Branyas Morera, la catalana que, hasta la fecha, era la persona más vieja del mundo, con 117 años. Tras pasar más de dos décadas en la residencia Santa Maria del Tura de Olot, el año pasado recibió el título mundial de la persona viva más grande del planeta después de que el Grupo de Investigación Gerontológica, que depende del grupo Guinness World Records , verificara el dato. La olotina, conocida como "la superabuela catalana", hace pocos meses también se convirtió en la octava persona más longeva de la historia.

Branyas no sufría ninguna enfermedad grave, pero, por su avandísima edad, como es lógico, desde hace meses había sufrido un fuerte bajón de salud, con problemas de sordera, debilidad y dificultad para moverse, tal y como explicó la familia. De hecho, este mismo lunes por la mañana, ya publicó un mensaje en su perfil de X, donde acumula más de 18.000 seguidores, que dejaba vislumbrar una despedida, citando los versos del poeta bengalí Rabindranath Tagore. En esta misma cuenta, la familia también ha querido confirmar el traspaso esta mañana, y ha explicado que ha muerto "mientras dormía, tranquila y sin dolor", en un tuit que también recuerda las palabras de bondad y optimismo que tanto caracterizaban a Branyas . Ahora, el ranking de las personas más viejas del mundo lo encabezará la japonesa Tomiko Itooka, nacida en 1908 en Osaka.

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Una vida llena de peripecias: tres guerras y una pandemia

Branyas, nacida en San Francisco el 4 de marzo de 1907 en una familia de madre catalana y padre pamplonés, sobrevivió a la muerte de un hijo de 80 años, tenía nietos que superan los 50 años y bisnietos con edad de tener hijos. En plena Primera Guerra Mundial, la familia decidió marcharse de Estados Unidos y regresar a Cataluña debido al delicado estado de salud del padre, que murió de tuberculosis durante el viaje en barco. Llegadas a Cataluña, madre e hija se instalaron en Barcelona, ​​más adelante se mudaron a Banyoles y, en la Costa Brava, conoció al médico de Llagostera Joan Moret, con quien se casó con 24 años en el Santuario de los Ángeles de Gerona. Juntos vivieron en Girona y, tras el estallido de la Guerra Civil Española, Moret, al ser médico, se implicó curando a los heridos del bando republicano y Branyas le ayudó haciendo de enfermera en segunda línea , hasta que, separadamente, decidieron huir con sus dos hijos hacia la frontera. Pero después de ver el drama de los campos de refugiados fronterizos, dieron marcha atrás y se establecieron en Olot, para sobrevivir en la posguerra manteniéndose en un segundo plano.

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A sus 92 años, Branyas, ya viuda, entró en la Residencia Santa Maria del Tura de Olot, donde ha fallecido este lunes. Durante los primeros años de su larga estancia, destacaba siempre como una de las residentes más activas: tocaba el piano, hacía gimnasia y disfrutaba mucho leyendo. Sin embargo, con el paso de los años bajó el ritmo de actividades, más limitada físicamente, con dificultades auditivas, pero perfectamente lúcida. Durante las más de once décadas de vida, nunca ha sufrido ninguna enfermedad grave, e incluso, en el 2020, con 113 años, superó a la cóvida de forma asintomática, sin ningún dolor, convirtiéndose así en la persona mayor del mundo a hacer frente a la enfermedad.

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Su salud privilegiada, que le ha llevado a rozar los 120 años, ha despertado la admiración y la curiosidad de médicos de todo el mundo. De hecho, hace un año, el doctor Manel Esteller, director del Instituto Josep Carreras, empezó un estudio sobre su genética para intentar descubrir los secretos de su envejecimiento tan longevo.

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Mensajes alegres y esperanzadores en las redes

En 2019, para entretenerse y adaptarse a las nuevas tecnologías, Branyas abrió la cuenta de Twitter Super Àvia Catalana –@MariaBranyas112– que, con el tiempo, ha ganado muchos seguidores. En su perfil, a través de su familia, que le escribía y colgaba las publicaciones, Branyas compartía en primera persona sus sentimientos y opiniones sobre la vida y el paso de tiempo, siempre con un tono de agradecimiento, emotivo e inspirador. A menudo recordaba momentos de su historia, hablaba de la felicidad que le provocaba ver y acariciar a su perra, Hada, y de las visitas de los nietos. También no se cansaba de repetir su predilección de los yogures garrochinos de la Fageda, que comía cada día y, en su opinión, más que ninguna otra dieta milagrosa, eran un alimento clave para el buen funcionamiento de su organismo.