'Notarios sin fronteras' para ayudar a los que lo han perdido todo por el volcán

Unas 3.000 familias no pueden acreditar la propiedad de casas o campos para cobrar expropiaciones e indemnizaciones

BarcelonaEn Los Llanos, El Paso y Tazacorte han tenido que improvisar notarías temporales exclusivamente para los afectados por la actividad del Cumbre Vieja que lo han perdido todo: la casa, la fábrica, la plantación agrícola. Muchas familias tuvieron que huir de la colada volcánica y no tuvieron tiempo de coger ninguna pertenencia ni tampoco documentos, como la escritura o facturas que acrediten que son propietarias de las 1.179 viviendas, 149 casetas de herramientas (cuartos de aperos), 67 edificaciones de uso industrial y 33 hoteles o restaurantes que han quedado tragados por la ceniza y la lava después de 55 días de erupción.

“Hay historias personales muy duras, de los que se han quedado sin nada y están tocados emocionalmente y patrimonialmente”. Quien lo explica es José Alberto Marín, decano del Colegio Notarial de Catalunya, que desde el 2 de noviembre está en la isla de La Palma como notario voluntario para asesorar a los 3.000 damnificados a quienes el volcán obligará a reconstruir una nueva vida desde cero.

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Se trata de una iniciativa del Consejo Notarial General para ayudar a conseguir las llamadas actas de notoriedad con las que se certifican las propiedades, imprescindibles para acceder a las ayudas económicas que ha prometido el gobierno español. Al llamamiento notarial han respondido, de momento, profesionales de las Canarias, el País Valenciano y Catalunya. Los catalanes se encargan de la notaría abierta en dependencias del Ayuntamiento de Tazacorte y garantizan relevos semanales hasta abril.

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Los notarios se encuentran con una variedad de casos, según afirma Marín, pero, aunque hay una parte de la gente que ha perdido las escrituras bajo el volcán, la mayoría de los afectados no las tienen, porque en esta zona de la isla “no hay movimiento poblacional” y la transmisión de las propiedades se ha hecho sin documentación oficial de por medio, y hasta ahora no han tenido nunca la necesidad de poner al día la titularidad de las propiedades. Otros directamente no tenían licencia para la casa porque se trataba de una edificación ilegal o se ha ampliado sin los permisos técnicos obligatorios. “Entre los afectados se encuentran familias enteras, abuelos, padres e hijos, que vivían en un mismo terreno, donde sin autorización habían construido casas”, añade el notario catalán. 

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El trabajo de los notarios es voluntario y gratuito y no cargarán las tasas a los afectados, algunos de los cuales no tienen dinero ni para “llenar el depósito de gasolina”, apunta Marín. El área afectada por el volcán giraba alrededor de una economía simple, basada en la agricultura y una industria y servicios básicos. “Es gente muy humilde, con casas de autoconstrucción muy simples”, afirma Marín, que subraya lo difícil que es para los afectados explicar que lo han perdido todo. “Hacemos de notarios, pero también de psicólogos”, subraya el notario, que añade que los damnificados todavía están “en choque” y que muchos llegan a la notaría como almas en pena, pero que se dan cuenta de que tienen que hacer de tripas corazón si quieren conseguir alguna compensación.

Antes de firmar el acta de notariedad, los notarios tienen que hacer también una tarea de detectives. Así, intentan conseguir información en los catastros, edictos, encontrar rastro de las propiedades en las imágenes aéreas de la zona afectada antes y después de la erupción o buscar testigos o facturas que acrediten la propiedad a través de facturas. Todo ayuda, pero Marín señala que “la última palabra” sobre si la documentación aportada por los interesados servirá para cobrar indemnizaciones o expropiaciones será del gobierno. “Será una decisión política”, afirma, y señala que lo único que se puede hacer por la vía notarial es “armar” a los damnificados con documentos nuevos. “Somos una pequeña ventana de esperanza en medio de tanta negrura”, comenta.