El Parc de les Tres Ximeneies: un agujero negro en el Paral·lel

Una campaña vecinal pide cerrarlo por la noche y el Ayuntamiento estudia contrapartidas por recalificar las antiguas oficinas de Fecsa

Barcelona"Primero coge el pañuelo", avisa Antoni Reig, de la Coordinadora de Entitats del Poblo-sec, antes de aceptar hablar sobre el estado actual del Parc de les Tres Ximeneies, en la avenida del Paral·lel de Barcelona: "Es para llorar, para llorar". Y define la plaza como un gran "agujero negro" donde se van trasladando todos los problemas del barrio. Botellones –ahora en horario de tarde por el toque de queda–, consumo de drogas, delincuencia, suciedad y aspectos más singulares como las pintadas por todas partes, mucho más allá de los muros expresamente habilitados para grafitis como el que se pintó para reivindicar la libertad de Pablo Hasél. Hay en el suelo, en los bancos e incluso en vehículos estacionados del entorno. Y también realidades sociales como las numerosas personas sin hogar que viven en ella o las que recogen chatarra en los rincones de la plaza.

"Es como un polo de atracción de todo", resumen los vecinos. Ayuda la morfología del espacio, con muchas paredes que hacen imposible una visión diáfana, el hecho de estar situada en uno de los extremos del barrio y muy cerca de Montjuic y, también, que los edificios más grandes de la zona, las antiguas oficinas de Fecsa Endesa, sin ningún uso desde 2012, sean ahora un bloque esqueleto, un nada. El movimiento vecinal y comercial de la zona, harto de ver cómo el espacio se va degradando progresivamente, ha impulsado ahora un manifiesto para pedir que se cierre por la noche, como se hace en otros parques de grandes dimensiones de la ciudad como el de Diagonal Mar y el Joan Miró.

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Entidades como la misma Coordinadora, la Unión de Asociaciones de Vecinos del Poble-sec y la asociación de comerciantes del barrio lamentan que, a pesar de las "repetidas quejas" sobre los problemas de convivencia en este espacio, no se ha hecho ninguna intervención con mirada global más allá de alguna pequeña mejora como capas de pintura y algún mantenimiento del mobiliario o de la actuación que se hizo, el 2014, y que permitió cubrir la pista polideportiva e instalar pistas de skate . Los vecinos reivindican que la plaza necesita un replanteamiento más radical y ven con buenos ojos la propuesta surgida del distrito de instalar una especie de chiringuito que pueda tener bar y lavabo para promover un uso diferente del espacio durante el día, más tranquilo y familiar. Un poco en la línea de lo que se intenta, desde hace seis años, con el Mercat de la Terra que se hace el sábado: "Por la mañana, cuando llegamos, nos encontramos de todo", admite Daniele Rossi, presidente de Slow Food Barcelona, que defiende que mientras dura el mercado es cuando se puede disfrutar con "más tranquilidad" de la plaza, pero que no forma parte del movimiento que pide el cierre nocturno.

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Mientras no haya cambios, los firmantes del manifiesto se acogen a esta solución como una medida extrema para facilitar la convivencia en la zona. "Es también un mecanismo de prevención para cuando se levante el toque de queda y vuelva el ocio", asegura Sergi Gàzquez, de la Unión de Asociaciones de Vecinos del Poble-sec.

Más actividad

El Ayuntamiento no ve nada clara la idea del cierre porque quiere evitar una "barrera" en un ámbito de tejido urbano "muy denso". Fuentes del distrito de Sants-Montjuic explican que su estrategia para relanzar la zona busca una suma de factores, que van desde el dispositivo de control diario que tiene la Guardia Urbana coordinado con los servicios de limpieza hasta acciones de mejora del mobiliario y el arbolado. Defienden que con la entidad Rebobinart, que es quien gestiona los muros habilitados para grafitis, se ha dado un nuevo impulso a actividades organizadas con artistas urbanos y que el plan de barrios del cual forma parte el Poble-sec ya sitúa las Tres Chimeneas como un ámbito clave para nuevas intervenciones.

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Hay un elemento en el que también se confía de cara a una nueva etapa: los dos antiguos edificios de Fecsa Endesa. Hasta hace poco, las conversaciones para dar un uso al espacio, que es propiedad de la empresa Conren Tramway desde noviembre de 2017, no habían avanzado nada, pero ahora se han retomado a pesar de que fuentes del Ayuntamiento apuntan que el acuerdo queda todavía "muy lejos". El problema es que la parcela donde se levantan los edificios y las chimeneas tiene una calificación reservada para las infraestructuras de electricidad y de abastecimientos de aguas o de gas. Y esto, que abarató el precio de compra, complica mucho darle un uso si no hay una recalificación antes. Y el Ayuntamiento asegura que no está dispuesto a hacerla a cualquier precio y que será exigente en las contrapartidas que recibe la ciudad.

Negociació para el cambio de uso

La idea de la actual propiedad, que ya tiene un proyecto arquitectónico hecho por el estudio Batlle y Roig, es transformar el espacio en un polo de oficinas y mantener las chimeneas, que están catalogadas. En total, el edificio tiene unos 33.800 metros cuadrados y calculan que podría acoger entre 3.000 y 4.000 trabajadores. Desde la empresa se limitan a confirmar que mantienen conversaciones con el Ayuntamiento y que ahora se está en la parte de valorar qué contrapartidas supondría la recalificación. Una posibilidad es que en el paquete de las cargas que tenga que afrontar el actor privado para el cambio de clave urbanística se incluyera asumir el coste de la reforma de la plaza y fuentes municipales insisten que, en cualquier caso, se exigirá "mixtura de usos" y que, si hay oficinas, también se piense en vivienda y equipamientos.

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Desde el gobierno de Colau admiten que el momento de crisis actual requiere "reactivar" espacios de la ciudad que están en desuso desde hace muchos años, pero añaden que hay que asegurar que la transformación que se hará tiene un beneficio público. "Para plantear un cambio de usos tiene que quedar muy bien representado y claro este beneficio público", apuntan, y defienden que no harán cambios solo para promover los beneficios económicos de privados "que compran espacios que después no pueden utilizar por la calificación urbanística que tienen". De momento, lo que ha podido hacer la propiedad es derribar todas las instalaciones interiores y dejar el esqueleto del edificio protegido por muros.

Alerta de gentrificación

El proyecto no genera consenso entre el tejido vecinal. Así como entidades como las asociaciones de vecinos lo ven bien porque defienden que llevará vida a la zona, la plataforma Les Tres Ximeneies per al Barri se opone al cambio de usos: recuerda que este espacio había sido calificado de zona verde y pide que cualquier cambio que se haga sea para "recuperarlo para la ciudad" y no para cambiarle la clave urbanística a demanda de un privado y perderlo "de manera definitiva". Lo defiende Xavier Caballé, de la plataforma, que alerta que hacer un gran polo de oficinas generará más "gentrificación" y reivindica la necesidad de que el consistorio se quede los edificios y abra un proceso participativo con el vecindario para decidir a qué se tienen que destinar.

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El solar del Talia, la eterna asignatura pendiente

Tampoco se ha movido nada en el solar del antiguo Teatre Talia, en la esquina de la calle Borrell con Paral·lel, vacío durante más de treinta años. El ayuntamiento lo incluyó en la lista de espacios que preveía expropiar en el Eixample para ganar vivienda social, pero de momento la situación no se ha concretado y continua pendiente de la negociación entre la propriedad y el consistorio. La plataforma vecinal que reivindica la recuperación de este espacio defiende que la crisis actual hace "urgente" desencallar la situación del solar y asegura que hay consenso entre asociaciones para dedicar las dos plantas inferiores del futuro edificio a acoger el actual Centre Cívic Borrell, que abandonaría su lugar actual -justo enfrente- para permitir el crecimiento de la Escuela Ferran Sunyer, muy necesitada de espacio, y una nueva guardería. En las plantas superiores se harían viviendas dotacionales, que se destinan a colectivos como jóvenes y gente mayor. Para tratar de acelerar las negociaciones, se ha pedido a la síndica de la ciudad, Maria Assumpció Vilà, que haga de mediadora en las negociaciones.