Salud

Describen los primeros casos de transmisión del Alzheimer

Investigadores británicos encuentran a cinco pacientes jóvenes con demencia que recibieron hormonas del crecimiento

ARA
y ARA

BarcelonaEn 1985 se dejó de dar a los niños con alturas inferiores a la pautada un tratamiento basado en la infiltración de hormonas de crecimiento procedentes de cadáveres. Se descubrió entonces que las inyecciones podían contener proteínas infecciosas causantes de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, un trastorno cerebral que se conoce popularmente como enfermedad de las vacas locas y que a menudo deriva en una neurodegeneración. Cuatro décadas después de que se abandonara la práctica para sustituirla por hormonas sintéticas se ha observado que cinco de aquellos pacientes han desarrollado Alzheimer antes de los 55 años sin tener ninguna carga genética de esta enfermedad, que se asocia a la vejez o en los genes. Ahora el hallazgo de estos efectos indeseados evidencia la necesidad de extremar las precauciones, según apuntan los autores de esta investigación, firmada por un equipo del University College de Londres y publicada este lunes en la revista Nature Medicine.

El estudio ha constatado que estos cinco pacientes formaban parte de las 1.848 criaturas que durante más de 25 años recibieron en hospitales británicos una pequeña hormona –del tamaño de un guisante– extraída de la base del cerebro de cadáveres para estimular su crecimiento durante la niñez. En 2015 este equipo de investigadores, liderados por el neurólogo John Collinge, ya alertaron de que habían detectado placas de la proteína beta amiloide, presentes en el Alzheimer, en el cerebro de seis de aquellos niños que murieron por la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob.

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Entre los años 2017 y 2018, más de 30 años después de que este tratamiento dejara de utilizarse, los autores del estudio que se ha publicado este lunes analizaron muestras guardadas de la hormona del crecimiento c-hGH –las que se utilizaban pensando que estimulaban el crecimiento–. Aunque llevaban décadas almacenadas, comprobaron que estaban contaminadas con la patología asociada a la proteína beta amiloide. Este descubrimiento les llevó a administrar la hormona contaminada en ratones, que acabaron desarrollando Alzheimer. Los resultados en el laboratorio hicieron que el equipo de investigadores se preguntara cuál había sido la evolución de la salud de aquellas criaturas que habían recibido el tratamiento potencialmente contaminado con la proteína beta amiloide.

"Nuestra sospecha fue que las personas expuestas a esa hormona del crecimiento que no sucumbieron en su momento a la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob y vivieron más tiempo, podrían haber terminado desarrollando la enfermedad de Alzheimer", ha explicado Collinge en una rueda de prensa, según recoge la agencia Efe.

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De los ocho casos estudiados, cinco de los pacientes ya empezaron a mostrar síntomas de demencia en edades muy prematuras, entre los 38 y los 55 años, y actualmente, o bien ya cuentan con diagnóstico firme de Alzheimer o cumplen todos los criterios de diagnóstico de ésta enfermedad degenerativa que, por ahora, no tiene ningún cuidado. Por lo que se refiere a las otras tres personas analizadas, una también cumple los criterios de deterioro cognitivo leve. Además, en los cinco casos se descartó la existencia del gen que hace que la enfermedad sea hereditaria.

En la misma comparecencia el neurólogo Collinge subrayó que "no hay ningún indicio" de que la enfermedad de Alzheimer se pueda transmitir entre personas durante las actividades de la vida diaria o de la atención médica rutinaria. "Los pacientes que hemos descrito recibieron un tratamiento médico específico que se interrumpió en 1985", indicó el especialista para tranquilizar a la sociedad.

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Cautela por el descubrimiento

Ahora bien, a pesar de que la demencia no se contagia, los investigadores han querido insistir en que su descubrimiento deja claro que el Alzheimer puede transmitirse involuntariamente. De hecho, aseguran que este hallazgo marca un precedente y debe llevar "a revisar las medidas para prevenir la transmisión accidental a través de procedimientos médicos o quirúrgicos," para evitar que estos casos "vuelvan a producirse en un futuro".

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En una reacción recogida por la plataforma Science Media Centre, Tara Spires-Jones, presidenta de la Sociedad Británica de Neurociencia, no cuestiona los resultados del estudio, pero sí enfatiza que "no es algo que tenga que preocupar a la gente" , ya que, como dicen los investigadores, ahora no existen indicios de transmisión del Alzheimer entre personas. "Ni tampoco nada hace temer que los actuales procedimientos quirúrgicos comporten algún riesgo de transmisión de la enfermedad", añade el especialista. En la misma línea, el catedrático de bioquímica de la Universidad de Manchester Andrew Doig hace un llamamiento a "ser cautelosos" e incide en que, pese a su solvencia, el estudio "sólo tiene en cuenta a ocho pacientes".