BarcelonaEl suicidio no es un acto impulsivo. Las ideas de muerte no aparecen y se materializan de golpe. Quitarse la vida es primero un pensamiento que se va haciendo recurrente y que acaba degenerando en una intención. Si no se pide ayuda o no se recibe, puede fortalecerse como la única opción viable y, a partir de aquí, se abre la puerta a urdir un plan para conseguirlo. El covid ha puesto en el mapa la salud mental y emocional de la población, pero, a la vez, ha agravado problemas enquistados e invisibilizados y ha provocado otros nuevos. Y una de las caras más dramáticas son los intentos de suicidio y los suicidios consumados, que han crecido con fuerza. El teléfono del Sistema de Emergencias Médicas (SEM) atiende ahora cuatro veces más intentos de suicidio que hace cuatro años: si en 2019 llegaban al 061 unas 39 llamadas por tentativas o autolesiones a la semana, ahora la cifra se ha elevado a 173. La inmensa mayoría no son intentos en proceso, pero sí que requieren contención profesional para prevenir que lo acaben siendo.
Cada año, unas 500 personas se quitan la vida en Catalunya y el conseller de Salud, Josep Maria Argimon, ha explicado este miércoles que casi 6.000 personas llamaron al 061 el año pasado con alguna ideación suicida. Las cifras son aterradoras, pero son solo la punta del iceberg. Ante este problema creciente, y teniendo en cuenta que la intervención de profesionales especializados en salud mental juega un papel clave en la prevención del suicidio, el departamento de Salud ha puesto en marcha la central de coordinación de salud mental del 061 Salud Respon, un equipo sanitario de asistencia y atención telefónica especializada que funciona las 24 horas del día, cada día del año. La nueva mesa de salud mental, que forma parte del Plan de prevención del suicidio en Catalunya para reducir un 15% la tasa de tentativas y muerte por suicidio de cara al 2030, está formada por una cincuentena de profesionales de la enfermería, la psicología y la psiquiatría especializados en salud mental y ofrece atención a las personas con conducta o ideación suicida, pero también a los familiares y a personas que les son próximas.
"El 061, como teléfono sanitario de Catalunya, siempre ha atendido llamadas de salud mental, pero esta nueva mesa incorpora tres perfiles claramente identificados que no solo pueden resolver un episodio de crisis puntual, sino que también pueden conectar al paciente con su centro de atención primaria, el de salud mental o el hospital de referencia de su territorio", explica la responsable del 061 Salud Respon, Núria Torres. Así, la novedad es que se incorporan psiquiatras al equipo, que trabajará coordinadamente y en red con las unidades de salud mental de diez hospitales de referencia. "Todos los miembros de la mesa tienen experiencia en el ámbito de la emergencia y de situaciones de crisis: es esencial entender que ellos no hacen terapia ni un seguimiento continuado del paciente, sino que hacen intervenciones inmediatas para resolver episodios puntuales", afirma el jefe de psicología del SEM, Andrés Cuartero.
Identificar el riesgo inminente
Cuando alguien llama al 061 y dice que se quiere hacer daño o matarse, los operadores tienen que identificar qué riesgo hay de que lo haga de verdad y facilitarle la intervención más adecuada de manera inmediata. Por ejemplo, si se le aplica el código de riesgo de suicidio para hacerle un seguimiento a largo plazo o si está en una situación límite y hay que derivarlo a urgencias hospitalarias automáticamente. La prioridad siempre es que la persona reciba la asistencia lo más rápido posible. En un primer momento, psicólogos y enfermeros son los que se encargan de tranquilizar a los afectados. "Nos presentamos, intentamos ser muy cercanos, generar confianza para que nos expliquen y nos escuchen, que nos digan cómo los podemos ayudar y, a partir de aquí, activamos los recursos que hagan falta", relata Xavier Duran, enfermero especialista en salud mental del 061.
Desde el 061 se puede derivar al paciente a cualquiera de los recursos asistenciales del sistema sanitario. Además, los profesionales tienen acceso al historial clínico, y esto les permite ver si ya está vinculado en la red por otros episodios de autolesión o de intento de suicidio, o si es la primera vez pero verbaliza que está relacionada con otra patología que sufre, como por ejemplo el dolor crónico. David Almenta, psiquiatra del Hospital de Sant Pau, también empezó el martes a hacer guardia en la mesa de salud mental del 061, que es de 12 horas. Su tarea se basa en la exploración psicopatológica, que es una entrevista clínica dirigida para saber qué le pasa al paciente. "Lo importante es conocer la historia vital y las circunstancias que rodean el episodio de crisis. Por eso no tenemos un tiempo estandarizado para cada paciente: si tengo que tardar una hora, tardaré una hora", explica Almenta.
Lo esencial es saber qué necesita el paciente: si requiere hablar con alguien para calmarse o si le hace falta un tratamiento o la derivación a un dispositivo sanitario, como un centro de salud mental o un hospital de día. Según Cuartero, el profesional que atiende la llamada tiene que ser capaz de identificar en qué momento se encuentra el paciente: "Si vemos que además de ideación hay intención y, además, tiene un plan, estamos ante un riesgo inminente y automáticamente se tiene que movilizar una ambulancia sin desconectar del teléfono para hacer la contención", explica.
La primera llamada que han recibido Duran y Almenta ha requerido la derivación de la persona a su hospital de referencia, pero por confidencialidad no pueden aportar más detalles. La intervención profesional para contener el episodio de crisis vital puede incluir la posibilidad de recetar fármacos o de activar el código de riesgo de suicidio y programar una visita en un centro de salud mental. Si es menor de edad, se lo deriva en menos de 72 horas. Si no, en un plazo de máximo 10 días. En caso de que el paciente que llame no tenga los 18 años, el servicio tendrá que pedir permiso a los padres o tutores legales para poder hablar con ellos. "Pero se tiene que poner en valor que el primer paso ya se ha hecho: se ha llamado al 061, se ha pedido ayuda. Y esto permite a los profesionales tener tiempo para evaluar la inminencia y el riesgo, ver si la crisis se puede contener", relata Cuartero, que añade que muchos casos que se atienden se pueden reconducir.
Una veintena de intentos de suicidio
Duran y Almenta hicieron su primer turno en el servicio el martes. Fue un día tranquilo, porque el recurso todavía no se ha difundido mucho. Creen, sin embargo, que a partir de ahora aumentará la demanda y que los equipos tendrán que estar preparados “para lo que venga”. El nuevo servicio del 061 trabaja en coordinación constante y fluida con otros teléfonos de prevención del suicidio, como el recientemente estrenado 024, el teléfono de prevención del suicidio de Barcelona, y el Telèfon de l'Esperança. Estos recursos comunitarios derivarán las llamadas que necesiten una intervención sanitaria inmediata. "El rasgo diferencial es que aquellos teléfonos son anónimos y nosotros vamos un paso más allá: no solo escuchamos al paciente, le proporcionamos herramientas para superarlo. Somos un faro especializado en la prevención del suicidio del país", dice Torres.
Coincide con él Duran, que asegura que lo más importante es que la población se dé cuenta de que los profesionales están disponibles y que se les puede consultar las 24 horas del día. "La dificultad del servicio es que no tenemos al paciente delante y no lo vemos, y nos tenemos que hacer una idea de su contexto sabiendo que falta el aspecto tranquilizador, que es el contacto físico", afirma el enfermero. Pero defiende: "También tiene beneficios: es un recurso accesible para todo el mundo y desplegado con equidad territorial".
Salud ha puesto en marcha la campaña 061, Una veu contra el suïcidi, #TrioLaVida para dar a conocer a la ciudadanía este nuevo servicio y para contribuir a la desestigmatización social. Entre junio del 2014 y el 31 de diciembre del 2021, 22.849 personas cometieron 27.700 episodios de conducta suicida, según los datos del Código Riesgo Suicido (CRS). Cada año, por cada suicidio consumado, se cometen una veintena de tentativas. Según datos del SEM, el 67% de las llamadas corresponden a personas de entre 18 y 65 años, y el 12,5% a menores de edad. Con todo, el perfil de quien acaba cometiendo suicidio es el de un hombre de más de 65 años que vive solo.