¿Por qué los perros llegaron a ser nuestros mejores amigos? Los genes lo explican

Dos mutaciones asociadas al estrés podrían explicar la domesticación y adaptación de los perros a los humanos

BarcelonaQue los perros son unos animales fieles es más que conocido. El porqué es toda otra historia donde hay más literatura que conocimiento. Un estudio publicado hoy en la revista Scientific Reports, vinculada al grupo Nature, aporta datos que podrían explicar no solo el aprecio y la fidelidad, sino también la adquisición de habilidades cognitivas y sociales para “comunicarse” con los humanos. Según se apunta en el trabajo, firmado por el investigador japonés Miho Nagasawa, de la Universidad de Azabu, en Kanagawa, alteraciones en la producción de cortisol, hormona ligada al estrés, podrían explicar la conducta de los perros y, yendo más atrás en el tiempo, su domesticación.

Hay un cierto consenso que el perro común (Canis lupus familiaris) es un salto evolutivo del lobo (Canis lupus) que se habría producido hace en torno a 30.000 años. Dónde y cómo habría pasado es todavía una incógnita, si bien se cree que habrían atravesado el estrecho de Bering desde el norte de Asia en dirección a Alaska y de allí a todo el continente americano. Pero no es ni la única teoría ni tampoco la más aceptada. El origen del perro salvaje africano, el licaón, evolutivamente más primitivo que ninguna de las especies domesticadas, así como el dingo australiano, son perros a medio camino entre el lobo y las especies actuales, según la antropóloga Pat Shipman, de la Universidad de Pensilvania. Tampoco hay consenso sobre cuándo se habría iniciado el proceso de domesticación, que algunos investigadores sitúan hace 40.000 años, en el Neolítico, mientras que otros sostienen que habría sido hace unos 14.000 años y que habría sido provocada por una especie de simbiosis para facilitar y compartir piezas de caza.

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Según Nagasawa, sin embargo, podría haber también una explicación genética. De acuerdo con los resultados de su estudio, dos mutaciones en el gen del receptor de la melanocortina 2, que está implicada en la producción de la hormona del estrés, el cortisol. En situaciones que son percibidas como una amenaza, como podría ser un depredador en el caso de un animal o una agresión en los humanos, las glándulas suprarrenales aumentan repentinamente la producción de esta hormona, cosa que permite a los unos y a los otros escabullirse del peligro.

Análisis de 624 perros

Los cambios en los genes implicados en las hormonas que influyen en el comportamiento social y las interacciones cognitivas no han sido nunca determinados con precisión. Nagasawa ha estudiado estos rasgos en 624 perros domésticos mediante tareas para evaluar la comprensión del perro a gestos humanos, a la comunicación y a la resolución de problemas. Los autores separaron los perros en dos grupos según su raza: el grupo Ancient, formado por razas consideradas genéticamente más próximas a los lobos como el Akita y el Husky siberiano, y el grupo General, formado por todas las otras razas que están genéticamente más alejadas de los lobos. Los experimentos sugieren que los perros del primer grupo estarían menos ligados a los humanos.

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La comparación de los genes asociados a las habilidades cognitivas en los dos grupos, incluidos los genes para la oxitocina, el receptor de oxitocina, el receptor de melanocortina 2 y el gen WBSCR17, implicado en el síndrome de Williams-Beuren, caracterizado por un comportamiento hipersocial en humanos, ha permitido a los autores asociar dos mutaciones en el gen MC2R con la interpretación correcta de los gestos humanos y la resolución de problemas.

Los científicos interpretan que las mutaciones condicionan la respuesta al estrés, de forma que los perros reducirían su nivel de alerta y percepción de peligro o amenaza respecto de los humanos. Estas mutaciones se habrían conservado evolutivamente gracias sobre todo a la selección artificial y al cruce de las diferentes razas.