Más allá del peso y la masa corporal: ¿cómo se diagnosticará la obesidad a partir de ahora?
Una comisión global con participación catalana pide superar las limitaciones de la definición actual
BarcelonaExpertos de todo el mundo han elaborado un informe en el que redefine la obesidad y propone ir más allá del índice de masa corporal (IMC) como factor para diagnosticarla. En concreto, defienden que es necesario un enfoque nuevo basado en otros elementos que complementen este índice para determinar si alguien tiene o no obesidad. Se trata de un documento impulsado por una comisión global, con el apoyo de 75 organizaciones médicas, entre las que se encuentra el Instituto de Investigación Biomédica de Girona (IDIBGI), que ha publicado la revista The Lancet Diabetes & Endocrinology. Aparte del IMC, los expertos consideran que hay que tener en cuenta otros factores como el tamaño corporal, si se tiene dificultades para respirar o si existen disfunciones en órganos, entre otros.
"Todo parte del hecho de que el IMC es un marcador con muchas limitaciones y se podía redefinir la obesidad con otros componentes como la cintura de las personas", afirma José Manuel López-Real, investigador del IDIBGI y un expertos que ha elaborado el documento. En Europa, un IMC superior a treinta kilos por metro cuadrado se considera un indicador de obesidad, pero la comisión remarca que ese parámetro no refleja la distribución en el cuerpo ni proporciona información sobre salud.
Algunas personas, por ejemplo, tienden a almacenar el exceso de grasa en la cintura y en los órganos de su alrededor. Por eso, los expertos sugieren que es necesario medir el tamaño de la cintura, y su relación con la cadera y la estatura del paciente, aparte del IMC. También consideran que es necesario medir directamente la grasa corporal.
Obesidad clínica y obesidad preclínica
Los expertos plantean un nuevo modelo de diagnóstico. Por un lado, estaría la obesidad clínica, que se identifica a partir de dieciocho criterios diagnósticos para adultos y trece para niños y adolescentes. Entre ellos se encuentran las dificultades para respirar, una quiebra cardíaca, dolor en las rodillas o caderas, alteraciones en huesos y articulaciones que limitan el movimiento y disfunciones en otros órganos como los riñones, las vías respiratorias superiores y el sistema nervioso. Según el documento publicado, las personas que encajen con estos criterios deben ser consideradas como pacientes con una enfermedad crónica activa y deben recibir un manejo y tratamientos adecuados.
Por otra parte, estaría la obesidad preclínica, en la que la función de los órganos de la persona es la normal. Así, los pacientes no tienen una enfermedad en curso, aunque tienen un riesgo elevado de desarrollar obesidad clínica y otras enfermedades en el futuro, como la diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, ciertos tipos de cáncer y enfermedades mentales, entre otros.
En cuanto a los tratamientos, el documento indica que la obesidad clínica debe abordarse para recuperar o mejorar las funciones corporales, ya sea mediante cambios en el estilo de vida, una medicación o la cirugía. En cambio, en el caso de obesidad preclínica, los expertos insisten en que el enfoque debe centrarse en la prevención. Es necesario pedir asesoramiento a los profesionales sanitarios y, si lo consideran, iniciar un tratamiento para minimizar los riesgos de desarrollar una enfermedad crónica.