“Sentía que necesitaba estar jugando todo el día y lo perdí todo”

Fernando, de 21 años, pidió ayuda hace siete meses porque no podía dejar el juego ni los porros

GironaHace 7 meses que lucha contra su adicción a la marihuana y al juego. Fernando, un vecino de Roses de 21 años, vio claro que necesitaba ayuda el día que se dio cuenta que se había gastado todo su dinero, el de su madre e, incluso, el que era para enviar a su familia que vive en Cuba, su país natal. “Tenía mucha ansiedad, sentía que necesitaba estar jugando todo el día y lo perdí todo. Entonces vi que me pillarían… Y decidí hablar con mi madre y pedir ayuda”. Primero, solo le confesó que no podía controlar las ganas de jugar, y después de un mes haciendo terapia, admitió también que estaba enganchado a los porros. “Ahora estoy mucho mejor, antes me pasaba el día mintiendo, pero ahora me he sacado un buen peso de encima, estoy mucho más relajado y tranquilo”.

El joven empezó a fumar marihuana hace unos 5 años, cuando llegó de Cuba. “Lo hacía más para integrarme y no ser menos que los demás. Al principio fumaba pocos, pero después fui aumentando, hasta fumar cada día”. Paralelamente, se inició en el mundo del juego por internet: “Hacía apuestas de fútbol y al principio sí que ganaba más de lo que perdía. Pero cada vez quería más y más, y llegué al punto en que me gastaba todo lo que tenía yo, mi madre y todos los demás”.

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Con la llegada del confinamiento más duro, en marzo de 2020, la situación empeoró: como trabajaba en la hostelería no tenía trabajo, y tampoco podía quedar con sus amigos ni salir. “Me iba a dormir a las 5 o 6 de la mañana, me levantaba a las 3 o a las 4 de la tarde, y me pasaba el día encerrado en la habitación, fumando y jugando. Casi no hablaba con nadie”.

Paso clave: pedir ayuda

Pasados los tres meses encerrado en casa, el verano pasado volvió a trabajar de cocinero, su profesión, pero no estaba bien. “Estaba enfadado con el mundo, siempre de mala leche y sin ganas de hacer nada, solo de evadirme. Continuaba fumando y jugando, y cuando salía de fiesta me ponía hasta arriba”.

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Fernando había intentado dejar de fumar y de jugar muchas veces, pero siempre acababa recayendo. “Antes pensaba que la terapia era para tontos, pero ahora veo que es casi imposible salirse de esto solo”. Después de confesar su adición a su madre, buscó centros por internet. Encontró el Foro Terapéutico de Girona y empezó con un grupo de jóvenes que también tienen problemas de adicciones. “Es como una enfermedad y los síntomas pueden ser drogarte o jugar. Entre todos nos ayudamos y nos apoyamos”. El cocinero admite que, al cabo de dos o tres semanas de haber empezado la terapia, tuvo una recaída. “Pero me dijeron que no me preocupara, que solía pasar. Y me ofrecieron ir a un piso terapéutico”.

Desde hace 4 meses, comparte casa con tres jóvenes más que también han necesitado ayuda por alguna adicción. La estancia en el piso se le acaba: el 6 de julio volverá a casa, con su madre. “Está preparando la casa: no puede haber dinero ni móviles, pondrá una llave en su habitación y no me pueden dejar solo. Antes me molestaba que me controlara, pero ahora me da igual que me vigile, y entiendo por qué lo hace”. De hecho, ahora, la relación con su madre ha cambiado: cuando le confesó su adicción, a ella le supo muy mal que le hubiera mentido tantas veces. “Pero, poco a poco, está volviendo a confiar en mí”. 

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Vencer la tentación

En estos 7 meses de lucha contra sus adicciones, para Fernando ha sido fundamental el papel del centro terapéutico y del compañero a quien llama cada vez que tiene alguna tentación. “Algún día, cuando paso por delante de un bar y veo a alguien jugando a las tragaperras, me vuelven a venir las ganas. Pero lo llamo, me tranquiliza y me recuerda que no quiero recaer, que después empezar otra vez desde 0 es más complicado".

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El joven ha tenido que hacer muchos sacrificios para dejar sus adicciones: no puede tener un móvil inteligente –va con los antiguos que solo permiten llamar y mandar mensajes SMS–, ha tenido que dejar las amistades de antes y no puede ir a según qué lugares como la playa para evitar recaídas. “Al principio me costó mucho porque son cosas que te jode tener que dejar, es muy duro. Pero ahora estoy mejor y estoy más centrado porque tengo ganas de mejorar”.