La sequía excepcional del último año ya afecta a las reservas de agua

Algunas comarcas centrales sufren una falta de lluvia histórica, mientras que les Terres de l'Ebre pasan por un periodo de humedad poco habitual

La sequía que afecta desde hace más de doce meses a algunas comarcas centrales es realmente excepcional. Las zonas más afectadas por la falta de lluvia son la costa central, muchos lugares del Vallès, el Montseny e incluso el sur de Osona y el Moianès, zonas que en algunos casos son de las más húmedas de Catalunya, habitualmente.

El índice de precipitación estándar que usa el Meteocat para evaluar el déficit de precipitación dibuja un panorama de sequía excepcional, sobre todo si se cogen los datos de los últimos doce meses. En Barcelona, el 2021 fue el año más seco desde 1835: en el Observatori Fabra del Tibidabo cayeron solo 327,6 l/m², el dato más bajo de su historia. En Caldes de Montbui, el 2021 también fue el año más seco como mínimo de los últimos 72 años: solo cayeron 336,4 l/m².

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Aunque las zonas más afectadas por la sequía sean lugares más bien próximos a la costa, las reservas de agua ya notan esta falta de lluvias. A estas alturas los pantanos de las cuencas internas de Catalunya están al 57% de su capacidad, un nivel mucho más bajo que el de justo hace un año, cuando era del 85%. De hecho, el nivel medio de los últimos diez años en esta época es del 73%, un valor muy superior al actual. Una de las situaciones más críticas es la del pantano de Boadella-Darnius, que a pesar de la lluvia de hace algunas semanas se sitúa al 41% de su capacidad. Para encontrar un nivel tan bajo de los embalses de las cuencas internas hay que ir hasta el otoño de 2019, justo antes del temporal de lluvia de octubre y del posterior temporal Gloria durante enero de 2020.

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A finales de octubre ya se declaró la alerta por sequía de los municipios que se abastecen del acuífero del Fluvià y la Muga. 22 municipios, entre los cuales Sant Pere Pescador y la Jonquera, ya tienen limitado el consumo máximo de agua a 250 litros por habitante y día y también tienen limitaciones en el riego de jardines, en la limpieza de calles y en el llenado de piscinas y zonas verdes, y prohibición de llenar fuentes ornamentales.

Fuentes de la Agencia Catalana del Agua (ACA) aseguran que el agua está garantizada como mínimo durante diez meses, a pesar de que en l'Empordà, si no llueve a medio plazo, quedará comprometida el agua para riego agrícola de cara a verano. Las plantas desalinizadoras ya trabajan a un ritmo mucho más alto del habitual: si normalmente funcionan a un ritmo de entre un 20% y un 30% de su capacidad, ahora están trabajando al 85%.

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La clave: el viento de mistral

La sequía es muy fuerte y sobre todo muy persistente, un hecho que sorprende al técnico en investigación del Meteocat Vicent Altava, la persona que sigue más de cerca las sequías en el Servicio Meteorológico de Catalunya (SMC). Según Altava, sorprende tanto la sequía extrema de las comarcas centrales como el periodo extraordinariamente húmedo que han vivido les Terres de l'Ebre durante los últimos meses, dos caras de la moneda que podrían tener un ingrediente común: el viento de mistral. Durante los últimos meses las situaciones de viento de mistral han sido escasas y esto ha favorecido que la humedad fuera alta en el sur y que las situaciones de inestabilidad que llegaran descargaran lluvias muy abundantes, a menudo muy dispersas e irregulares pero repetidas en muchas ocasiones. Una de estas situaciones fue la violenta tromba de agua que dejó más de 200 l/m2 en poca rato en Alcanar a principios de septiembre.

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Por el contrario, en las comarcas donde la sequía es más fuerte es donde a menudo el mistral acostumbra a provocar lluvia. Son las comarcas más escondidas del viento de norte y noroeste, donde a menudo este viento coge la dirección contraria, se vuelve húmedo y propicia situaciones de lluvia que pueden llegar a ser abundantes. Según Altava, la falta de situaciones de mistral durante los últimos meses no tiene una explicación clara ni se puede vincular a ninguna tendencia climática.

Lo que sí llama la atención a los técnicos del SMC es la crudeza de algunas de las sequías de los últimos años. Ninguna de ellas ha sido muy general, pero las comarcas afectadas las han sufrido con mucha intensidad. Es el caso, por ejemplo, de la sequía muy dura y persistente que entre 2017 y 2018 afectó sobre todo a les Terres de l'Ebre, pero también a puntos del Empordà y del Gironès. A pesar de que no hay conclusiones claras ni estudios hechos que vinculen estas últimas sequías fuertes al cambio climático, sí es cierto que estas situaciones encajan con lo que indican las proyecciones sobre cambio climático. El tercer informe sobre el cambio climático en Catalunya augura “un aumento de la gravedad y la ocurrencia de las sequías, sobre todo a partir de mitad de siglo XXI”.

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