Sucesos

Boom del tráfico de hachís en Cataluña: se incautan 43 kg cada día

Los Mossos intervienen un 40% más de esta droga que el pasado año

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BarcelonaChocolate, costo, piedra, barrita... Estas son algunas de las palabras que se utilizan para referirse a la misma droga, el hachís, fabricada a partir de la resina del cannabis. En un momento de aumento exponencial del tráfico de marihuana en Catalunya, el de hachís tampoco se queda atrás: los Mossos d'Esquadra requisan, de media, unos 43 kilogramos al día. El balance de 2023 ya sube a casi 12 toneladas, un 40% más que en 2022. Y eso que el año pasado ya se intervinieron dos toneladas más que en 2021. En total, en los últimos cinco años se han requisado 40 toneladas con un valor de 84 millones de euros.

Los circuitos del hachís son completamente diferentes de los de la marihuana: si en este último caso se desmantelan, sobre todo, grandes plantaciones exteriores e interiores, en el del hachís hablamos de envíos marítimos y terrestres intervenidos. Lo resumió el inspector Antoni Salleras, jefe del Área Central de Crimen Organizado de la División de Investigación Criminal: "Catalunya es un punto de producción de marihuana y un punto de paso del tráfico de hachís". Esta droga no llega por ser consumida en Cataluña, sino por distribuirla por la Unión Europa. "Somos un punto idóneo para descargarla", admitió el inspector de los Mossos. ¿El motivo? Cercanía con la frontera, muchas playas, calas y puertos, carreteras como la AP-7... Pero esto no es un fenómeno nuevo.

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A principios de los años 2000 ya se detectó que Cataluña era una de las puertas de entrada de hachís a Europa. Pero en la última década esto había ido a menos. Desde los Mossos creen que el aumento de la presión policial del Estado en Gibraltar ha provocado que los traficantes vuelvan a la costa catalana. Algunos grupos que hace veinte años tenían toda una red logística para el tráfico de hachís, ahora la han recuperado (y mejorado). Los Mossos lo están intentando combatir: ahora tienen la unidad marítima, drones y la semana pasada estrenaron un escáner en la AP-7 para radiografiar las cargas de los camiones.

El 66% de los operativos de la policía por tráfico de hachís han sido por su introducción por vía marítima. Normalmente, cuando llega por el mar, la droga, según fuentes policiales, viene de Marruecos y se desembarca en el país de varias formas: como en Galicia en los años de la fariña, algunos traficantes aprovechan calas ocultas, desde las Terres de l'Ebre hasta la Costa Brava, con las conocidas como narcollanches, unas embarcaciones que, en algunos casos, se fabrican ellos mismos en talleres clandestinos, como uno que se localizó en Castelló d'Empúries. También los había en otros puntos, como en Rubí. Según los Mossos, esto representa "un paso adelante" de los traficantes.

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Profesionalización

Lo es porque eso quiere decir que tienen ingenieros y mecánicos que fabrican embarcaciones que pueden llegar a valer 350.000 euros. Solo los motores ya valen 30.000, según fuentes policiales, y pueden llegar a llevar tres de 200 caballos cada uno. La profesionalización de los grupos criminales en comparación con los que había hace 20 años también se ve en los fardos. Si antes eran de 30 kilos y estaban preparados de forma "rápida y chapucera", según ha explicado el inspector Josep Antoni López Garzón, jefe de la División de Investigación Criminal de la Región Metropolitana Norte, ahora pesan 36 kg e incluso llevan logotipos para diferenciar el tipo de hachís. Además, si antes sólo tenían un asa, ahora tienen dos para poder llevarlos a sus espaldas.

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Durante este 2023, los Mossos han desmantelado ya 15 grupos criminales, cinco más que en todo el 2022 y 10 más que en el 2021. Los trabajos están siempre muy repartidos. Normalmente, en una lancha acuden cuatro personas: el capitán, tres tripulantes y un miembro de la banda criminal marroquí, que es la garantía de la transacción. De ida, podrían viajar a 200 km/h si quisieran, pero no lo hacen: van lentos para no dejar una estela en el mar que los aviones y los drones de la policía pueden detectar.

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Una vez en la costa, confirman que todo esté bien. Ha habido casos en los que la playa donde debían descargar no era segura, llegando a esperar días a cinco millas de la costa. Aunque suelen priorizar playas poco frecuentadas, a veces optan por la comodidad de un puerto. Sin embargo, después hay que tomar más medidas de seguridad. Lo ejemplifica el caso Pekín: el 5 de febrero un vigilante del puerto de Mataró llamó al 112 advirtiendo de una lancha que hacía movimientos extraños. Fue la policía e intervino 154 fardos con más de cinco toneladas de hachís. En total, la operación se cerró con 26 detenidos unos meses después. Entre ellos estaba un vigilante del puerto al que los traficantes pagaron 15.000 euros para que hiciese la vista gorda.

La policía tardó unos 20 minutos en llegar y los traficantes ya habían tenido tiempo de vaciar una lancha. "En 18 minutos, cerca de 2.000 kilos de hachís ya habían salido del puerto", ha explicado el inspector López Garzón. Quien estaba recogiendo la mercancía era un grupo organizado, tanto que eran varios núcleos familiares del país y buena parte de los detenidos eran familia. Sí que pillaron in fraganti la descarga de una segunda embarcación (había tres). La tercera se había quedado en alta mar, esperando que todo fuera bien, pero tuvieron que llamar a Salvamento Marítimo al cabo de unos días porque más de un tripulante sufría hipotermia. Básicamente, no habían podido moverse: cuando descargan droga, los que están en la costa suelen llevar bidones de gasolina para que la lancha pueda volver. La de Mataró nunca llegó y se quedaron tirados.

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'Vuelcos'

También se quedó echada una furgoneta llena de hachís en la cala de Aiguafreda de Begur hace 15 días. Todavía se está investigando, pero fuentes policiales apuntan a que después de cargar el vehículo algo falló (el agua les atrapó o se quedaron atascados en la arena) y lo abandonaron.

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Lo que está claro es que en el caso de Begur no fue un robo de la mercancía, lo que se conoce como vuelco. De hecho, hay menos en el mundo del hachís que en el de la marihuana. En un año, se han doblado estas situaciones violentas (de 7 a 14) y en la mitad de los conflictos ha habido armas de fuego de por medio. "No es un dato que, a diferencia de la marihuana, nos preocupe especialmente", ha dicho el inspector Salleras. En este sentido, el inspector López Garzón ha añadido que como la marihuana son ubicaciones fijas (plantaciones) es más fácil que haya vuelcos. Aunque las dos drogas vienen de la misma planta, las investigaciones deben encararse de forma totalmente diferente: "En el caso de la marihuana, Cataluña produce una droga cuando nunca lo había hecho. El hachís de ahora es lo de siempre, sólo que vuelve a circular por aquí", ha concluido Salleras.