Investigación sobre drogas

Imanes para ocultar las pastillas y telepollo de cocaína: así se pasa la droga

La presión policial hace que los camellos no lleven la mercancía encima y aumenten los intercambios a distancia

BarcelonaLa droga tiene muchos nombres. En la calle, el chabú y la tina son metanfetaminas. El primer nombre lo llevaron los asiáticos, y el segundo lo utilizan más los americanos. en cambio, viene más del norte de África. Es una mezcla de medicamentos con hachís y cola, una combinación al alza. cafeína, ketamina y colorante rosa. Y nada es difícil de encontrar. de darle la mano ocultando el intercambio de un chivato. La presión policial en la calle, sobre todo protagonizada por agentes de paisano, ha provocado que cada vez más los intercambios sean desde la distancia. Rusia. Los camellos enganchan un imán pequeño, difícil de apreciar a simple vista, en persianas, papeleras y otros objetos metálicos; y todo se hace con bitcoins. Poco después el cliente recibe una ubicación, acompañada de una fotografía con una flecha que indica el lugar exacto donde se encuentra la droga.

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Entregas a domicilio

De manera menos profesionalizada pero con una técnica similar, los camellos que ofrecen torta y marihuana por el centro de Barcelona rara vez llevan la droga encima. Lo esconden por las calles laberínticas de Ciutat Vella, entre las obras, en parques o debajo de mobiliario urbano. También se limitan a acompañar a un cliente hasta un piso donde venden droga o le facilitan la ubicación de una asociación cannábica. Esto complica la labor policial: los agentes deben poder presenciar el intercambio y después perseguir tanto al comprador como al vendedor, que es quien acaba detenido. "Lo importante es que siempre que te pare la policía estés limpio", dice un camello. Suelen actuar coordinados: mientras uno encuentra al comprador, el otro le acompaña a otra ubicación y otro le entrega la droga.

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En el Raval también se ha puesto de moda el telepollo. Son repartidores que a bordo de un patinete van alrededor del centro de la capital catalana repartiendo un pollo (una bolsita con cocaína). Los clientes también han contactado por canales de mensajería instantánea, incluso por WhatsApp. No hace mucho pillaron a un repartidor de telepollo. Después de buscar y buscar, finalmente la policía encontró dónde llevaba la mercancía: la había escondido en el manillar del patinete. En los pueblos, según diversas fuentes, la dinámica sigue siendo más tradicional, con encuentros presenciales entre los camellos y los clientes.

También corren como nunca por las calles las drogas que se inhalan. El popper vuelve a estar de moda, e incluso hay personas que vapean drogas sintéticas.

Las bolsitas que se venden por la calle pueden ir llenas de las drogas más populares, como cocaína, hachís, marihuana o éxtasis. Ahora bien, también se está expandiendo el tráfico de medicamentos como Lyrica y Rivotril. En ambos casos, son fármacos antiepilépticos que sólo pueden comprarse bajo prescripción médica, pero los traficantes han encontrado una oportunidad de mercado. De hecho, las bolsitas que encontraron envueltas entre imanes contenían medicamentos dentro. El margen de beneficio de los camellos es elevado, ya que venden una píldora de Lyrica a tres euros y una de Rivotril a un euro.

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Estos medicamentos tienen un público muy concreto, según explican fuentes policiales y también de los traficantes, y son los jóvenes que se dedican, sobre todo, a robar. ¿Por qué? Estos medicamentos suelen desinhibir, subir la adrenalina, y se los toman para perder el miedo antes de cometer un robo con violencia callejera. En la parte final de la rambla del Raval, por ejemplo, es muy visible el tráfico de estos fármacos, donde juega un papel importante la figura de un tercero con receta que va a buscarlos a la farmacia y luego los vende. Además, ya se están combinando con otras drogas, como el hachís, y han salido nuevas sustancias como el karkubi.