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Un joven denuncia a la Sala Apolo después de recibir una paliza de los vigilantes

Tiene el tímpano reventado y secuelas emocionales por la agresión; a la discoteca no le consta

Mar Bermúdez i Jiménez
y Mar Bermúdez i Jiménez

Barcelona"El tímpano reventado, las rodillas con costras, moratones en el bíceps, una costilla que me molestaba al respirar porque tenía una contusión...", son las lesiones que describe al ARA J.A. después de ser golpeado por varios vigilantes de Sala Apolo de Barcelona. El joven ha interpuesto una denuncia en los Mossos contra el establecimiento por la agresión que sufrió la noche previa a la verbena de Sant Joan, una noche que le ha dejado secuelas físicas y emocionales.

J.A. salió de fiesta la noche del 22 de junio a una de las discotecas más conocidas de Barcelona, que frecuenta de vez en cuando: Sala Apolo. Todo iba bien hasta que en un momento un grupo de unas 15 o 20 personas, entre ellos él y sus amigos, subieron a bailar al escenario junto a la mesa del DJ. Al cabo de unos minutos, los miembros de seguridad del establecimiento hicieron bajar a todo el mundo, pero de repente uno de ellos se acercó a J.A. y le dijo: "Tú y yo vamos a hablar fuera". A continuación lo empujó por la espalda hacia la salida.

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Mientras lo acompañaba a la puerta de la discoteca, desconcertado, empezó a ver que "alguna cosa no iba bien", explica el joven. Intentaba hablar con el vigilante para entender qué estaba pasando y por qué le estaban echando del local, pero no obtenía respuesta. Una vez en la puerta, llegó más personal de seguridad y a pesar de que J.A. todavía quería comunicarse con ellos y comprender la situación, todo empeoró: "Uno me tiró al suelo, vinieron dos más y se me echaron encima. Entonces me inmovilizaron y me empezaron a dar golpes", explica. Unos golpes que le causaron varias lesiones. J.A. pidió auxilio y, a pesar de que recuerda que había gente alrededor, y de que alguien "les decía que pararan", siguieron: "Claro, ¿quién se metería de por medio en una situación así?", dice él mismo.

Después de la paliza le pusieron unas esposas y lo llevaron a una sala privada de la Apolo. Allá todavía recibió una bofetada a la intentar, por última vez, hablar con los vigilantes. Sólo le decían que él había intentado agredir un miembro del equipo de seguridad, hecho que niega rotundamente. Entonces se limitó a sentar y esperar, hasta que llegaron unos agentes de los Mossos d'Esquadra, que se limitaron a decirle que podía marchar. J.A., que no daba crédito a lo que estaba viviendo, preguntó a los policías qué tenía que hacer para poner una denuncia. Uno de ellos le dijo que lo mejor que podía hacer era "irse a casa a descansar", pero después de insistir el otro le detalló los pasos a seguir.

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Entonces el J.A. avisó a sus amigos, que "primero se pensaron que era una broma", y se marchó directamente al CAP más cercano a solicitar un informe médico de las lesiones recibidas. Con este informe y otro posterior de las urgencias de un hospital, donde le diagnosticaron que debido a los golpes tenía un tímpano perforado, unos días después fue a interponer la denuncia. Todavía tiene el tímpano mal y le ha costado asumir lo que vivió. "Fui a trabajar al día siguiente y recuerdo que se lo expliqué todo a mi jefe, todavía en estado choque. Al día siguiente, sin embargo, me encontré mucho peor y no pude ir al trabajo". Se ha tenido que medicar, tanto por los dolores físicos como por el malestar general, y ha estado una semana de baja laboral. Lo que tenía que ser una noche de fiesta acabó siendo un calvario que ahora está en manos de la justicia y que J.A. tendrá que continuar digiriendo emocionalmente.

El ARA ha tenido acceso a la denuncia y Sala Apolo asegura que a estas alturas no tiene constancia de los hechos.