Sucesos

Limpiar el escenario de un crimen: "Yo sé qué olor huele a la muerte"

No existe un protocolo establecido ya menudo es la familia la que se hace cargo de la desinfección o contrata a una empresa

BarcelonaSólo con el simple gesto de abrir la cerradura, ya nota ese hedor tan característico. Tanto, que apenas puede describirla y poco se atreve a compararla. Habla del hedor de las cloacas después de un día de lluvia, o de carne podrida con toques metálicos. "La gente no sabe de qué huele la muerte. Yo sí", comenta Jesús Rodríguez. Totalmente protegido con un EPI, se adentra en el interior de la casa. Admite que cuanto menos sabe de la víctima, el asesino y la familia, mejor; pero que es inevitable mirar las fotografías o reseguir y reconstruir todo lo ocurrido en ese domicilio. El charco de sangre en el lavabo; el primer apuñalamiento. La huella de la mano en la cerradura de la puerta; el intento de escapatoria. Y la alfombra totalmente manchada; la última escena del escenario de un crimen. Él será el encargado de limpiarlo.

Lo fotografía todo, cada detalle. Después de horas de limpieza, volverá a realizar el mismo ejercicio para poder demostrar el trabajo realizado. Todo el textil, fuera. Sábanas, alfombras y cortinas también. ¿Dónde va después? Normalmente, se quema. Siempre, eso sí, con el aval de su familia. Rodríguez va repitiendo: "Lo que paga manda". Rubén Sánchez se dedica a lo mismo. Y explica que el suyo no es un trabajo estético, de dejarlo todo impoluto como si nada hubiera pasado. La prioridad es hacer desaparecer cualquier rastro de sangre o restos biológicos para eliminar "gérmenes y bacterias". A menudo no son visibles. Por eso, si es necesario, levantan parqué, o desatornillan armarios empotrados.

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Rodríguez explica que lo primero que hacen es poner en marcha una bomba que purifica el aire y elimina bacterias. Después retiran todos los restos biológicos y utilizan todo tipo de productos químicos para desinfectar todos los rincones. También limpian los pasillos, aunque sean comunitarios, y en ocasiones deben bajar a los pisos de abajo. Sánchez recuerda el caso de un vecino que tenía una gotera de sangre en el techo. Su debut en la empresa Profi-Net, fundada por un forense que con el tiempo se dio cuenta de que las familias no sabían a quién acudir para limpiar el escenario de un crimen, le recordará siempre: "Me esperaba sangre, pero no insectos. Vi que algo se movía.

Su trabajo se le conoce como una limpieza traumática, precisamente el nombre de la empresa de Rodríguez (Limpiezastraumaticas.com), y no sólo engloba crímenes, sino también muertes naturales y otros casos complicados, como limpiar pisos de personas con síndrome de Diógenas. Rodríguez dice que cuando los llaman normalmente tardan entre dos o tres horas en llegar. Pero no van justo después del crimen. Los Mossos d'Esquadra precintan la casa durante unos días o una semana y después entran ellos. Quien les llama no suele ser la policía, sino la familia de la víctima, o el propietario del piso. Antes, Sánchez siempre se asegura de que no será cómplice de ningún crimen y siempre llama a la policía para saber si han practicado el levantamiento de un cadáver en ese punto. Si no, cualquier asesino le podría llamar para limpiar la sangre de un crimen que todavía no conoce a nadie y él podría convertirse en un Winston Wolfe, el solucionador de problemas de Quentin Tarantino que limpia el escenario de un crimen en Pulp fiction.

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Sin protocolo

Puede parecer sorprendente que en un tema tan delicado como éste y que afecta tan directamente a la salud pública no haya ningún protocolo establecido. En el espacio público siempre limpian los servicios municipales, pero dentro de un domicilio no está tan claro. Rodríguez y Sánchez solo acuden cuando los llaman, ya veces las familias no saben que existen estas empresas o quieren hacerlo ellos mismos. Es el caso, por ejemplo, de un reciente suicidio. El hermano del difunto acabó limpiando la sangre de la estancia. O de un crimen en El Prat de Llobregat de hace unos años en el que la propietaria del piso tuvo que limpiar toda la sangre que había dejado un brutal tiroteo en el que murieron dos personas. Y no hace falta ir tan lejos. Hace un año asesinaron a Sandra, una mujer trans, en un piso de Sant Martí de Barcelona. El charco de sangre pasó por debajo de la puerta que daba a un pasillo comunitario que quedó lleno de huellas rojas. La vecina de al lado sacó una fregona y lo limpió ella. Otro ejemplo más reciente: hace un mes un niño murió apuñalado por su padre, que también intentó matar a la madre, en Bellcaire d'Empordà. La madre fue a pedir auxilio en la puerta de enfrente, y dejó el interfono totalmente manchado de sangre. Lo limpió el propietario de esa casa.

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Asesoramiento

La casa de la mujer de Bellcaire sí la limpió una empresa especializada. Rodríguez explica que los casos que más le afectan son precisamente los que involucran a criaturas y los de violencia machista. "No es un trabajo fácil, llegas a casa y sigues pensando en la cara del niño", admite, y añade que cada dos meses todos los trabajadores hacen una sesión con una psicóloga. Fuentes de los Mossos d'Esquadra apuntan a que ellos nunca recomiendan una empresa concreta a los familiares y que tampoco son ellos los que les llaman. Ahora bien, sí que a veces (depende de cada caso) recomiendan a la familia o al ayuntamiento contratar a una. Es el caso de Bellcaire.

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De repente, el alcalde se encontró con esta delicada carpeta sobre la mesa y llamó (también guiado por los Mossos) al último ayuntamiento de su provincia que había vivido un caso parecido. Marcó el teléfono del Ayuntamiento de Olot, donde hubo un feminicidio muy violento a principios de año, y le recomendaron que contratara a la misma empresa a la que ellos habían acudido. Y así lo hicieron. Pagaron unos 500 euros. ¿Normalmente paga el ayuntamiento? Cada caso es un mundo. En Semana Santa hubo otro feminicidio en Amposta, y en este caso el ayuntamiento no pagó nada. Ni tampoco el de Tàrrega en un asesinato a final de año. En Barcelona tampoco suelen hacerlo y esa heterogeneidad de criterios precisamente demuestra que no existe ningún protocolo establecido. Caso por caso, crimen por crimen.