Sucesos

"No puedes mantenerte al margen de los señores de la droga": la figura de Bubito planea sobre el juicio contra dos mossos

El estibador al que colocaron cocaína y armas en el coche asegura que el cerebro de la operación fue David Caballero

Barcelona"Es difícil mantenerse al margen de los señores de la droga, siguen teniendo mucha influencia. Hay gente que se une por miedo. Son intocables. Querían que trabajara para ellos, y yo me negué". El estibador del Puerto de Barcelona Carlos L. ha declarado este martes en un juicio que él vive como víctima: cuatro hombres, dos de ellos agentes de los Mossos d'Esquadra, se sientan en el banquillo de los acusados ​​por haber puesto droga y armas en su coche en 2016 e intentarlo involucrar en un delito. Los hechos se juzgan en una sala pequeña de la Audiencia de Barcelona y Carlos L. ha hablado a menos de un metro de los cuatro acusados. "No, yo no los conocía", afirmó mientras repasaba, uno a uno, a los cuatro hombres. Uno de ellos respondió también negando con la cabeza.

El estibador defiende que estos cuatro hombres fueron los ejecutores de un plan para acusarle falsamente, pero que no lo pensaron ellos. Carlos L. aseguró que David Caballero, el estibador conocido como Bubito, fue uno de los "cerebros" por los conflictos que había tenido y también por haberse negado a trabajar para él, para un "señor de la droga". La víctima ha denunciado que Bubito, asesinado hace casi un año en Montgat por una venganza por drogas, era un "confidente intocable" de la policía. Al principio, hace años, se conocían de trabajar en el Port y tenían una relación "cordial". "Tenía impunidad, delinquía sin miedo, se dedicaba al tráfico de cocaína", ha precisado Carlos L.

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La enemistad comenzó porque, según el estibador, Bubito acusó falsamente a un amigo suyo de dedicarse a la droga, y acabó en prisión. Luego le atribuyeron ser el creador de una página web, Los Sapos del Puerto, que revelaba quiénes eran los "señores de la droga del puerto", entre ellos Bubito y Albert G., otro estibador que también ha aparecido en varios momentos del relato. La sombra de Bubito planeó sobre el juicio, pero en ningún momento constó como investigado. De hecho, la jueza que instruyó el caso no permitió a la policía poner el foco en David Caballero e hizo que la investigación se centrara en los hechos y cuatro acusados.

Todo ello, según Carlos L., desembocó en el intento de involucrarle en un caso de drogas. El presidente del tribunal fue categórico e insistente con que sólo se estaba juzgando quién le puso la droga y las armas en el coche, interrumpiendo en varias ocasiones los interrogatorios de los abogados de la víctima y de la defensa. Aquel día Carlos L. salía de un gimnasio cercano a la plaza Francesc Macià de Barcelona cuando unos mossos le detuvieron y le pidieron que abriera el maletero. "Sabían dónde estaba la droga, prácticamente no buscaron", precisó. Uno de esos agentes es el cabo que le escuchaba desde el banquillo de los acusados ​​y que se enfrentaba a dieciocho años de cárcel. "Era una vendetta, no era mío", ha continuado Carlos L. También ha denunciado que estuvo cinco horas esposado y que desde entonces no vive tranquilo. "En cualquier momento te pueden echar al suelo la puerta de casa. Han intentado por todos los medios que yo hoy no estuviera aquí", ha narrado.

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La llamada

Los otros dos acusados ​​son mecánicos que, según el relato de la Fiscalía, fueron los encargados de colocar el material ilegal en el coche de Carlos L. Eran un tío y sobrino que tenían antecedentes por tráfico de drogas y que habían estado vinculados a los Casuales. El siguiente paso del entramado fue una llamada a la comisaría de San Martín para delatar a Carlos L.. Un tal "Alberto" (identificado como uno de los mecánicos) pidió hablar con un tal "Trinio", un agente de la comisaría conocido por tener informantes. Alberto denunció que había un coche, un Volkswagen Golf, con droga y armas en el interior en la zona de Francesc Macià. Así es como se activó todo.

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Tras Carlos L. ha declarado un sargento de los Mossos de la Unidad de Investigación de Sant Martí, que fue uno de los encargados de investigar los hechos y, a la vez, era el superior de los dos mossos acusados. Desde un principio sospechó: "Éramos la comisaría más lejana, no encajaba que nos llamaran a nosotros". El agente que cogió la llamada incriminatoria detectó que el interlocutor hablaba como "si tuviera el mensaje aprendido". "Es él quien levanta todas las sospechas", ha dicho el sargento. No tenía ningún informador que se llamara Alberto. Llamar a la comisaría no era la fórmula de comunicarse con él y, además, le llamaban por su nombre de pila. "Todo apuntaba a que detrás de eso había agentes", concluyó. Con los meses descubrieron que ambos agentes consultaron la ficha de Carlos L. antes de los hechos.

"El señor Carlos L. en todo momento mantuvo la misma versión, que la orden le había dado David Caballero", continuó el sargento, y precisó que le hicieron un seguimiento que "no aportó nada". Los nombres del cabo y el agente acusados ​​no eran nuevos para Asuntos Internos: "Nos dijeron que llevaban dos años tras ellos", afirmó el sargento. El juicio continuará el miércoles con la declaración de agentes de Asuntos Internos.