La prisión de Ponent, la primera en apartar condenados por homicidio de la cocina del centro
Lledoners también hace el cambio, pero Justícia alega motivos reglamentarios en este caso
BarcelonaLa prisión de Ponent y la de Lledoners han salvo la cocina los internos condenados por homicidio u otros delitos de sangre, según avanzó TV3 y confirmaron al ARA fuentes del departamento de Justicia. La conselleria desvincula la decisión a Lledoners delasesinado de una cocinera en Mas de Enric a manos de un preso y alega "motivos reglamentarios", sin detallar cuáles son. En el caso de Ponent, el movimiento sí estaría motivado por el crimen y la dirección del centro de Lleida ha ejecutado ya cinco cambios de destino de internos que trabajaban en este servicio.
Fuentes gubernamentales remarcan que "en el contexto actual" la prioridad es reforzar la seguridad y la percepción de seguridad, y no ven problema al realizar estos cambios si algún director o la junta de tratamiento –formada por juristas, psicólogos, educadores y trabajadores sociales– considera que, preventivamente, es necesario modificar el destino de algunos presos del servicio de cocina. También recuerdan que la consejera de Justicia, Gemma Ubasart, anunció que se revisarían los criterios para acceder a estos puestos de trabajo. Pese al conflicto entre funcionarios y el departamento, que el asesinato de la cocinera de Mas de Enric ha hecho aflorar, desde Justícia se limitan a decir que estos movimientos son "naturales".
Para trabajar en la cocina de una cárcel, que es el puesto de trabajo mejor pagado y con mayor demanda en el centro, el Centro de Iniciativas para la Reinserción (Cire) se encarga de la contratación tanto de los cocineros o técnicos de formación profesional como de los reclusos, que sólo pueden aspirar a ellos si tienen un buen comportamiento. En el caso de los trabajadores, entre los méritos para ocupar una plaza en la cocina es necesario tener experiencia en el sector de la restauración y se da puntuación extra por tener alguna titulación. También se valoran los conocimientos en informática y en otras lenguas, además de la catalana, pero no existe ningún requisito que obligue a tener alguna formación en resolución de conflictos o trabajo en equipo.
En cuanto a los internos, la junta de tratamiento –que depende de la cárcel y es quien decide si un preso puede empezar a tener más libertad y, por ejemplo, trabajar en la cocina– utiliza el RisCanvi, una herramienta que funciona a partir de algoritmos y que ayuda a prever qué riesgo tiene cada interno de reincidir. Tiene en cuenta, por ejemplo, su nivel de hostilidad y su capacidad para hacer planes razonables de futuro o si existe riesgo de que un recluso se autolesione, cometa un delito, sea violento o no, o pueda atacar a otro interno o un trabajador del centro. Este órgano puede contradecir el resultado del algoritmo, en marcha desde 2009, pero debe justificarlo.