Inmigración

"Tengo veinte años, pero no me dejan salir sola de casa si no voy con mi hermano de nueve"

Chicas que han crecido aquí pero que son de origen inmigrante denuncian un control total de su familia

BarcelonaNinguna está dispuesta a que su nombre real aparezca en este reportaje, y la mayoría prefiere hacer la entrevista por teléfono. Algunas son menores de edad, adolescentes: su voz y la manera de expresarse las delatan. Aunque es igual la edad que tengan porque todas explican historias similares. Soraya tiene 20 años, es de origen marroquí, y asegura que sus padres no la dejan salir sola de casa. Siempre tiene que ir acompañada de su hermano de nueve años, o de su hermana de quince. Sukleen, de 16 años y nacida en India aunque criada aquí, lamenta que sus padres no la dejan relacionarse con chicos. Y Laila, también de 16 pero originaria de Bangladesh, recibió una paliza de su padre por el simple hecho de querer estudiar música.

El pasado 28 de enero un grupo de educadores del barrio del Raval de Barcelona hicieron público un comunicado a través del canal de televisión Betevé en el que denunciaban que chicas de origen inmigrante tienen prohibido hacer deporte, música, danza, ir de colonias o incluso algo tan inofensivo como dar una vuelta con sus amigos. Sólo pueden ir de casa al instituto y del instituto a casa. Todas son jóvenes que se han criado aquí, tienen una mentalidad occidental, hablan catalán, pero sus padres son inmigrantes. El Ayuntamiento de Barcelona aseguró entonces no tener constancia del problema.

El ARA ha indagado durante semanas: ha hablado con educadores, docentes y jóvenes, y ha comprobado que lo que denunciaban los profesionales es cierto. No se trata de casos puntuales sino que el problema sería más grande de lo que creemos, se arrastra desde hace tiempo y el Ayuntamiento estaba perfectamente informado. Y todavía más: se extendería más allá del barrio del Raval y puede ser el paso previo a un matrimonio forzado.

Llama la atención que todos los profesionales con los que este diario ha hablado han solicitado el anonimato. Temen perder el trabajo o la confianza de las familias inmigrantes, y lamentan que las administraciones se laven las manos escudándose en que el problema es un melón demasiado grande que, si se abre, puede fomentar la xenofobia. ¿Realmente debemos mirar hacia otro lado?

Cargando
No hay anuncios

La voz de alarma

El 30 de noviembre del 2023 un centro educativo ya dio la voz de alarma en el consejo escolar municipal del distrito de Ciutat Vella. Su responsable expresó su preocupación sobre este problema, según consta en el acta de la reunión. También en esas fechas diversas entidades de peso que forman parte de la Taula Jove del Raval, un ente de coordinación de entidades del barrio en el que participan técnicos municipales, acordaron constituir una comisión dedicada a este tema y recoger en un documento común los casos que detectaran.

El ARA ha tenido acceso a ese documento: “Chica de 15 años dice que su padre la pega con un palo por relacionarse con chicos del casal”, “chica de 14 años tiene asumido que su familia le escogerá marido a partir de los 18 años”, “chica de 12 años deja de ir a piscina después de la primera menstruación”. Son ejemplos de algunas de las decenas de incidencias recogidas en pocos meses.

En primavera del 2024, también en la Taula Jove, los técnicos municipales instaron a las entidades del barrio a que contabilizaran el número de chicas y chicos que participaban en las colonias y casales de verano para comprobar si realmente había una diferencia substancial de género. Sin embargo, solo tres entidades lo hicieron.

Cargando
No hay anuncios

El pasado 15 de noviembre educadores del barrio se reunieron con técnicos del Ayuntamiento para insistir en el problema y solicitar que la administración tomara de una vez cartas en el asunto. La respuesta que recibieron es que, si los educadores detectaban algún caso, lo trasladaran a servicios sociales. “Eso expone a las chicas y provocará que las familias que aún llevan a sus hijas a actividades extraescolares dejen de hacerlo”, lamentan los educadores, que consideran que esa no es para nada la solución.

Por eso en enero hicieron público el comunicado de denuncia y formaron un colectivo que han bautizado con el nombre de Per Elles. Porque, dicen, lo hacen por esas chicas y por sus derechos. Su objetivo es constituirse formalmente como asociación para seguir detectando nuevos casos, convertirse en referente en la demarcación de Barcelona, y presionar a las administraciones para que hagan algo.

“Estas situaciones han ido in crescendo. Yo, como educadora, ya no sé qué hacer, pero lo que tengo claro es que no se puede esconder el problema debajo de la alfombra”, afirma una de las profesionales de este colectivo. Según dice, las restricciones empiezan en cuanto las chicas tienen la menstruación. “Las familias solo les permiten hacer refuerzo escolar o como máximo ir a la biblioteca. Algunas también aceptan que cursen estudios superiores, pero solo porque les dará estatus para encontrar un marido mejor”. E insiste: “Hacemos de altavoz de lo que nos expresan las chicas, no es nuestra mirada blanca. Y esto no solo ocurre en el Raval: también pasa en Vic, Gelida, Ciutat Meridiana…”.

Cargando
No hay anuncios

La responsable de un centro educativo lamenta “el buenismo mal entendido” que existe sobre la comunidad inmigrante. “Tenemos que picar mucha piedra para que estas chicas vayan de colonias. La sociedad se ha polarizado, y estas familias también”. Eso mismo corrobora una educadora que no forma parte del colectivo Per Elles pero sí de una importante entidad del Raval: “Son chicas rotas por dentro. Se han formado aquí, pero no pueden hacer lo que desean”.

Laila tiene 16 años, nació en Bangladesh pero ha vivido toda la vida en Barcelona. Su pasión es la música. Ha hecho clases de violín desde los ocho años, pero a los doce su padre le prohibió continuar. “Decía que la música me desconcentraba de mis estudios, pero no es cierto porque yo sacaba buenas notas”, dice con una vocecita tímida al otro del teléfono. Su padre le propinó una paliza y le rompió el violín para que no tocara más.“Expliqué lo que había pasado a los monitores del casal y unos trabajadores sociales fueron a hablar con mis padres. A raíz de eso, me tratan con más respeto. Siempre he deseado que un día pudiéramos levantar nuestra voz”.

Soraya, de origen marroquí, prefiere hacer la entrevista por escrito a través del WhatsApp. Ella querría ser futbolista. Empezó a destacarse con el balón cuando era pequeña, pero en cuanto llegó a la pubertad sus padres le prohibieron que continuara jugando a fútbol. Ahora tiene 20 años. “Mis padres me han dicho que me van a buscar un marido y no me dejan salir de casa sola. Siempre tengo que ir acompañada de mi hermano de nueve años, o de mi hermana de quince”.

Cargando
No hay anuncios

Ninguna relación con chicos

“Antes iba a jugar a pimpón al parque, pero una amiga de mi madre me vio que estaba jugando con unos chicos, se lo dijo a mis padres y no me dejaron ir más”, lamenta Sukleen, de 16 años y origen indio. Para que no le quedaran ganas de relacionarse más con chicos, su padre también le pegó una paliza. “Tampoco puedo ir a piscina, ni al casal de verano”.

Enaam, de 20 años y origen marroquí, es una de las pocas que ha accedido a una entrevista presencial y a que se publique su nombre real. Tiene cara de niña y las ideas muy claras. El verano pasado su hermano mayor la agredió y la encerró en casa durante horas para impedir que fuera a trabajar. Tuvo que intervenir la policía. “Quería que le enseñara el contrato para saber cuánto cobro, pero yo no se lo quiero enseñar porque si no me quita todo el dinero. Yo ya contribuyo a los gastos de casa con 200 euros cada mes”, explica.  

Hay muchos casos más: Mariam, de 16 años y familia pakistaní, asegura que ella no tiene ningún problema con sus padres, pero que le recomiendan que no se relacione con catalanes porque “son una mala influencia”. Khadija, de origen marroquí, huyó de casa a los 19 años con la ayuda de la asociación Valentes i Acompanyades para evitar un matrimonio forzado: “Mis padres pensaban que sería una puta, que no haría nada con mi vida. Y soy una persona trabajadora y con éxito”. Ahora tiene 27 años y es programadora informática.

Cargando
No hay anuncios

"Si una chica tiene novio se considera que es una puta. Y bailar y cantar también está mal visto porque es una forma de atraer al otro sexo", afirma Huma Jamshed Bashir, presidenta de la asociación de mujeres paquistaníes ACESOP, que aclara que todas estas creencias tienen más que ver con la tradición que con la religión. También asegura que las familias son incluso más estrictas aquí que en sus países de origen porque “hay más oportunidades”. Es decir, las jóvenes tienen más posibilidades aquí de descarriarse.

Asimismo lo confirma la trabajadora social de origen marroquí especializada en violencia de género Hakima Abdoun Serrak. Según dice, las familias pueden ser más o menos radicales, pero para todas su principal preocupación es el honor y el qué dirán. “Lo más importante es que la chica llegue virgen al matrimonio, así que cuanto menos socialice, mejor”. Abdoun Serrak creó una plataforma en 2019 junto a otras jóvenes para visibilizar que “no se trata de un problema personal, sino colectivo”. Es decir, todas estas chicas deben pasar por el mismo tubo y no es sólo una situación específica del Raval. La plataforma se llamaba Neswia, daba voz a estas jóvenes en las redes sociales y tenía un grupo de apoyo de WhatsApp.

Matrimonios forzados

“Las madres son las que presionan más. Tienen la responsabilidad de criar a las hijas y no pueden fallar. Hacen chantaje emocional: incluso amenazan con suicidarse”, explica Abdoun Serrak, que también asegura que “los matrimonios forzados son solo la punta del iceberg”. “Antes de llegar hasta ahí, las chicas pasan por todo ese proceso de control”. Ser mayor de edad tampoco las salva: “Su nombre [extranjero] es un impedimento para encontrar un alquiler o un trabajo”. O sea, no es tan fácil irse de casa.

Cargando
No hay anuncios

La plataforma Neswia dejó de estar activa hace tiempo. Según Abdoun Serrak, requería demasiada dedicación y no recibieron el apoyo que esperaban: “Lo que más duele es el silencio de las izquierdas, de los que crees que te van a proteger. Eso es lo que más nos ha quemado a todas”.

El Síndic de Greuges ha abierto una actuación de oficio a raíz del comunicado de denuncia de los educadores del Raval. Por su parte, el Ayuntamiento de Barcelona ha contestado lo siguiente tras saber que el ARA tiene pruebas que el consistorio conocía el problema desde hace tiempo: “Nos consta que existe esta inquietud. Desde los servicios municipales estamos analizando si realmente está fundamentada y cuál sería su alcance, pero en estos momentos no tenemos todavía datos para hacer una valoración”.

El departamento de Derechos Sociales destaca que la partida que destina al ocio socioeducativo de jóvenes de familias vulnerables pasó de los 892.162 euros en 2023 a los 1,7 millones en 2024, cosa que supone un aumento del 99,24%. Eso, no obstante, no garantiza que las chicas de origen inmigrante participen.  

Cargando
No hay anuncios

Y el departamento de Feminismo e Igualdad ni siquiera se ha puesto manos a la obra de verdad por prevenir los matrimonios forzados. En octubre de 2023 aprobó un nuevo modelo de abordaje de esta problemática con 49 medidas precisas para el 2024 y 2025 y que actualizaba el protocolo que ya existía desde el 2020. Sin embargo, la mayoría de las medidas previstas para el año pasado no se llevaron a cabo: ni se elaboró una guía sobre medidas de autoprotección en diferentes idiomas, ni se creó un espacio web con información específica sobre este tema, ni se realizó una prueba piloto de prevención con grupos de mujeres y hombres…

Matrimonios forzados en Cataluña

Nenes i dones ateses pels Mossos d’Esquadra
Casos atesos per l’Associació Valentes i Acompanyades
Per nacionalitats l’any 2023
Cargando
No hay anuncios

“Los agentes que tienen que trabajar estas medidas cambian con los gobiernos, y en septiembre hubo un cambio de gobierno y hay que ponerlo todo en marcha de nuevo”, se justifica la directora general para la erradicación de las violencias machistas, Belén Gallo García, que asegura que, no obstante, ya han empezado a formar a los profesionales en este tema. Sin embargo, sigue sin existir nada práctico, tangible, claro para prevenir los matrimonios forzados, salvo en contadas excepciones. En la Garrotxa, por ejemplo, sí que hay un protocolo específico del consejo comarcal que detalla los contactos de los profesionales con nombres y apellidos a los que hay que recurrir en esos casos, y enumera las señales que deberían hacer saltar las alarmas. Entre esos indicadores hay precisamente que una chica tenga entre 14 y 18 años y el excesivo control familiar.

“A mí me habría ayudado que alguien me preguntara si me pasaba algo, si tenía algún problema”, dice Khadija, cuando se le pregunta cómo se podría ayudar a otras chicas que, como ella, tendrán que pasar por ese mal trago. “Hay que hacer un trabajo socioeducativo con las comunidades”, propone Abdoun Serrak. Y Carme Vinyoles, directora y cofundadora de una de las pocas organizaciones catalanas especializadas en matrimonios forzados, Valentes i Acompanyades, considera que es necesaria una campaña institucional y dedicar recursos para atajar ese problema. Sea como sea, todas coinciden en que la administración es la que debería ponerse manos a la obra.

“Entendemos el temor ante el crecimiento de la extrema derecha y la proliferación de los mensajes de odio contra la población inmigrada, pero es importante que se visibilice una violencia machista que nada puede justificar”, añade Vinyoles, que también opina que hacerlo dará sus réditos: “Esas chicas no harán lo mismo a sus propias hijas. Serán un actor de cambio para su propia comunidad”.