Vendedores de petardos: “Al que le gustan, compra igualmente”
No se teme el llamamiento a la precaución y es demasiado pronto para notarlo
BarcelonaDespués de los múltiples incendios de los últimos siete días, los petardos se han puesto en el punto de mira. A pesar de que no está sobre la mesa ninguna prohibición generalizada, algunos ayuntamientos ya han anunciado que no se podrán lanzar petardos ni hacer hogueras en sus municipios por el riesgo de fuego. Unas medidas que se suman al llamamiento de las autoridades catalanas, que han pedido precaución con los petardos por la verbena de San Juan. Pero esta petición de prudencia no asusta a los vendedores, que dicen que todavía es demasiado pronto para saber si se nota porque los compradores “se esperan al último día”.
Solo faltan unas 48 horas para la verbena, pero este martes las paradas de pirotecnia de Barcelona no tienen una actividad frenética de venta. Todo al contrario. Por la mañana casi no hay nadie y por la tarde se ven algunos interesados más, sobre todo niños que ya no tienen que estar en clase. A pesar de la poca presencia de compradores, Juan, que hace una veintena de años que vende petardos, explica que hasta ahora se ha mantenido el ritmo habitual. “La verbena es el día más fuerte”, remarca, y no tiene claro que los clientes se tomen muy al pie de la letra el llamamiento a la precaución: “A quien le gustan los petardos, los compra igualmente”. En todo caso, dice que el tiempo ha hecho cambiar los gustos de los clientes, que antes querían más petardos y más potentes.
Maite es una de las compradoras que pasa por la parada, en el barrio de El Clot, porque sus hijos adolescentes le piden petardos. “No acostumbramos a gastar mucho”, asegura, y antes de tomar alguna decisión coge un folletín para mirar qué tirarán por la verbena, pero avanza que no destinarán más de 20 euros. Xavier acaba de comprar unas bengalas, unas bombillas y unos cohetes: “Lo mismo de cada año”, apunta, y cuando se le pide si se ha pensado dejar de lanzar por el peligro de incendio, responde que, como los tirará en una zona urbana, no cree que haya riesgo.
Petardos menos potentes
Unos metros más allá, en una parada de la Meridiana, Gisela confía que este miércoles y jueves remonten las ventas. “El año pasado también pasó, que hasta los dos días antes la gente no se animó”, explica. Lo que más están vendiendo son las bengalas y las bombillas, y cuenta que tendrán que esperar a la verbena para que los clientes tengan interés por los petardos “más fuertes”. “Antes importaba si eran potentes. Ahora son los colores”, asegura. En la parada, Gisela está acompañada de María, que ha vivido muchas ventas de San Juan “y también de la verbena de San Pedro, que esta ya no se celebra”. Según ella, los productos que ahora tienen éxito son los más “tranquilos y sencillos”.
Íngrid y Chelo venden en una parada del paseo Maragall de Barcelona. “Todavía no hay acumulación de gente”, como se puede comprobar estándose un rato: “Solo compran una caja de unas bombillas y dicen que volverán”. Prevén que el día de la verbena se formen colas y que las vallas que han montado para poner orden a las aglomeraciones hagan su función. “El 23 de junio puede ser horrible”, pronostica Íngrid.
Piensa que el llamamiento a la prudencia puede afectar los petardos más potentes, a pesar de que los clientes acostumbran a descartar los cohetes si van a una zona boscosa: “La gente es bastante consciente”. Las vendedoras dicen que “prefieren advertir” y se preocupan de preguntar a los compradores dónde lanzarán el material. Según esto, les recomiendan una pirotecnia u otra para evitar que haya peligro.
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