Sucesos

Temporal en el Ebro: "Si no llegan a tener el piso de arriba no lo contamos"

La tormenta 'Alice' convirtió al pueblo de Godall en un río

Godall (Montsià)"No nos ha entrado nada, hemos tenido una suerte increíble", explica Mari Pau, la farmacéutica de Godall (Montsià) a sus vecinas. Pero tampoco sonríe. La desgracia del pueblo no lo permite. Este lunes por la mañana, cuando se ha levantado el día, todo el mundo ha salido de casa para comprobar los estragos de la dana. La mejor noticia es que no hay muerte alguna, pero viendo el estado del pueblo parece imposible. Godall es el punto que ha salido más perjudicado del temporal Alice, y pese a la determinación de sus vecinos, que hoy no paraban de limpiar el pueblo con palas, escobas y tractores, tardarán en recuperarse.

A Simona aún se le desencaja la cara cuando recuerda la tarde del domingo. El matrimonio de más de 90 años que cuida estaban solos en casa y cuando vio la cantidad de agua que caía recordó aterrorizada que viven en una planta baja. "Salí de casa corriendo, pero no podía llegar. Veía cómo el agua estaba entrando por la ventana de su casa, pero no podía llegar. Había mucha agua", recuerda. No quiere ni pronunciar la palabra, pero es evidente que imaginó el peor escenario.

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Cuando bajó el nivel del agua se decidió a cruzar la calle y abrió la puerta de la casa. Dentro estaban los dos ancianos sentados en las sillas con las piernas levantadas. "Se había marchado la luz y estaban asustados, no entendían qué estaba pasando", dice. Otro vecino también pensó en los ancianos y se coló por una ventana del almacén contiguo, totalmente inundado, y entró en el comedor casi al mismo tiempo que Simona. "Entre ambos les subieron al piso de arriba", dice. El hijo de la pareja, que vive en Amposta, también subió al rescate de sus padres, pero el agua lo bloqueó en una rotonda. Sabía que tenía que llover, pero no imaginó que caería tanta agua.

Sin poder reaccionar

Pese a los avisos, la tormenta cogió al pueblo por sorpresa porque el agua no dio tiempo a reaccionar. El domingo a partir de las cinco de la tarde empezó a llover con fuerza. Los vecinos que estaban jugando al guiñote en el bar del pueblo incluso bromearon. "Aún tendremos que correr", decían. De repente todo el mundo entendió que aquello era peligroso. "Al principio bajaban tres dedos de agua por la calzada y en menos de media hora ya era un río", explica aún sorprendida Desiree Simón, una vecina afectada. Caía una cortina de agua endemoniada que hizo saltar la luz, y el miedo y la angustia se apoderaron del pueblo.

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Sólo hace un año, la feroz dana golpeó mortalmente a la Comunidad Valenciana. Es posible que el recuerdo de aquella tragedia ayudara a los vecinos de Godall a conservar cierta prudencia. Y con ella, la vida. "Salí al balcón y vi cómo el agua estaba a punto de llevar mi coche. Lo he grabado y todo", explica Joan Zaragoza, un vecino de la Sénia que festeja con una chica de Godall. "En un principio pensé que quizá podía cambiar el coche de sitio, pero enseguida vi que no", recuerda aliviado.

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La familia Troncho también tomó la decisión acertada. A la hora del aguacero, en la casa estaba el padre, Ángel, su hijo Kevin y su pareja, Clara Lletí. El agua empezó a entrar por la ventana y ya se colaba por la puerta. Deshicieron todas las camas para utilizar las sábanas para hacer más presión, pero el agua tenía mucha más fuerza que ellos. "Vi que no podría salvar nada y pensé en mi hijo y mi nuera", recuerda Ángel. Se rindieron. Subieron escaleras arriba y pocos segundos después sintieron cómo chasqueaba la puerta. El agua llenó hasta dos metros de la planta baja. "Si no llegan a tener el piso de arriba, no lo contamos", dice Clara.

Tras confirmar que no había daños personales, los vecinos del pueblo, con la ayuda de los bomberos y equipos de emergencia, se han puesto a trabajar. Mientras unos vecinos sacaban los escombros de un almacén inundado, otros lo iban cargando en el remolque de un tractor. Escobas, capazos, palas. Mientras, en la calle de al lado, dos hombres subidos a un coche levantaban un cable de la luz para que otro tractor pudiera pasar por debajo remolcando un vehículo. Todo el mundo sabía lo que tenía que hacer. "Somos gente trabajadora", decía un vecino ante la cara de asombro por la capacidad de organización de quien escribe estas líneas.

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El pueblo de Godall está construido sobre un barranco canalizado que no pudo asumir toda el agua que cayó el domingo. Nunca hasta ahora había ocurrido algo así. "Como es un pueblo que hace mucha pendiente, pensábamos que eso no podía pasarnos", admite Carme, una vecina.