El análisis de Antoni Bassas: '“Hay que cavar la fosa” del gobierno de Sánchez. Así habla el fascismo'

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Parece que esta semana empiece todo. Es el caso del curso escolar, que en Cataluña se desarrollará sin teléfonos móviles, que no se podrán utilizar ni con fines educativos. Bienvenida sea la rectificación, aunque nos devuelva a la ley del péndulo. Hubo años en que si en la escuela no había pantallas estábamos perdiendo el tren de la modernidad educativa, y ahora, asustados por las consecuencias de la dependencia de las pantallas, las prohibimos. Está bien, pero todo el mundo sabe que el problema es más profundo: si las pantallas devoran a los padres de los alumnos (que es lo que ocurre), acaban devorando a los alumnos.

La semana política se presenta movida: el jueves celebraremos el Onze de Setembre, en el que "celebraremos" es una fórmula convencional para designar un día que será inicio de puente para mucha gente. Como dice Lluís Llach en la entrevista que le publicamos hoy, "todo el movimiento independentista está en depresión absoluta". Y, sin embargo, representa el 40% del electorado, en su momento más bajo. Incluso el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, un socialista inicialmente en contra de la amnistía, dice ahora (ayer en La Vanguardia) que no habrá normalidad en la política catalana hasta que vuelva Carles Puigdemont y Oriol Junqueras pueda presentarse a unas elecciones. Isla se siente cómodo en el papel de superador del Proceso por la vía de la fraternidad interesada. El problema es que los hechos le desmienten: el Tribunal Supremo se niega a aplicar la amnistía sin restricciones, sí, pero es que el PSOE se resiste en la negociación con ERC para que la Agencia Tributaria de Catalunya recaude el IRPF en nuestro país. Es una historia largamente conocida de incumplimientos y negociaciones que se van ralentizando.

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De fondo, la vida política española se ha reducido a la resistencia de Sánchez y los insultos del PP, desesperado porque Vox se le come la intención de voto, lo que significa que si alguna vez vuelve a ganar las elecciones, Feijóo deberá pactar con Vox para gobernar. Y como en el PP ve que Vox se lo come, no ha tenido ninguna idea mejor que hablar como Vox. Este fin de semana, Tellado ha dicho esto en un acto público:

"Este puede ser el último curso político de este gobierno. El último. Aquí podemos empezar a cavar la fosa donde repondrán los restos de un gobierno que nunca debería haber existido en nuestro país".

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"Cavar la fosa" es lenguaje del fascismo, que en el caso de España tiene antecedentes históricos aún no superados. Y cuando aún no nos habíamos rehecho del asco por este excremento declarativo, Feijóo sube a cantar una canción que habla de fruta y en la pantalla pone "me gusta la fruta", que es como Ayuso dice "hijo de puta" a Pedro Sánchez.

Es impresentable. Primero porque Feijóo, cuando le hicieron presidente, dijo que no había venido a insultar a Sánchez, sino a ganarle. Ahora ya le insulta. Entre la resistencia de unos y la desesperación de otros, el arranque del año no puede ser más triste.

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Buenos días.