Año Sabater Pi

¿Chimpancés con cultura? Pasad y mirad

En los años sesenta, Jordi Sabater Pi se dio cuenta de que el uso de herramientas era un rasgo de los chimpancés que cumplía todos los requisitos para considerarse cultura

Jordi Sabater Pi fue un científico entusiasta, interesado por muchos ámbitos del saber y con un espíritu de trabajo y una tenacidad formidables. Estos rasgos, junto con una curiosidad insaciable, están detrás de las numerosas aportaciones científicas que realizó a lo largo de su vida, tanto en el campo de la etología y la primatología como en los de la etnología y la zoología.

Interrogado sobre cuál creía que había sido, entre tantos, el hallazgo del que se sentía más orgulloso, no dudaba en responder: haber aplicado el concepto de área cultural al uso de herramientas por parte de los chimpancés salvajes.

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Todo empezó en 1968, cuando Sabater encontró, medio enterrados en la base de un termitero, unos bastones de medida regular, lisos, claramente modificados a partir de ramas cortadas o recogidas. Sorprendido, le pidió al guía que lo acompañaba quién podría haberlos hecho, porque en aquella zona no vivían pigmeos ni otros pobladores humanos. El indígena le quitó importancia y se mostró escéptico cuando Sabater sugirió que quizás eran obra de los chimpancés, muy abundantes en los bosques de las montañas de Okorobikó. Al cabo de unos días, en una zona cercana, aparecieron más bastones. Sabater los recogió todos y decidió que había que estudiar aquellos hallazgos a fondo. Así que empezó a hacer recorridos sistemáticos por la selva hasta que, el 26 de septiembre de aquel mismo año, pudo observar como un grupo de chimpancés manipulaba los bastones, que habían fabricado allí mismo.

Este descubrimiento lo llevó a interesarse por los hallazgos que habían hecho otros científicos sobre conductas instrumentales, como el descubrimiento de Jane Goodall, a principios de los años 60, sobre el uso de tallos, también para conseguir termitas, por parte de los chimpancés de Gombe, en Tanzania. Recopilada la información de la cual se disponía en el momento, Sabater se dio cuenta, en primer lugar, de que en todas las comunidades de chimpancés estudiadas se producían conductos relacionadas con el uso de objetos como instrumentos y, en segundo lugar, que las técnicas y las herramientas empleadas eran diferentes.

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Tallos, piedras y bastones

Esta fue la base para proponer la teoría de las tres áreas culturales de los chimpancés, que se publicó en la revista Primates en 1974 y que Sabater desarrollaría posteriormente en el libro El chimpancé y los orígenes de la cultura. El artículo tuvo mucho eco, especialmente porque en aquel momento hablar de “cultura” en especies no humanas era una apuesta arriesgada y controvertida.

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Las tres áreas culturales descritas por Sabater se caracterizaban por el tipo principal de instrumento empleado: el área cultural de los tallos, en África Oriental (Tanzania), el área cultural de los bastones (en el Sur del Camerún y en Guinea Ecuatorial) y el área cultural de las piedras, en África Occidental (Costa de Marfil, Liberia, Guinea y Senegal). En la primera, los chimpancés usan briznas de hierba, tallos o fibras de lianas para conseguir termitas. El individuo prepara el instrumento, mordiéndolo o rompiéndolo para que tenga la medida adecuada y después lo introduce en el interior de los orificios de ventilación de los termiteros, procurando que no se rompa y manteniéndolo adentro el tiempo suficiente para que los insectos se enganchen. Después retira el utensilio con cuidado y recoge las termitas con la boca. En cambio, en el área de los bastones, los chimpancés preparan las ramas rompiéndolas y sacando las ramitas hasta obtener unos bastones rectos y resistentes, que usan para remover la tierra de la base de los termiteros y así alcanzar las galerías subterráneas y recoger las termitas con los dedos. También aprovechan la tierra que se engancha y que tiene propiedades medicinales. Finalmente, en el área de las piedras, los chimpancés usan rocas gordas como yunques, donde colocan las nueces y los frutos duros que han recogido para golpearlos a continuación con una piedra empleada como martillo.

Hoy en día sabemos que hay muchas más áreas culturales que las mencionadas porque, de hecho, cada comunidad de chimpancés tiene sus propias tradiciones, que han pasado de generación en generación gracias al aprendizaje social y a la capacidad de innovación del primer chimpancé que hace un descubrimiento. Los estudios a largo plazo realizados en Uganda (Mahale y Budongo), Costa de Marfil (Tai), Tanzania (Gombe y Mahale) y Guinea (Bossou) muestran un total de unas 40 conductas culturales –no todas instrumentales–, que se van incrementando a medida que se estudian los chimpancés otras zonas de África.

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Una cuestión de descubrimientos

La gran contribución de Sabater a la ciencia fue darse cuenta de que la variabilidad observada en el comportamiento de los chimpancés que vivían en áreas diferentes no consistía solo en factores de tipo ecológico. Así, por ejemplo, si los chimpancés de Tanzania no emplean piedras para romper nueces, no es porque no haya nueces disponibles o no les interese este recurso, sino porque no han descubierto la técnica y, por lo tanto, usan maneras menos eficientes y no instrumentales para conseguir un objetivo similar, como intentar romperlas con los dientes.

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Gracias a la aportación de Sabater, innovadora y valiente, se continuó con la búsqueda de conductas culturales en animales no humanos, tanto en chimpancés como en otras especies, unas investigaciones y descubrimientos que han ayudado a definir la cultura de manera empírica y a entender mejor el papel relevante del uso y fabricación de instrumentos en los orígenes biológicos de la cultura humana.

Al inicio hablábamos de las calidades como científico de Jordi Sabater Pi, pero nos dejábamos una muy importante: la humildad. Con sus estudios, situó las conductas culturales humanas y no humanas dentro del mismo contínuum biológico que une a todas las especies que tenemos la suerte de compartir la vida en el planeta Tierra. Como muy bien le gustaba decir, hay que ser humildes, porque la cultura, que nos ha llevado tan lejos, no es nada más –cuando menos en sus orígenes– que un proceso adaptativo más.

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Montserrat Colell es investigadora especialista en etología y primatología de la Universitat de Barcelona