Neurociencia

Si lees, vivirás más y mejor

El Institut Guttmann investiga los beneficios de la lectura como estimulación cognitiva

Si lees, vivirás más. Y no es una amenaza, sino una evidencia científica. Para ser exactos, vivirás un 20% más que las personas que no leen, una cifra que se reduce ligeramente en los lectores de revistas y periódicos. estudio publicado en Social Science & Medicine, liderado por la Universidad de Michigan, que relaciona la lectura con la longevidad y que ha realizado un seguimiento de los hábitos lectores de más de 3.600 personas de más de 50 años en Estados Unidos durante 12 años.

La mayoría de los letraheridos del estudio lo eran de ficción y, por tanto, se extrae que la no ficción resulta algo menos ventajosa. La ficción, además, tiene premio extraordinario porque también nos hace mejores ciudadanos, tal y como explora un análisis publicado en Journal of Experimental Psychology, puesto que mejora habilidades sociales como la empatía.

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"Cuando leemos ficción, estamos simulando las historias y las experiencias de los personajes. Esto actúa como un entrenamiento y un fortalecimiento de nuestras habilidades sociales, ya que vivimos experiencias emocionales, mentales y sociales que también se dan en la vida real. Además, te da información valiosa sobre la psicología humana, la interacción social, otros países, otros Ventura, investigadora del Barcelona Brain Health Initiative (BBHI) del Instituto Guttmann, que ha recopilado las investigaciones punteras sobre la relación entre la lectura y la salud cerebral.

La lectura, como cualquier otra actividad de estimulación cognitiva, "como puede ser escribir, hacer música, o también montar una empresa", hace que "el cerebro sea más eficiente y tenga más reserva cognitiva, lo que se asocia indirectamente con la longevidad", añade el también investigador del BBHI David Bartrés-Faz. Bartrés-Faz asegura que es una cuestión de plasticidad y resiliencia, dos habilidades clave que permiten a nuestro cerebro adaptarse a los cambios a lo largo de la vida y que pueden medirse a través de la neuroimagen.

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Estos y otros beneficios de la estimulación cognitiva son los que han explicado los investigadores y neuropsicólogos del Institut Guttmann en el Ateneu Barcelonès y en la biblioteca La Sagrera en el marco del 60 aniversario de esta entidad dedicada a la neurorrehabilitación. Las charlas incitan inevitablemente al público a tomar un libro a la salida. Leer, insisten, "mejora la atención, la concentración, la memoria y el habla", pero es que "activa tantas regiones que mejora el estado global del cerebro", resume Roca Ventura.

Leer, el elixir de la juventud

La estimulación cognitiva ayuda a evitar el deterioro cognitivo y enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. "Ayudando a que las neuronas vivan más tiempo y se conecten mejor entre ellas, el cerebro logra retrasar el deterioro. Y cuando ya no puede evitarlo, encuentra la manera de compensarlo", defiende Roca Ventura. Por tanto, un cerebro lector "tiene un efecto protector que se mantiene a lo largo de la vida de las personas y que hace que rindan mejor cognitivamente", afirma Bartrés-Faz. También "es más eficiente para tolerar lesiones". El investigador subraya que esa capacidad resiliente del sistema nervioso central para reorganizarse provoca que "con el mismo grado de daño cerebral de una patología, se manifiesten menos síntomas".

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Uno de los estudios científicos que estableció una evidencia clara sobre el impacto de la lectura en el envejecimiento fue el conocido como el estudio de las monjas, publicado en Annals of Internal Medicine en 2006. El autor, el epidemiólogo y profesor de neurología de la Universidad de Kentucky (EE.UU.) David Snowdon realizó una investigación en un convento de monjas de Minnesota, que después amplió a otros conventos hasta estudiar 678 participantes. Tras explorar los cerebros de algunas de las monjas más activas física y mentalmente de aquellos conventos que dieron su cuerpo a la ciencia al morir vio que, aunque algunos mostraban señales de Alzheimer y demencia, no habían mostrado ningún síntoma durante los años de seguimiento. Este curioso estudio llegó a demostrar incluso que existía una relación entre la complejidad del estilo de escritura que tenían antes de llegar al convento y el deterioro de su salud cognitiva durante la vejez.

Cuanto antes mejor

Para disfrutar de los beneficios cognitivos de la lectura, ¿hay que haber empezado durante la infancia o nunca es tarde y podemos ponernos ahora? Los estudios científicos llevados a cabo sobre este aspecto concluyen que las personas iliteradas que aprenden de mayores a leer y escribir se benefician de cambios funcionales y estructurales en el cerebro. Ahora bien, aunque la exposición a un ambiente cognitivo enriquecido es positiva y beneficiosa a lo largo de toda la vida, "el mayor efecto se produce en edades tempranas, especialmente en adolescentes y jóvenes, ya que se trata de un período determinante en el que el cerebro está madurando" y eso lo hace "más resistente y mejor", afirma Bartrés-Faz.

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No es un conocimiento nada fácil de adquirir. Lo vemos con los niños que aprenden, cuando hacen el gran esfuerzo de intentar unir los fonemas y grafemas poco a poco. Y es que la lectura no es un proceso natural como sí lo es el lenguaje oral. "Desde los primeros sistemas de comunicación de los homínidos, hace unos 5 o 6 millones de años, la presión evolutiva ha favorecido el desarrollo de una arquitectura cerebral altamente especializada en el habla.

En cambio, la lectura es una invención muy reciente en términos evolutivos: los primeros sistemas escritos aparecen hace unos 0 años. vincular los sonidos con símbolos escritos, son aún más recientes. No es hasta la invención de la imprenta, en el siglo XV, que empieza a extenderse la lectura como una práctica habitual”, desarrolla Roca Ventura.

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"El cerebro no está creado para leer. Ha tenido que reaprovechar áreas que tenían otras funciones", continúa el investigador del BBHI. El área cerebral principal que utilizamos cuando tomamos un libro es, curiosamente, la llamada área visual de la forma de las palabras, que se conecta con la red del lenguaje y fortalece también el habla. Esta área, antes de aprender a leer, la utilizamos para reconocer caras y objetos, función que en cerebros lectores se traslada al hemisferio derecho. No es un área limitada a las personas videntes, como se había pensado anteriormente, sino que las personas ciegas también la activan cuando leen en braille, explican los expertos.

Esta reorganización de las funciones cerebrales du Bartrés-Faz pensó que el cerebro se adaptará a cualquier escenario, incluso a la inteligencia artificial. Cuando no había GPS, un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences reveló que los cerebros de los taxistas londinenses tenían el área cerebral que utilizamos para la representación de la memoria espacial, el hipocampo, mucho más desarrollada que el resto de ciudadanos. ¿Lo habrá dejado de crecer ahora que utilizan Google Maps? ¿Dejaremos de desarrollar el área visual de la forma de las palabras si redactamos correos con ChatGPT? "La función de la navegación la utilizaremos para otra cosa, como por ejemplo para introducir en el GPS la mejor ruta o identificar la mejor opción entre los servidores disponibles. Antes no gestionábamos información. Dejamos de memorizar los números de teléfono. ¿Tenemos menos memoria? Yo creo que no. La utilizamos para otras funciones", concluye.

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El hábito de estar bien

La estimulación cognitiva debe ser un hábito saludable como es el ejercicio físico, la nutrición o la socialización; pero hay otro factor que entra en juego para conseguir tener un cerebro sano. "Cuidar la salud mental es cuidar la salud cerebral", dice Bartrés-Faz, quien pone sobre la mesa una cuestión que a menudo no es tan evidente como parece ya la que ha dedicado sus últimas investigaciones. Su estudio publicado en Nature Mental Health identifica que "las personas con pensamientos repetitivos negativos o aquellas que no sienten que tengan un plan vital, unos valores o un sentido de la vida que les haga levantar cada día tienen más deterioro cognitivo y mayor riesgo de padecer enfermedades neurodegenerativas, como la demencia". La investigación llevada a cabo con 1.000 participantes mayores de 60 años demuestra que las personas con estos factores psicológicos rebajan el rendimiento en pruebas de memoria y tienen mayor atrofia en áreas relacionadas con el Alzheimer.

La buena noticia es que podemos modificarlo: "De la misma manera que puedes cambiar la dieta, puedes ir al psicólogo y que te ayude a cambiar la manera de percibir el mundo", propone el investigador. Así, "además de comer bien, dormir bien, socializar y hacer ejercicio, debes preguntarte cómo estás desde el punto de vista psicológico" para mantener tu mente en el mejor estado posible. Y, también, claro, tomar un (buen) libro.