Neurociencia

Volver a la escuela, mucho más que un simple reinicio

Varias investigaciones científicas subrayan el papel de la escuela como un entorno activo y transformador del cerebro de los niños y adolescentes

Cada septiembre, estudiantes de todas las edades, desde infantil hasta los estudios postobligatorios, se reencuentran con compañeros, rutinas y libros. Es un momento clave para el desarrollo mental, emocional y social. Volver al centro educativo va mucho más allá de aprender nuevos conceptos: es un "reinicio" cognitivo y emocional que alimenta al cerebro y refuerza la identidad. Una investigación reciente, liderada por los neuropsicólogos Bruce McCandliss y Jason Yeatman, de la Universidad de Stanford (EE.UU.), y publicada en Developmental Cognitive Neuroscience, subraya esta relevancia desde una perspectiva neurofisiológica.

Han visto que el estímulo al aprendizaje que promueven las escuelas tiene efectos directos en el desarrollo de la materia blanca del cerebro, independientemente del origen sociocultural del alumnado. La materia blanca está formada principalmente por los axones neuronales recubiertos por mielina, una sustancia blanca y grasa que acelera la transmisión de las señales eléctricas y mejora la comunicación entre áreas cerebrales.

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Para llegar a esta conclusión, combinaron datos del estudio ABCD (las siglas en inglés de desarrollo cognitivo del cerebro adolescente) con el archivo de datos de educación de Stanford, que mide la calidad escolar. El estudio ABCD, iniciado en 2015, ha realizado un seguimiento de 11.000 niños durante 10 años para entender cómo se desarrolla el cerebro en la adolescencia y cómo este proceso se relaciona con el comportamiento, la salud mental, las adicciones y el rendimiento académico. Se han monitorizado imágenes de resonancia magnética, pruebas cognitivas y datos ambientales y de salud.

Al correlacionar ambos estudios, los investigadores han observado que el alumnado de centros que más estimulan el aprendizaje y la motivación presenta un desarrollo más rápido de las conexiones neuronales, especialmente en áreas vinculadas a la lectura. Dicho de otra forma: dos niños de contextos socioculturales y económicos similares, pero escolarizados en centros diferentes, pueden desarrollar redes cerebrales con niveles de maduración muy diversos. La calidad de los aprendizajes que promueve cada centro a través del impulso y la motivación es una potente fuente de estimulación cognitiva, que se suma al entorno familiar y comunitario.

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Descansar favorece el rendimiento cognitivo

¿Cómo encaja esto con el regreso de las vacaciones? Hacer vacaciones es importante para el cerebro porque permite desconectar del estrés diario, favoreciendo el bienestar emocional. También es un momento para vivir otras experiencias vitales y socioemocionales. A menudo es un período de libertad, sin horarios rígidos, en el que niños y adolescentes pueden realizar actividades nuevas y amistades diferentes: colonias, deportes, juegos... Todo esto contribuye a la construcción de la identidad. Además descansar mejora la concentración, la creatividad y la memoria, lo que favorece un rendimiento cognitivo más saludable y sostenible.

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Septiembre, con la vuelta al centro educativo, es una transición importante. El primer día de escuela, con nuevas rutinas, retos, amistades y responsabilidades, el cerebro recibe un estallido de estímulos enriquecedores que reactivan la remodelación de la materia blanca. Esta reorganización favorece no sólo el aprendizaje académico, sino también la atención, la memoria de trabajo y la flexibilidad cognitiva, que son herramientas esenciales tanto para estudiar como para crecer como personas.

Volver a la escuela después del verano es reencontrar el grupo y las complicidades establecidas. La comunidad escolar debe generar una sensación de pertenencia que consolide una identidad colectiva y personal. Compartir historias, reencontrar a compañeros y afrontar nuevos profesores y retos moviliza emociones y relaciones que construyen el yo personal y social. Sentirse valorado por los compañeros y docentes activa circuitos de recompensa en el cerebro y libera dopamina, un neurotransmisor vinculado a la motivación, bienestar y optimismo. Esto refuerza la autocompetencia y el sentimiento de pertenencia, que son aspectos clave para el bienestar emocional dentro y fuera del aula.

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El retorno escolar integra las experiencias de las vacaciones en el marco estructurado del aprendizaje, estableciendo un diálogo entre autonomía y estructura que construye un yo más flexible y resiliente. El alumnado aprende a incorporar lo que descubre con libertad dentro de los ritmos colectivos, lo que contribuye a consolidar habilidades sociales como gestionar la frustración, negociar normas y compartir reflexiones.

En conjunto, estas investigaciones invitan a ver a la escuela como un entorno activo y transformador del cerebro. Volver después del verano no debería ser sólo reanudar las clases, sino reactivar una etapa de crecimiento cognitivo, emocional y social. No es, por tanto, un simple reinicio: es un salto cualitativo en su formación integral.