Vips&Vins

Cristina Riba: "Siempre se debe tener un par de botellas de vino por si sale algo que celebrar"

Periodista

Trabajando el fin de semana, ¿qué espacio queda por tomar una copa de vino?

— Es cierto que en los fines de semana tengo poca vida social y, si hay, está en televisión. Como mucho tenemos los ratos de comer, pero entonces siempre pedimos agua o Aquàrius. Es entre semana cuando aprovecho, si puedo, también, por la logística familiar y los niños. Quizás en alguna comida o una cena especial me acompaña una copita de vino, siempre blanca. Además, yo soy de las que cuando quedamos, mientras los demás piden cerveza, yo hago la copita de vino. Depende de la hora, o café con leche o cortado, pero si no, voy con una copita de vino, porque la cerveza no me gusta.

¿Siempre has sido de vino blanco?

— Supongo que he hecho una evolución, como todo el mundo. Cuando eres más joven y sales con los amigos, quizá empieces más con la sangría o el lambrusco, estas cosas... Pasé algún momento por el vino rosado, pero cuando probé el vino blanco, me quedé. Para combinar con la comida creo que casa muy bien. También por el gusto que me aporta, yo soy más de seco, o algo afrutado y aromático.

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En esta línea también casaría el cava

— Mi familia son muchísimo de cava. Les encanta la zona de San Sadurní de Noia y para brindar el cava está muy bien, es lo que manda la tradición. Pero si elijo yo, prefiero el vino blanco. Para mí tanto el vino como el cava les asocio mucho a encuentros con los amigos, con la pareja, con la familia, con celebraciones, con momentos distintos o especiales.

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Por tanto, ¿necesitas que las copas sean en compañía?

— En absoluto, estos momentos de soledad, sea con o no una copa de vino, los valoro mucho. Pienso que los momentos propios de introspección, sobre todo cuando termina el día, y puedes sentarte en la terraza, en el balcón, en la cocina, da igual, pero con tu copita y puedes estar solo... Es fantástico.

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Siendo amante de estos momentos debes tener una buena bodega en casa.

— Tengo muy poca cosa. Pero siempre hay que tener un par de botellas de vino por si sale algo que celebrar y acompañar una buena cena, o una buena comida. Soy más de tener dos botellitas de vino, generalmente una más de batalla, y la otra más elaborada, alguna de variedad picapoll, como el vino Abadal.

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Hay gente que a la hora de comprar vino por casa tiene muy en cuenta las etiquetas, como elemento decorativo, para su colección... ¿es tu caso?

— Nada. A mí el tipo de botella o etiqueta en ningún caso me decidirá. Por mí va por delante que sea un proyecto con valores de la tierra, de proximidad, y después de que se ajuste un poco con el paladar, no tiene más. Ahora también pesa mucho el tema ecológico y elaborado con menos sulfitos, es un plus que está muy bien valorar. Pero todo esto de la etiqueta, del merchandising o el tipo de botella no me pesa mucho, aunque la botella sea fea... a mí mientras me digan que es bueno, adelante. Soy una persona que tiene muy claro lo que le gusta, por ejemplo, me gusta mucho el picapoll, que de mi casa, en el Bages. La garnacha gris, que de cabeza en el Empordà, también me gustó muchísimo. Después el chardonnay de Costers del Segre, también me gusta mucho.

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Durante una época de tu vida viviste en Nueva York. No sería fácil conseguir vino entonces.

— Allí era muy complicado, redujo mucho el consumo. Aquí, quieras o no, hay cultura de vino, y además hacemos muy buen vino, por tanto, es mucho más fácil encontrar un momento para tomar una copita. Allí no, y además es mucho más caro. En Nueva York tenías que ir a lugares especializados: liccorerías, vinotecas especializadas, y allí encontrabas vinos de todo el mundo. Fue la excusa para conocer nuevos vinos, aunque yo siempre intentaba buscar vinos de casa.

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Hablando de precios, ¿recuerdas cuál es el vino más caro que has probado nunca?

— Quizás algún Moët, pero pienso que hay vinos muy buenos desde los 6 euros hasta tan arriba como quieras. No me hará decidir el precio. Yo me dejo aconsejar mucho con el sumiller, porque no soy ninguna experta. Además, disfruto mucho yendo de vez en cuando de restaurantes y algunos que incluso son premiados y pienso que es un muy buen momento para que el sumiller te cuente la carta y, de paso, aprender. He descubierto vinos buenísimos dejando que me recomienden.

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Gustándote tanto la gastronomía, ¿te ha supuesto algún inconveniente que no te gusten los vinos tintos?

— No lo creo, porque no como carne. No es que sea vegetariana, simplemente no lo pido desde hace muchos años. Supongo que si comiera, debería pedir un vino un poco más consistente, porque si tienes un vino que va entrando como el agua, mal, tampoco hace la función que debe hacer acompañar. Pero como de entrada prefiero pescado, ya me viene bien que me gusten los blancos.