David Verdaguer: "Me gustaría saber fumar como bebo"

Acabas de pedir una cerveza en una entrevista sobre vinos. ¿Es buena tu relación con el vino?

— Mi relación es buena. He estado a punto de venir con una camiseta que pone "Viva los sulfitos", porque yo estoy a favor de los sulfitos, porque he probado vinos naturales y no me han gustado mucho, son como agua con gas. Pero realmente he descubierto progresivamente ya través de una amiga que es sumiller vinos naturales muy buenos.

¿Siempre ha sido buena?

— Mi relación con el vino comienza a los 18 años comiendo pizza con mis amigos y bebiendo a Lambrusco. Aquello entraba solo, pero era malo en serio. Luego pasé a la sangría. Era bastante buena y también entraba sola, pero al día siguiente lo pagabas. Luego entré en el mundo de los blancos, pero me di cuenta de que me cogía mucho dolor de cabeza y me provocaban acidez, menos con la uva gewürztraminer, que me gusta mucho a pesar de ser blanco.

Has pasado por distintas fases. ¿En qué punto estás ahora?

— Con este historial me he quedado bastante con el negro, y, concretamente, con los priorats, me encantan. Con un vino riojano no fallarás, pero son siempre lo mismo. En cambio, Priorat me parece una Denominación de Origen muy interesante porque cada vino es de su padre y de su madre. Hay una frase maravillosa de Empar Moliné que dice "el vino blanco es para el pescado y el vino tinto para las personas". Me parece la mejor frase del mundo. Pero ahora, si pudiera, escogería a los ancestrales. El cava me vuelve loco. Para comer es lo mejor, ¡viva el cava para comer! Me parece maravilloso y además dura hasta el postre, eso sí que es catalán.

¿Es habitual que inicies una botella de cava para acompañar las comidas?

— La cerveza es de uso más frecuente, el vino es para ocasiones más especiales. Me cuesta mucho llegar a casa y abrir un vino o un cava. Si ceno fuera acompañado, sí.

¿Entonces es un acto social?

— A mí me gustaría saber fumar como bebo. Pero yo soy de beber completamente de forma social. Yo no me levanto por la mañana y me tomo una cerveza, pero, en cambio, sí que me levanto por la mañana y me fumo un cigarrillo. Me gustaría poder hacer como hago con el vino: cuando me apetece bebo y cuando no, no. No me gana la adicción al alcohol.

¿Te gusta como bebes, pero tienes algún recuerdo amargo con el vino?

— Recuerdo que fuimos a comer con la compañía del Lliure a Bogotá y otro actor y yo elegimos un vino tinto cualquiera. Recuerdo que el precio estaba en pesos y yo soy de letras y no de números. Primero pedimos dos botellas, éramos siete personas, y al cabo de un rato pedimos otras dos. Cuando trajeron las nuevas botellas ya nos sorprendió que nos cambiaran los vasos, pero no dijimos nada. Volvimos a pedir otras dos. Los del restaurante nos trajeron unos mariachis para que nos amenizaran el almuerzo y cuando me levanté de la mesa sentí que un camarero le decía al otro "estos son los del vino". Trajeron la cuenta y cuando hice el cambio a euros me di cuenta de que nos habíamos gastado más de 700 euros en vino. Ya podía ser bueno el vino.

¿Desde entonces eliges el vino de la carta mirando de derecha a izquierda?

— Hombre, entre poco y demasiado, creo que llega un momento que a partir de cierto precio cuesta distinguir que valga la pena. Una vez probé un Pingus, pero no es un presupuesto que me quiera gastar, ¡y mira que me gusta mucho comer y beber! De hecho, sólo gasto dinero en esto, pero más de 100 euros por una botella de vino no los gastaría. Soy más de pedir los vinos de izquierda a derecha y como tengo un conocimiento muy limitado, intento pedir consejo.

No gastarías 100 euros en vino, pero los has debido gastar por un Pingus.

— Me invitaron. Pero si el presupuesto lo permite recomiendo mucho realizar maridajes. Supongo que con los años he aprendido a beber menos y mejor.