Marta Pontnou: "Mi primer trabajo fue hacer la vendimia"
Asesora de imagen y periodista
¿Tiene una asesora de imagen más requisitos estéticos a la hora de servirse una copa de vino?
— Mira, lo que sí tengo muy claro es que debo estar cómoda, sobre todo en lo que respecta a la ropa. Algo que hago cuando llego a casa es ponerme cómoda, puede ser ropa mona, pero cómoda. Para mí tomar una copa implica estar relajada y es un momento de distensión, básicamente. No se me ocurriría beberme un vino si, por ejemplo, me aprietan los pantalones.
Por lo que dices, la copa no necesariamente debe ir acompañada de comida.
— No. De hecho, es algo que a veces me gusta más hacerlo antes o después de una comida. También soy mucho de hacer un vino dulce al final de la cena o de la comida, también como aperitivo, dos de mis preferidos son el Dulce Mataró de Alta Alella o el Pansal del Calàs de la Bodega de Capçanes. De hecho, me da rabia que sólo se asocie a maridarlo con postres o dulces, como si no fuera lo suficientemente bueno para degustarlo solo.
¿Siempre has tenido el mismo tipo de relación con el vino?
— Ni mucho menos. De hecho, empecé muy tarde a beber vino. Pienso que no bebí alcohol hasta los 25 años. Era una abstemia como elemento de rebelión a toda la gente de mi edad que sí bebía. Era curioso porque para la gente de mi edad el elemento de rebelión era justamente beber, pero si lo hacía todo el mundo pienso que perdía el elemento deir contra corriente. Fue a partir de los 25, que empecé a salir con la actual pareja, y como él se abría un vino mientras cocinaba o cenaba, empecé a probarlo con las comidas. Luego ya fui yo el que fue descubriendo mis gustos y preferencias, como el vino dulce, como comentaba.
¿Tienes algún recuerdo vinculado al mundo vinícola antes de los 25?
— Mi primer trabajo fue a 16 años hacer la vendimia en Rocafort de Queralt, que es un pueblo junto al mío, Santa Coloma de Queralt. Entonces mi padre nos envió a mí ya una amiga a trabajar para hacer la vendimia con un amigo suyo que era campesino y tenía viña. En esa época yo y mi amiga ya empezábamos a tener un poco la tontería de la edad y mi padre dijo: "Así valorarás el esfuerzo de trabajar". Y sí, hacer la vendimia es trabajar de verdad. Desde entonces yo he tenido millones de trabajos, he trabajado en muchas empresas y he tenido muchos y muchos jefes. Pero esté donde esté, siempre digo: "Yo ya he pasado lo peor". Puedo hacer cualquier cosa y, aunque la gente me vea con este aspecto, nunca se me caerán los anillos.
¿No guardas buen recuerdo de la vendimia?
— Es algo muy bonito, es muy poético, pero también es muy duro y muy cansado. Es un trabajo totalmente físico y en el que además sabes que te harás daño, y más siendo pequeño. A veces cuando entrábamos las tijeras dentro de la cepa no teníamos suficiente fuerza para cortar, tampoco cuando cargábamos los capazos y los echábamos sobre el remolque. También el calor que se sufre, aunque empezábamos muy temprano.
¿Tienes en cuenta ese recuerdo cuando eliges un vino?
— Para mí el vino es un elemento muy de territorio y, por tanto, siempre priorizo la denominación de origen. Soy de las puñeteras que siempre piden vino catalán, creo que es algo que debemos defender nosotros. Además el territorio tiene de todo: variedades, denominaciones, fermentaciones, ¡todo! También miro el precio, evidentemente, porque el precio no va ligado a que sea el mejor de la carta. Por eso me dejo aconsejar bastante.
¿Quiénes son tus recomendadores de confianza?
— Para empezar, hice un programa de vinos cuando era productora, con Àngel Casas, que se llamaba El espíritu del vino. Con este pretexto visitamos a muchos productores, enólogos... También llegué a conocer a Jean-Léon. Además, Meritxell Falgueras es una de mis amigas; por tanto, de ella siempre se aprende muchísimo, porque puedes estar horas y horas escuchándola. Otra amiga mía es Alba Balcells, la presidenta del Incavi, la primera presidenta mujer en cuatro décadas.
¿Alguno de estos expertos te ha hecho nunca una recomendación que has desobecido?
— Hay algo que me cuesta mucho, que son los vinos blancos secos. No puedo. Físicamente me hacen coger ese dolor de estómago. Blancos apenas pido, salvo que me digan: "Prueba éste, que te gustará". Pero debe ser alguien de ellos que me conozca y que sepa que siempre necesito ese puntito dulce.