Consumo

El vino blanco catalán hace el 'sorpasso' al tinto: ¿tú también te has hecho más de blanco?

Las bodegas con DO vendieron más botellas de blanco que de negro en el 2023

El tinto ha sido por costumbre el vino con más tirada en el Estado español. Aunque se mantiene como el más consumido, el blanco va camino de disputarle el puesto. Por lo menos así lo hace pensar un nuevo dato que acredita el auge del vino blanco catalán. Según el Instituto Catalán de la Viña y el Vino (Incavi), que depende de la Generalitat, en el 2023 las bodegas catalanas que elaboran vino amparado por una denominación de origen vendieron más botellas de blanco que de tinto. Para consolidar este cambio de tendencia, la clave puede encontrarse en las nuevas preferencias de consumir vinos más frescos y con un alcohol contenido, en consonancia con la cocina ligera de hoy en día.

Comercialització dels vins catalans amb DO per part dels cellers
Mercat interior i exportacions. Dades del 2023 i variació respecte al 2022
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Las bodegas con DO comercializaron el pasado año 39,3 millones de botellas de blanco, mientras que las de negro quedaron en 35,2 millones, una sorpasso inédito –al menos en la última década–. El jefe del servicio de secretaría del Incavi, Xavier Agell, matiza que no es que ahora de repente el interés por el blanco se haya disparado, sino que aguanta mejor el tipo pese a que el consumo de vino está en bajón: "El negro se ajusta a la baja y el blanco se mantiene o sube ligeramente". Añade que del 2015 ha habido aquí años en los que las bodegas han vendido aún más blanca que ahora, que tocó techo en el 2016 con 46,3 millones de botellas, mientras que el récord del negro fue en el 2017 con 55 ,4 millones. Si se hace la comparativa con sus respectivos máximos de ventas, el negro ha perdido por el camino muchos más millones de botellas (20) que el blanco (7).

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El éxito del blanco es palpable en las bodegas, vinaterías y restaurantes. De Familia Torres, una de las bodegas que más facturan de Catalunya, el vino más vendido tanto aquí como en el extranjero, es el blanco Viña Sol, incluso por encima del tinto Sangre de Toro, también dirigido al gran consumo. En la bodega Perelada registran crecimientos anuales de las ventas de blanco que alcanzan los dos dígitos y trabajan para plantar viñedo nuevo, como de garnacha blanca, sin que vaya a expensas de las variedades tintas. En la cadena de vinaterías Wine Palace, que ya tiene 29 tiendas repartidas por Catalunya, el espacio destinado al blanco se ha más que duplicado y en cada establecimiento se ha hecho un hueco en la zona de los vinos más preciados. En el restaurante barcelonés Disfrutar, elegido este año como el mejor del mundo, el blanco tiene más peso que el negro en los maridajes de sus menús.

Las razones del auge

La presidenta de la Asociación Catalana de Sommeliers y jefe de sumilleres del Wine Palace, Anna Vicens, se explica el auge de los blancos debido a que "son más fáciles de beber" porque suelen tener menos graduación de alcohólica que los negros ; porque "en los meses de calor apetece más beber un blanco fresco que un negro, y hoy en día tenemos muchos meses cálidos"; porque tienen "unos precios a menudo más asequibles que los negros de similar calidad"; y porque "hemos aprendido a comer con vinos blancos platos que antes relacionábamos sólo con tintos". Las bodegas Familia Torres y Perelada también ponen énfasis en la desestacionalización progresiva de su consumo. Según Torres, "la gente busca vinos más ligeros y frescos en general" y se ha producido un cambio en la gastronomía, con "platos y recetas más sencillas y ligeras".

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El Disfrutar personifica la transformación que ha experimentado la comida y la bebida. Con sus dos menús, que constan de 28 platos y tan sólo uno consiste en un corte de carne, ofrecen un maridaje de 11 vinos. Tres o cuatro son blancos, dos o tres son tintos y el resto se reparten entre vinos fortificados –especialmente Jerez–, espumosos y un sake. El sumiller jefe del Disfrutar, Rodrigo Briseño, explica que los blancos son vinos "más versátiles y gastronómicos", a lo que contribuye su acidez y tener menos taninos. A él le resultan especialmente interesantes los blancos envejecidos, en los que se pueden desarrollar notas a frutos secos, trufa, champiñones, hojas secas... "que gustan bastante en la mesa y en la cocina".

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Todo esto no habría sido posible sin el incremento de la calidad de los blancos. En algunas zonas vitivinícolas catalanas, como el Priorat, el Empordà o Costers de Segre, Briseño resalta que cada vez se ve más "la igualdad de condiciones con los negros en cuanto a calidad, potencial y envejecimiento". Al fin y al cabo, según relata Manuel Moldes, copropietario de la bodega Fulcro, de la DO Rías Baixas de Galicia –conocida por los albariño, uno de los blancos más beneficiados por el éxito de estos vinos–, hoy en día la oferta de blancos ya no es básicamente de vinos "aromáticos y delgados" para tomar en verano: "Ahora se busca complejidad, estructura y siempre con el hilo conductor de la frescura". Además, en su éxito cree que tiene mucho que ver el incremento del grado alcohólico de los negros, justo lo contrario de lo que buscan muchos consumidores, y pone el ejemplo de los rioja: en los setenta muchos tenían una graduación del 11% o 12% y ahora sobrepasan el 14%.

Menos vino, pero más caro

Que el blanco resista no es poco frente al retroceso generalizado del consumo de vino. El Informe del consumo alimentario en España de 2023, elaborado por el Ministerio de Agricultura, cifra la disminución del pasado año en el 4,5% y en el 9,1% comparado con 2019, en el último año prepandémico. Detalla que tres de cada diez vinos con DO que se consumen son blancos y cuatro de cada 10 en el caso de los que no forman parte de ningún DO. El escenario que dibuja es similar al de los datos del Incavi, donde se constata que no es un buen momento para el vino tinto. En 2023, el blanco catalán con DO disminuyó un 2,2% el volumen de botellas comercializadas y el negro, un 13,7%. Se podría pensar que el negro acusa más a las sucesivas sequías, pero el hecho es que no hay año en que no disminuya su volumen desde su máximo del 2017.

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En cuanto al valor global (antes de impuestos), el pasado año el blanco alcanzó los 144,3 millones de euros, un 1,5% más, el mayor de la década. El del negro se situó en 154,2 millones, un 12,2% menos, igualando al del 2015 y tan sólo superó al del 2020, el año de la cóvido. El único valor positivo que comparten el blanco y el negro es el ascenso del precio medio por botella que perciben las bodegas: en el blanco se encaramó hasta los 3,67 euros, un 25% más desde los 2,93 euros con los que partía en el 2015 –Catalunya es donde las bodegas venden más blanca ya un precio más caro, a 4,23 euros la botella, mientras que Reino Unido es donde más se exporta–, y en el negro logró las 4,38 euros, un aumento del 51% respecto a los 2,90 euros de hace una década. Agell lo celebra porque está en sintonía con los esfuerzos que hace el Incavi por promover el vino catalán: "Estamos satisfechos de que el precio medio por botella vaya subiendo progresivamente".

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El auge del blanco es una tendencia internacional, según los datos de la empresa de estudios de mercados IWSR que ha proporcionado Família Torres para este artículo. En el ámbito global, el vino blanco ha pasado de representar el 35% del consumo en el 2014 al 38% en el 2023, mientras que el tinto ha perdido cuatro puntos, tres de los cuales les ha ganado el blanco y uno el rosado. En España, el incremento del blanco es más acentuado y en ese mismo periodo su peso ha escalado del 29% al 35%, según IWSR, un dato en línea con el informe del Ministerio de Agricultura.

Menos riojas y más verdejos

Las zonas vitivinícolas que no incorporen vinos más frescos y menos alcohólicos en su oferta, independientemente de que sean blancos o tintos, podrían sufrir duro a largo plazo. Ya hay dos territorios españoles que son como la cara y la cruz de los nuevos tiempos del vino: mientras que en el 2023 la DOQ Rioja experimentó un bajón del 5,18% en la comercialización de sus vinos –el crecimiento del 7% de los sus blancos, que son minoritarios, no pudo compensar la caída de tintos y rosados–, en la DO Rueda, famosa por sus verdejos, los blancos crecieron un 5,44% y el número de botellas se ha cuadruplicado más que respecto a 2004.