Así hace de madre

Magda Minguet: "Que mi cuarto hijo también fuera un chico generaba comentarios aquejados"

Historiadora del arte, periodista, escritora y madre de Adrià, Albert, Pau y Marc, de 17, 15, 13 y 9 años. Colabora en 'Criatures', es profesora de secundaria y acaba de publicar una novela realmente divertida, 'Vermuts i barbuts' (La Campana), una comedia en torno a la comida y las citas a ciegas. Un regalo perfecto para el tió.

La escritora Magda Minguet
16/12/2024
3 min

BarcelonaCuando fui madre por primera vez, tuve una depresión posparto muy dura, no por el hijo que llegó, sino por la parte de mí que se fue. Después de ser madre yo ya no era la misma, pero me di cuenta de que en las cenas de amigas volvía a ser yo.

Lo dices como si volvieras a la vida.

— Cuando te conviertes en madre valoras más que nunca estos momentos. El libro trata muchísimo sobre la amistad entre mujeres. Las cenas de amigas son terapéuticas y, por fortuna, con mis amigas recuperamos los temas de siempre y cuando nos encontramos hablamos muy poco de los hijos.

Gemma, la protagonista, no ha podido tener hijos.

— No ha tenido y lo ha sufrido mucho, así que ha optado por decir que no quería hijos para no tener que dar demasiadas explicaciones. Porque sí, todavía en el siglo XXI, a menudo se pregunta a muchas mujeres el motivo de no tener hijos, si no pueden, si no quieren, si no llegan.

No es en absoluto tu caso.

— Yo he vivido lo contrario, porque no es habitual tener a cuatro hijos y más si son todos chicos. Que el cuarto fuera también un chico generaba comentarios afligidos y eso me hacía sentir muy incómoda porque yo sí estaba contenta.

Retratas a Gemma como una niña que siempre iba a la suya. ¿Son así también los cuatro?

— Me parece muy bien que los niños vayan a lo suyo, como hemos hecho todos. Mi objetivo como madre es darles alas y no hacer nido. otros y que sean emprendedores y no cabreadores. Me gusta mucho que los cuatro sean tan diferentes. el esparcimiento.

¿Cómo es ser madre de cuatro chicos?

— Tener a cuatro chicos es intenso, son desordenados y hay que repetir muchas veces que realicen los trabajos de casa que, casualmente, siempre le tocan a otro. A su vez son muy divertidos, muy autónomos y todo les parece bien. También son muy sociables y siempre hay amigos por casa. Aunque trabajo mucho y siempre estoy atareada, nunca hay reproches ni malas caras.

Ya es mucho eso.

— En casa pasamos una pandemia muy dura con mi marido en la UCI y allí nos unimos mucho, hicimos mucha piña y me ayudaron en todo. Incluso movimos las camas para dormir juntos. En esos momentos agradecí mucho tener una familia numerosa, nunca me sentía sola. Es una suerte ser su madre.

¿Qué te parece especialmente pesado?

— Todo me parece. Cuesta mucho trabajar y sacar adelante a una familia. No hay ninguna medida para conciliar que no implique renunciar a tu carrera, tu sueldo o tiempo de calidad. Se habla muchísimo, pero no he visto absolutamente ningún paso adelante. Tienes a los hijos enfermos y no sabes qué hacer. Si le dejas con alguien te sientes culpable y si faltas en el trabajo, también. Sin mis padres y mis suegros, habría sido imposible.

¿Qué me cuentas sobre las pantallas?

— Mis hijos han crecido en digital y nunca hemos demonizado las pantallas. De hecho, muchas vísperas miro a YouTube con ellos e incluso dos de ellos han creado sus propios canales. Creo que es necesario educar en las pantallas como lo hacemos en otros aspectos de la vida: con prudencia, respeto y moderación. Debemos hacer que nuestros hijos sean camaleónicos a los cambios y que puedan adaptarse sin miedo a los nuevos retos. Las redes sociales son sólo una etapa y la verdadera revolución nos va a llegar con la inteligencia artificial.

No hemos hablado de la comida. ¿Genera conflictos en casa?

— No tenemos ninguna porque a todos nos gusta comer. Lo que sí recuerdo es que cuando eran pequeños dos palabras les ponían especialmente tensos: menú infantil. Siempre que íbamos a comer fuera me decían: recuerda que no queremos el menú infantil, que no queremos macarrones.

Cierto, debe ser un punto humillante tener que comer siempre menú infantil.

— Al igual que encontramos escandaloso darles el móvil al restaurante para que estén entretenidos me parece que no les podemos dar siempre macarrones para que no haya quejas. Los restaurantes deberían ofrecer medias raciones de los platos de la carta para cuando acuden niños. Salir a comer en familia educa y existen opciones más allá de la pasta y el pollo.

stats