"En Dinamarca el bachillerato es una etapa para aprender y hacer errores, no por estar continuamente haciendo exámenes"
En el país nórdico, el paso previo a la universidad está marcado por la responsabilidad de los alumnos y la libertad de los contenidos en las asignaturas
CopenhagueDinamarca es de los países que, año tras año, lideran los rankings de competencias de los alumnos, con un sistema educativo que se caracteriza por ser completamente gratuito desde la escuela primaria hasta los estudios universitarios y que se diferencia bastante de la enseñanza en Cataluña. Esto lo sabe bien Carolina Diarte (46 años, nacida en Castellar del Vallès), que lleva 18 años en el país escandinavo, donde trabaja como profesora de educación secundaria desde hace 15 años. Ella no esperaba acabar dando clases en un instituto de Dinamarca, pero después de conocer a su pareja danesa en Japón, ambos decidieron ir a vivir juntos a Copenhague. Carolina había estudiado traducción e interpretación en Barcelona, lo que le sirvió para encontrar trabajo de profesora.
El Rysensteen Gymnasium, donde Carolina da clases de lengua inglesa y castellana, es un instituto público del centro de la capital danesa. En la sala de profesores donde hacemos la entrevista, unas luces de madera combinadas con muebles de diseño y unas almohadas de colores le dan un aspecto acogedor y muy nórdico. Para Carolina, los inicios como profesora en Dinamarca no fueron del todo fáciles, puesto que se sentía muy poco segura con la lengua: "Pero también me sirvió para decir a los alumnos que entiendo perfectamente el esfuerzo que implica aprender un nuevo idioma".
Más autonomía y menos jerarquía
En Dinamarca, la enseñanza en Gymnasium es la equivalente a los estudios de bachillerato, pero esta etapa está dividida en tres cursos (típicamente de los 16 a los 19 años), aunque el sistema es flexible y es muy común que los alumnos empiecen más tarde. Antes de empezar el bachillerato, muchos optan por pasar un año estudiando en el extranjero, o en Efterskole, una escuela residencial donde los jóvenes aprenden a vivir fuera de casa por primera vez y se especializan en materias como deportes, naturaleza, música o arte, durante un año. Con esta experiencia previa "están muy motivados y se sienten más preparados para empezar el bachillerato", señala Carolina. Otra de las particularidades del sistema danés "es que la mayoría de los alumnos trabajan a tiempo parcial, muchos de ellos en tiendas, restaurantes o supermercados, a la vez que realizan el bachillerato". Además, los estudiantes también reciben una ayuda económica del gobierno que va de los 500 euros a los 800 euros mensuales, "y que les da cierta independencia económica de los padres, lo que se nota en su madurez cuando comienzan el instituto", explica Carolina.
Quizás como reflejo del talante del país nórdico, en las aulas, "la jerarquía y la autoridad entre profesor y alumno queda bastante difuminada", señala Carolina, algo que también le chocó en sus inicios como profesora. "Te ven como una figura adulta que sirve como modelo en el aula ya la que tienen confianza –dice–, aunque esto también tiene una vertiente mala porque a veces toca poner orden", reconoce.
Aunque el Gymnasium es el paso previo para acceder a la universidad, en Dinamarca esta etapa educativa no está enfocada a prepararlos para unos exámenes de selectividad: "Por el contrario, en las clases no hay un libro a seguir y el contenido de las asignaturas lo deciden, en parte, los alumnos", dice Carolina. En el caso de las clases de inglés, "los alumnos llegan ya con un nivel de conocimiento de la lengua muy bueno", reconoce, lo que permite enfocar las clases en otros contenidos como literatura, historia o temas actuales, como las elecciones en EEUU o el Brexit: "Para el profesor es mucho más trabajo para preparar las clases, pero permite que sean mucho más estimulantes", dice Carolina. Según ella, los temas que más interesan a sus alumnos "son sobre desigualdad y política, porque consideran que no saben lo suficiente".
Pocos exámenes
Como método de evaluación, Carolina explica que se hacen muy pocos exámenes, y algunos de ellos son orales: "Aquí es muy importante el aprendizaje, y se considera el bachillerato como una etapa de tres años para aprender y cometer errores, y no por estar constantemente evaluando, hay más calma y otra energía", admite. En el instituto, también se promueve que los alumnos se involucren en actividades voluntarias: "Tenemos un club de running o un desayuno conjunto en el que los alumnos cantan canciones, y así comienzan el día y las clases con energía –dice–. Otros ayudan a personas mayores a realizar la compra o lo que necesiten".
El uso de la tecnología y los móviles en las aulas también es un tema de actualidad en Dinamarca. Desde el ministerio de Educación se anunció en febrero que se prohibirán los móviles en las escuelas, tanto en las clases como en los ratos de ocio, y aunque el país fue de los pioneros en incorporar la tecnología en las aulas, ahora el proceso se está revirtiendo: "Tenemos una mezcla de sistema analógico con papel y lápiz", y ordenadores para hacer de la inteligencia artificial se nos plantea como un reto que no se ha resuelto”. Otros retos a los que se enfrentan en el instituto, según ella, son el aislamiento social y la soledad de algunos alumnos: "El hecho de que haya jóvenes que no saben cómo relacionarse es bastante difícil de llevar como profesores, pero tenemos mucho trabajo y no siempre podemos estar pendientes de ello".
Con todo, Carolina dice estar satisfecha como profesora en el país: "Los sueldos son altos, aunque tenemos menos días de vacaciones que en Catalunya". Respecto al nivel educativo, también considera que sus alumnos salen preparados para afrontar la etapa universitaria: "El sistema funciona y las estadísticas lo demuestran, cuando terminan se nota que han aprendido. Además, tienen voz para decidir los temas que estudian y cómo lo hacen, lo que hace que se impliquen mucho más en el aprendizaje". Por último, acaba asegurando que "cuando terminan la etapa escolar, se ve que ya son personas adultas".