Esther Martínez (@estoreta): "A las siete estamos los cinco en la mesa cenando ya las ocho ya duermen los tres"
Creadora de contenidos para redes, maestra especialista en literatura catalana y pedagogías Pikler, Reggio y Waldorf. Madre de Valentina, Julieta y Món, de 8, 5 y 3 años. Publica 'Una vuelta al sol. Un cuento para celebrar el cumpleaños' (Estrella Polar) con ilustraciones de Xiana Teimoy. En Instagram es @estoreta, tiene 158k seguidores y comparte manualidades para hacer solo o con hijos pequeños.
BarcelonaLos cumpleaños tienen algo que nos remueve por dentro. Tienen un significado mucho más profundo que soplar velas o recibir un regalo. Cuando nos convertimos en madres y padres, los cumpleaños adquieren otra dimensión. Nos sirven para valorar todo lo que tenemos, el tiempo que va pasando y, de algún modo, todo vuelve a empezar. Para los adultos es un momento de hacer balance y marcar nuevos propósitos.
Cuéntame algún cumpleaños que te hiciera reflexionar.
— El primer aniversario de mi primera hija, existía una emoción muy grande. Pero, una vez vivido, me di cuenta de que me había equivocado muchísimo invitando a tanta gente, a tanta familia y amigos. No supe prepararlo pensando en las necesidades de mi hija. Ella acabó agobiadísima. Después de ese primer aniversario, todos fueron mucho más íntimos y cercanos. Otro cumpleaños fue el de la mediana, que celebramos en plena pandemia, con mil restricciones. Sin embargo, fue precioso. Solamente éramos nosotros. No necesitamos más.
¿Por qué son importantes las celebraciones?
— Los rituales dan mucha seguridad a los niños. Un niño nunca se cansa de que le repitas el mismo cuento. Le gusta y le hace sentir seguro saber qué va a pasar. Vivir un mismo ritual, año tras año, hace que cada vez lo viva desde un prisma distinto, con una conciencia algo más profunda.
Cada familia inventa sus propias tradiciones.
— Nosotros instauramos algo que llamamos Las citas. No lo hacemos tanto como nos gustaría, porque la vida de familia numerosa deja pocos espacios vacíos, pero de vez en cuando hacemos una cita en exclusiva con uno de los tres hijos.
¿En qué consiste?
— Mi pareja y yo pensamos una actividad para realizar sólo con uno de ellos, como ir al teatro, ir a merendar, hacer alguna manualidad, cocinar. Es un rato para tener a los padres cien por cien en exclusiva. Esto les gusta mucho.
Tres hijos es un buen número.
— Tener una familia con tres pequeños es muy bonito, pero también comporta mucho trabajo. La frase que el tercero se cría solo es una estafa. El tercero necesita lo mismo que el primero y el segundo. Sí que es cierto que tienes más experiencia, pero también estás más cansada.
Tener tres hijos te obliga a aprender a mayor velocidad.
— Si sólo fuera madre de una criatura pensaría completamente distinto. Con una criatura tu paciencia es cien por cien para ella. Cuando tienes tres, la cosa debe repartirse, y todos sabemos qué pasa cuando se te acaba la paciencia. Así que con varios hijos aprendes a relativizar las cosas, rebajar expectativas, frenar velocidades.
¿Cómo es un día cualquiera?
— En nuestra familia, las rutinas y los horarios nos sientan muy bien. En vacaciones podemos ser más flexibles, pero en los días de cada día somos firmes con horarios y rutinas porque realmente nos aportan mucha calma. El descanso y la alimentación de las criaturas es básico para evitar rabietas y hacer que se levanten con energía. A las cuatro hemos llegado a casa, después de la escuela y de haber jugado en el bosque o de haber hecho encargos. En casa, hay ratos de juego mientras yo hago tareas como lavar, preparar la cena o avanzar almuerzos. A las siete estamos los cinco en la mesa cenando. A las siete y media haciendo rutinas de lavar dientes, preparar ropa para el día siguiente y leer cuentos. Generalmente, a las ocho ya duermen los tres y de esta forma pueden descansar once horas y los adultos podemos tener tiempo de calidad en pareja.
¿Qué te resulta duro de la maternidad?
— Lo que más me ha removido son las relaciones desagradables entre hermanos: las peleas y los celos. Mi pareja es hijo único y yo tengo una hermana pero nos llevamos muchos años. Seguramente aquellos que han sido muchos hermanos no les asusta ver cómo las criaturas se pelean porque saben que el amor está por encima, pero los que no lo hemos vivido nunca quizá tendamos a idealizar la relación entre hermanos.
Cuéntame una anécdota.
El pequeño ahora tiene tres años y está en aquella época divertida y de palabrería que te hace saltar lágrimas de risa. Un día salió asustado de casa cuando le dije que fuéramos al parque a jugar, que las paredes se nos caían encima. Lo entendió literalmente.
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