Cómo era de pequeña

Gisela Vaquero: «Los videojuegos fueron una vía de escape del 'bullying'»

La diseñadora de videojuegos, que estudió en Besalú y Olot, recuerda que los profesores que tuvo en el instituto no supieron responder al acoso escolar que sufría

Gisela Vaquero (Besalú, 1984) es diseñadora de videojuegos, productora y creadora de contenido. Es fundadora de Jellyworld Games y de la asociación Women in Games, que apoya a las mujeres desarrolladoras de videojuegos.

Fue a la Escuela Salvador Vilarrasa de Besalú. "La tenía junto a casa, pero muchas veces me despertaba que ya sonaba la música que indicaba que estaban entrando todos y siempre llegaba la última", dice. Era una niña muy introvertida, "muy callada y tranquila". "Mis padres no estaban demasiado por casa. Me cuidaba un pariente, yo le decía tío Botey, y me enseñó el abecedario antes de que aprendiera a andar. Teníamos una mesa donde había juegos pintados, el de la oca, las damas, el ajedrez y me enseñaba a jugar. Y eso me quedó", añade.

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Los juegos de mesa se asemejan a los videojuegos. "Las mecánicas, muchas, son las mismas. En casa las baldosas tenían formas y figuras diferentes y me inventaba que en cada sala debía hacerse algo, un juego diferente en cada habitación. No tenía mucha gente con la que jugar. Tuve una infancia bastante solitaria", explica. Tiene una hermana ocho años mayor y "no paraba mucho en casa. Se notaba mucho la diferencia de edad", añade.

Los videojuegos entraron en casa de pequeña: "Mi padre tenía un ordenador, y cuando él estaba fuera yo aprovechaba para jugar con programas de software y con videojuegos. Con cinco o seis años me entretenía con un programa de hacer títulos que se llama Banner Mania".

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También tenía consolas: la Master System 2 y luego la Game Gear. "Me sentaba en el suelo y me quedaba horas jugando en el Columns, en el juego de Mickey... Y el fin de semana, cuando tenía unos 8 años, cuando tenía unos 8 años, cuando tenía unos 8 años, tenía unos 8 años, cuando tenía unos 8 años. jugábamos las dos en el Super Mario", dice.

Mi padre era comercial y mi madre trabajaba en la tienda de ropa de la familia. Gisela, de pequeña, cuando le preguntaban qué quería ser de mayor, decía que detectiva. Quería investigar. "Más adelante me di cuenta de que no quería ser quien resuelve casos. Empecé a escribir muy pronto, a los 7 años", recuerda. Y tiene una caja llena de periódicos de cuando era pequeña.

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Cambio de ciudad y de escuela

Cuando tenía 12 años se fue a vivir a Olot y estudió en el IES La Garrotxa. "Mis padres se separaron y mi madre ya trabajaba en una residencia para gente mayor en Olot. El cambio fue muy drástico. Yo antes era mucho más delgada y empecé a tener obesidad ya sufrir mucho de bullying. Los videojuegos fueron una vía de escape del bullying", reconoce.

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Bajó el rendimiento en la escuela: "Sufrí tanto de bullying que todas las notas descendieron. De los notables y excelentes pasé a suficientes. En esta escuela se separaban a los inteligentes de los no tan inteligentes. Y de la clase A pasé a la clase B. Y los profesores me dijeron que no estaba capacitada para ir a la universidad".

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Pero siguió estudiando. "A mí me gusta mucho aprender. Lo que ocurre es que a veces el sistema educativo no prevé que algunas personas no puedan estudiar en momentos determinados para que sufran acoso. Los profesores no hacían nada, y bien que lo sabían. Recuerdo una clase de matemáticas, con todas las chicas que me hacían. bullying detrás de mí, echándome cosas, mientras el profesor miraba y no decía nada. No sabían qué hacer, entonces", explica.

Hizo el bachillerato artístico. "El arte me gustaba mucho. La única pega es que no había matemáticas", dice. Fue a la universidad, a Girona, para estudiar publicidad y relaciones públicas. "Imagínate a una persona muy tímida con gente muy abierta; me sentía fuera de sitio, pero fue un buen entorno que me ayudó a aprender a comunicarme", explica.

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Pasó a hacer comunicación audiovisual en Barcelona: "Ya me gustaba más. Y empecé a tener interés en la creación de videojuegos. Y al terminar, hice el máster de Diseño y Programación de Videojuegos en la Politécnica, donde era la única mujer en una clase de 70 alumnos".