Jaume Sanllorente: "Ser hijo único me ha ayudado a saber estar solo"
En la escuela tenía tendencia a ir con los grupos más oprimidos y hoy es el fundador y director de la ONG 'Sonrisas de Bombay'
Jaume Sanllorente (Barcelona, 1976) es periodista y escritor. Fundador y director de Sonrisas de Bombay, ONG que centra su acción en la lucha pacífica contra el tráfico de personas y en el respeto por los derechos humanos.
Creció en la plaza Tetuan, en Barcelona, pero iba a una escuela en Sarrià. "En Santa Isabel, donde mi madre era maestra. Esto tiene ventajas y tiene inconvenientes –reconoce–. Te privaba un poco de libertad y privacidad ya que todo el mundo sabe quién es tu madre. A veces va muy bien ser el hijo de, pero otros, no tanto", explica.
Sanllorente era muy buen estudiante, pero siempre estaba charlando. "Me enteraba de todo", recuerda. Ya era periodista. "Desde niño he perseguido las verdades. Por ejemplo, yo estaba haciendo primero y si ocurría algo en quinto, la profesora de quinto pedía que me sacaran de clase porque decía: "El Sanllorente seguro que sabe lo que ha pasado". Era testigo de todo, pero protegía a mis compañeros, por tanto, no era "un delator", recuerda.
Era un estudiante de letras. "Tenía facilidad para hacer redacciones, contar temas orales, y hacía teatro", explica. Creó un grupo llamado Compañía 5 Minuts y se llamaba así porque a los cinco minutos morían todos los personajes. Las matemáticas no eran su fuerte. "Me pusieron una maestra particular en casa, y yo le decía «Tú cuenta, yo dibujo». Mi madre miraba y se desesperaba porque decía que le estaba tomando el pelo a la pobre maestra", añade.
De pequeño cuando le preguntaban qué quería ser de mayor decía que quería ser actor de teatro, hasta que, con tres años, una vecina le dijo: "Si eres actor de teatro serás pobre siempre". "A partir de entonces decidí que iba a ser periodista", concluye.
Una familia pequeña
Después de la escuela hacía muchas extraescolares. "Hacía judo, también bailé con una bandada, los fines de semana cantaba en un corazón y lo que hice durante mucho tiempo fue natación, que me ha ayudado mucho", dice. En casa hacía obras de teatro. "Ponía sábanas y el público eran mi madre y mi abuela, porque los padres en aquella época estaban mucho menos presentes. Yo recuerdo a la madre muy presente y el padre, no tanto", explica.
Es hijo único. "Hay momentos en la vida en los que he echado de menos tener hermanos. Yo pedía tener un hermano en la carta a los Reyes, creo que al final les di pena y me trajeron un perrito", dice. También le ve la parte positiva. "Ser hijo único me ha ayudado mucho a saber estar solo, esto me ha ido muy bien después a la India", asegura el fundador de la ONG Sonrisas de Bombay.
Su padre era director de importación y exportación de una empresa química. Le pregunto de dónde le viene su parte más altruista. "Se me despertó en ese viaje a la India y siempre he tenido un sentimiento de justicia", explica. En la escuela, a pesar de ser hijo de una maestra, no era de los populares pero tampoco era de los marginados. "Me hacía con todo el mundo, y en las notas los maestros ponían: «Tiene tendencia a ir con grupos más oprimidos»".
Estudió periodismo. "El primer año de periodismo murió mi madre y tuve como una especie de crisis, de decir "Cambio de carrera", pero seguí y estoy muy contento de haber hecho periodismo. Aunque sigo pensando que el periodismo se aprende mucho más haciéndolo que estudiándolo. Creo que es una carrera que podría hacerse en menos años", confiesa.
Cuando acabó la carrera, se marchó a cumplir un año sabático a Londres. "Hice de todo, llegué a dar flyers en Oxford Street vestido de pollo gigante o algo así", relata. A su vuelta empezó a trabajar de periodista hasta que en el 2005 viajó a la India, se topó con un orfanato que estaba a punto de cerrar y lo dejó todo para instalarse allí y fundar la ONG si creo que he hecho más periodismo con la Bomba que he hecho más periodismo con la ONG. prensa en un medio de comunicación. Al final he escrito muchos temas de investigación y sigo comunicando una realidad", concluye Sanllorente.