Escuela

Navidad o Fiesta de Invierno: ¿qué debe celebrar la escuela pública?

Las escuelas repiensan la celebración de las fiestas, pero sin perder de vista que son un eje de transmisión de la cultura popular

BarcelonaCuando el equipo directivo de la Escuela Ítaca de Manresa empezó a tejer el proyecto educativo del centro no sabía cómo debían ser las celebraciones, pero tenía muy claro lo que no quería. Por poner un ejemplo, querían evitar a toda costa una celebración de la Castañada que fuera igual cada uno de los nueve años que un niño pasa en primaria. Se fijaron el reto, pues, de repensar las fiestas como un objetivo de aprendizaje y se adaptaron a las necesidades y posibilidades de cada etapa educativa.

Al organizarse por comunidades, el contenido de cada día señalado se trabaja diferente a la comunidad de pequeños, medios y mayores. Y Nadal es una de las celebraciones que en el mismo centro se trata desde un punto de vista tradicional, multicultural o estacional. Creen que a los más pequeños de la escuela, con niños con culturas, religiones y tradiciones muy diversas, les puede costar entender que cada niño lo haga de diferente manera y han optado por trabajar la estación, en este caso el invierno. Una de las dos codirectoras, Olga Pich, explica que lo hacen de forma sensorial, con salidas al exterior para comprobar el cambio en el paisaje y otras actividades como aprender un poema sobre la estación que, en las familias que tengan costumbre, se puede recitar también el día de Navidad.

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Los medios, en cambio, descubren la cultura catalana y las de otros países de donde pueden ser las familias de los niños y niñas de las clases. En la Castañada se trabaja Todos los Santos y los panellets pero también todo el culto a los muertos, y en Navidad se invita a las familias con orígenes diversos que compartan sus experiencias y costumbres. Los grandes, por su parte, aprovechan las opciones que da la ciudad de Manresa para acercarse a Navidad, como la visita de una muestra de pesebres que se realiza en la ciudad.

En la Escuela Balandrau de Girona han vivido una situación similar. Cuando se fundó, hace quince años, había un cierto debate sobre la presencia de Navidad y otras fiestas, por su origen religioso, y optaron por relacionarlas con los elementos naturales, como podían ser la tierra, el agua o el invierno. La directora, Cristina Turbau, explica que era un momento en el que se estaba muy pendiente de las familias, pero el claustro ha ido evolucionando y ahora sienten que la experiencia les ha permitido hacer más lo que creen.

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Por eso, optan por transmitir la tradición catalana que, especifica Turbau, es también lo que indica el currículo. "Hay que poder saber qué celebramos en Navidad sin tener que hacer catequesis", dice la directora. Parte de la base de que todas las culturas, valores y lenguas en la escuela son bienvenidas, pero sienten el deber de traspasar y transmitir las tradiciones catalanas, como señala el currículo, "sin fomentar la parte cristiana, pero siendo conscientes de que es nuestro origen".

En la misma escuela, los más pequeños hacen cagar el tió y cuando vuelven de fiestas han pasado los Reyes. Compara esta experiencia con celebrar Sant Jordi. Además, se suman a actividades del Ayuntamiento, que busca el mismo objetivo de transmitir la tradición catalana popular.

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Un repensar constante

Para la presidenta de la Asociación de Maestros Rosa Sensat, Mar Hurtado, es muy relevante que las escuelas no pierdan de vista el eje de transmisión de la cultura popular del país –sin el componente religioso, como escuela laica que es– y señala el riesgo de no hacerlo. "Si se acaba celebrando solo el solsticio de invierno, nos quedamos a medias y los niños crecen sin comprender, ni entender, ni arraigarse en el país donde han nacido o los acoge", dice Hurtado.

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Por eso, desde la asociación recomienda al claustro trabajar qué se quiere transmitir de la cultura popular a través de las fiestas, sea Navidad u otras celebraciones, y hacerlas vivir. "No se trata de enseñar, en este caso, sino de hacer vivir", puntualiza Hurtado, quien ve que el hecho de que algunas escuelas hayan recuperado a Nadal después de un tiempo celebrando el solsticio de invierno responde a un replanteamiento sobre la transmisión de la cultura propia del país. "La escuela debe sentarse, estudiarlo y discernir qué quieren que los niños sepan de la cultura popular de cada fiesta en concreto", añade la presidenta de la Asociación Rosa Sensat.

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Como maestro de educación infantil, ahora en una ZER rural y por su experiencia en las aulas, David Altimir mantiene una postura muy similar. "No tengo ninguna solución mágica porque creo que los equipos tenemos que debatirlo para no hacer las cosas por inercia", explica. Ha visto escuelas que han dejado de realizar estas celebraciones para no incomodar la diversidad cultural de las aulas, pero él defiende más reflexionar sobre cómo las viven antes de eliminarlas. "Hay algunos estereotipos que hemos ido arrastrando con el tiempo", dice Altimir, pero existen muchas más opciones. Pone de ejemplo una escuela que pidió la colaboración de las familias para recopilar temas navideños de diversas culturas, también la catalana. "Las escuelas somos de un sitio y debemos tener nuestras tradiciones, conocerlas, reivindicarlas y, si es necesario, reinterpretarlas –defiende Altimir–, no podemos hacer Nadal hoy al igual que en los años 80".

La tradición de los Pastorcillos

Aparte del tió entre los más pequeños, un concierto de Navidad y decoración invernal, en el Institut Escola Montseny, de Breda, incorporan uno de los elementos más tradicionales por estas fechas (y que cuesta ver en muchas escuelas): los Pastorets. La época de Navidad se aprovecha para culminar un proyecto de teatro que han liderado a dos de los maestros del claustro. "Llevamos muchos años trabajando este proyecto teatral y versionamos Els Pastorets para sacar la simbología más católica, pero manteniendo la esencia de una obra tradicional y patrimonial catalana", explica Artur Casanova, maestro de la escuela. Este año son los niños y niñas de 4º de primaria quienes están ultimando los ensayos para realizar la función antes de ir de vacaciones y disfrutan de un proyecto "muy amplio y transversal que también sirve para perder la vergüenza y aprender a hablar en público", dice Casanova. Nadal es la excusa para culminar un proyecto que aporta lectura, expresión verbal, retórica y expresión corporal a los alumnos, un trabajo globalizado que puede incluir la música, las matemáticas y, sobre todo, la cohesión de grupo.

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Espacio para otras culturas

Desde la Asociación de Maestros Rosa Sensat tienen claro que las fiestas, como Navidad, deben reorganizarse y replantearse para adaptarlas a la realidad actual, y por eso cree que es necesario reservar un espacio para escuchar las culturas que conviven con la nuestra. Para Hurtado, esto no significa celebrarlo sino dejar que las familias expliquen las tradiciones de sus países de origen, la gastronomía, las costumbres, los regalos y cualquier detalle. "La familia se siente acogida y escuchada y está más abierta a conocer lo que nosotros queremos hacerles saber", dice Hurtado. Además, este intercambio genera beneficios también a todos los niños de la escuela, que tienen la posibilidad de saber que en otros lugares del mundo "pasan cosas interesantes con colores, sabores y temperaturas diferentes".

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Para Hurtado, esta es la clave para conseguir una sociedad que respete a las otras culturas. "Y eso lo necesitamos mucho", añade. Por eso, lamenta que esta tarea la asuman sólo las escuelas y que las fiestas tengan tan poca presencia en los institutos. Cree que los centros de secundaria deberían repensarlo: "Deberían tener tiempo y espacio para plantearse cómo tratar esta diversidad y las fiestas podrían ser un momento maravilloso para interactuar de una manera agradable que permita conocer".

¿Y qué dicen las familias?

Muchos de estos cambios y transformaciones responden a la necesidad de implicar a familias de diferentes orígenes, pero impactan en toda la comunidad educativa, que debe entender y aceptar la manera de celebrar de la escuela. En la Escola Ítaca, Pich y Carbajo reconocen que cuando a las familias se les explica deprisa y sin detalles todo este proyecto no lo entienden y no les parece bien. "Debemos transmitirles la lógica que tiene para nosotros trabajar las fiestas como un material educativo más –dice Pich–, y el trabajo debe evolucionar en función de la edad del niño". Si así lo explican, las familias lo viven bien.

En Breda, con Els Pastorets , se han encontrado en alguna ocasión familias que no han visto bien la participación de su hijo, pero, en general, es un proyecto bien acogido. "Sabemos que entre las familias hay sensibilidades diferentes, pero se explica que es un clásico del teatro catalán y que se ha versionado, ya que, de hecho, los propios niños acaban incorporando vocabulario actual, detalles del pueblo, rasgos de los adolescentes del momento e incluso tecnología y redes sociales", explica Artur Casanova, maestro de la escuela.

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