Escuela

De Navidad a Carnaval: ¿las escuelas deben dejar de celebrar las fiestas tradicionales?

Cada vez más centros repiensan las celebraciones y optan por versiones más ligadas a las necesidades de los niños

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Una escuela de Barcelona celebra el carnaval, en una imagen de archivo

Barcelona“Hoy no pienso ir con pijama a la escuela! No me gustan las órdenes del rey Carnaval y no me gustan los Reyes. ¡La peor semana del año!” “Opinión popular entre madres y padres: ¡pxxx Carnaval! Alguien tenía que decirlo”. “Tarjeta roja en el trabajo de más (y el sueño de menos) de las malditas consignas del rey Carnaval. BASTA. El Carnaval será libre o no será.” “Crees que Carnaval es un día y un problema hasta que recibes consignas de la guardería bajo el título La semana loca. Cagun el oso pedrero”.

La misma semana que las familias utilizaban Twitter para desahogarse contra las llamadas consignas del Carnaval, algunas de las familias de la escuela Teixidores, en el barrio de Gràcia de Barcelona, ​​se quejaban por el contrario. La escuela no celebra esta fiesta de la manera convencional y algunos padres y madres lamentaban que sus niños y niñas no vivirían ese espíritu carnavalesco en el ámbito escolar. El motivo es el posicionamiento del claustro ante la celebración de algunas de las fiestas populares que tradicionalmente se han reproducido en las aulas. En la escuela Teixidores el Carnaval no tiene sentido porque el proyecto educativo de la escuela “ya gira” en torno a las artes escénicas. Los niños pueden jugar cada día a disfrazarse, cambiar de rol e imaginar con complementos. De hecho, pueden ir todos los días disfrazados a la escuela, si quieren. Según explica la jefa de estudios del centro, Lara Sosa, hay que entender el disfraz "como una forma de vestir" si lo que se quiere es "una sociedad diversa". Además, consideran que Carnaval reproduce muchos roles de género.

Es la única fiesta que no celebran en la escuela Teixidores, un centro de nueva creación situado en la calle Encarnació. Sin embargo, el equipo tiene muy claro que las demás fiestas no las trabajan "de manera sistemática" ni van implícitas "más producciones", es decir, ni fichas, ni decoraciones de espacios ni manualidades obligatorias, sino que apuestan para "contextualizar" cada una de estas celebraciones. Huyen de relacionar directamente estos días con trabajos concretos porque consideran que de esta forma "se corta" la creatividad de los alumnos porque se les ofrece "un marco cerrado" de expresión. También evitan exponer los trabajos que realiza el alumnado en el aula y así se ahorran las comparaciones. Si a este planteamiento se le suma la laicidad de la escuela, en Teixidores se celebra Santa Cecilia -con las familias que saben música-, la Castañada -sobre todo los pequeños y con abuelas que se ofrecen para hacer de castañeras-, la Fiesta de Invierno –que ha sustituido a la de Navidad-, Sant Jordi y sobre todo los Foguerons. Aunque es una fiesta de Mallorca, el claustro apuesta por implicarse en una celebración que ha encontrado su espacio en el barrio. "Buscamos arraigo en el barrio", explica Sosa. Así, los días previos se introduce a los niños en la fiesta y se realizan actividades con un grupo de diablos para aprender aspectos de los fuegos artificiales, por ejemplo. "Si queremos transmitir la cultura popular -añade la jefa de estudios-, hay que hacerlo en un contexto puntual".

¿Y qué piensan los padres?

La escuela sabe que a algunas familias les sabe mal que no celebren Carnaval, pero consideran que el “desmadre y la pérdida de roles” tienen una vertiente católica que no quieren reproducir. "No encaja con el proyecto educativo", señala Sosa. Añade que los niños y niñas no tienen problemas para disfrazarse siempre que quieren y que, además, las consignas “les molestan”.

Escuela Teixidores, con un proyecto educativo relacionado con las artes escénicas

La Asociación de Familias de Alumnos (AFA) de Teixidores, como la escuela, tiene pocos años de vida. No les llegan críticas por la forma de tratar estas fiestas en concreto, pero intentan tantear qué gusta a las familias que forman la comunidad educativa para poder complementar el trabajo de la escuela. Maria de Puig, miembro de la comisión de fiestas, explica que las familias también son organizadoras de celebraciones: la fiesta de bienvenida y fin de curso, una fiesta de invierno y una de primavera. Conscientes de que el proyecto educativo de la escuela es lo que es, la AFA toma el papel de hacer más comunidad y reforzar algunos encuentros familiares. Pero la escuela cuenta porque quieren "las familias dentro", reconoce Sosa.

Celebraciones con sentido

Buscar un vínculo con la fiesta, la cultura y el entorno a la hora de celebrar fiestas tradicionales en la escuela es lo que defiende Mar Hurtado, miembro de la junta de la Asociación de Maestros Rosa Sensat. Ve con muy buenos ojos los replanteamientos que empiezan a hacerse los maestros porque cree que “la escuela cambia y las fiestas parecen inamovibles”. "¿Por qué se hacen las fiestas en la escuela?", se pregunta Hurtado. Apuesta por que todos los maestros se cuestionen qué se quiere conseguir con la fiesta y evitar, así, quedarse en la “superficialidad”. "Si la escuela se hace una buena pregunta y una buena respuesta", dice Hurtado, no hace la fiesta "porque sí".

Para Hurtado es importante que los niños y niñas puedan empaparse del significado de la fiesta y no sólo del carácter lúdico de la celebración. Desde la asociación han detectado que estos debates están “ganando peso” dentro de los claustros y que empieza a haber bastantes voces críticas para hacer las cosas diferentes. Nadal, que ya ha empezado a desaparecer de las escuelas públicas, es el caso más paradigmático de un nuevo modelo de celebración donde el hecho religioso pierde fuerza y, en cambio, gana la globalidad. En este punto, Hurtado pone de ejemplo la entrada con fuerza de Halloween en la sociedad y el lugar realizado en las escuelas trabajándose en el ámbito del inglés.

Una tendencia creciente

El caso de Teixidores no es puntual. De hecho, otras escuelas también optan por cambiar la manera de abordar estas celebraciones. Por el propio Carnaval, en una escuela de nueva creación del barrio del Eixample de Barcelona, ​​en vez de dar consignas para llevar un ornamento cada día de la semana la circular pedía lo contrario, que los niños no fueran disfrazados ningún día. Otra escuela, también de nueva creación, avisaba a padres y madres que lo sustituían por propuestas artísticas que se harían desde el centro -anteriormente, la Castañada ya se sustituyó por unas jornadas gastronómicas- y otra animaba a las familias a llevar materiales, telas y accesorios para que los niños pudieran jugar a disfrazarse, pero partiendo "del juego innato de los niños" y huyendo de los "estereotipos de género a menudo ligados a los disfraces".

Son equipos docentes que creen que las fiestas tradicionales tal como se han hecho siempre tienen un formato "poco respetuoso" con las necesidades de los niños y niñas porque a menudo, dicen, "parten de necesidades y visiones adultas". Y es por eso que apuestan por celebraciones "inclusivas y respetuosas" también con las sensibilidades y culturas de toda la comunidad. De hecho, una de estas escuelas ha pedido a los niños su opinión sobre cómo debería ser para ellos una fiesta para que "todo el mundo se sienta a gusto". "Seguimos buscando la manera de recoger las fiestas tradicionales sin perder la coherencia con el proyecto educativo", explicaron a las familias.

Esto es, precisamente, lo que buscan en el instituto-escuela Alexandre Xandri de Sant Pere de Torelló. Todavía hacen Castañada con castañas y panellets, celebran Navidad y Sant Jordi, pero empiezan a replantearse qué hacen cada curso. Trabajan por comunidades y los niños y niñas lo organizan todo. Glòria Mora, la directora del centro, explica que hacen “un encargo” a quienes voluntariamente se han ofrecido a formar parte de la comisión que organizará la fiesta. Es lo que están haciendo estas semanas para preparar a Sant Jordi. Niños y niñas de diferentes cursos se reúnen para realizar una lluvia de ideas, ver qué se sabe, de la fiesta, qué quieren hacer y qué materiales necesitan para llevarlo a cabo, siempre que esté relacionado con los libros, la literatura o la cultura. El año pasado, por ejemplo, realizaron 'caminetes de poesía' y también se han hecho intercambios de libros. A menudo, se intenta implicar el entorno, como una residencia para personas mayores muy cercana donde, si se puede, se va para amenizar la jornada a los residentes.

Últimamente, además, una condición importante que va tomando fuerza es la incorporación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para hacer más sostenibles estas celebraciones y, justamente, en un pueblo donde el Carnaval se celebra bastante, se han dejado a un lado las bolsas de plástico y el material de un solo uso para apostar por una celebración más significativa.

Conocer para respetar la cultura

Pedagógicamente, las fiestas son una buena manera de entender las tradiciones y, por tanto, las culturas. Así lo considera Maria Concepció Torres Sabaté, doctora en pedagogía y presidenta de la comisión de deontología del Colegio Oficial de Pedagogía de Cataluña, que pide hacer siempre un enfoque lo más respetuoso posible para trabajar las fiestas desde un punto de vista cultural y no sólo religioso, aunque sin religión no se podría celebrar prácticamente nada. "Aunque está vinculado, la escuela debe sumar y ayudar a explicar la nuestra y otras culturas", dice Torres. Por eso insta a los maestros a trabajarlo ya "conocer para respetar". Ve claro que, además, ese respeto es la clave de la convivencia.

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