¿Por qué los niños se aburren en el parque?

BanyolesHace unos días recibimos una consulta de una familia que nos explicaba que su hija de 7 años se aburría en el parque. Le recomendamos el artículo "Value of Risk in Children's Play(El valor del riesgo en el juego infantil) de Joan Almon, coordinadora de la Alianza para la Infancia en Estados Unidos. Almon nos recuerda que el juego de riesgo es vital para el desarrollo de los niños, porque les enseña a evaluar peligros , tomar decisiones y crecer con confianza y autonomía ¿Qué ocurre cuando los espacios de juego son demasiado seguros, rígidos o estériles?

Nuestro referente más importante en este tema es el pedagogo Francesco Tonucci. espacios aburridos porque no ofrecen verdaderos desafíos ni riesgos y porque segregan a los niños del resto de la sociedad. Los parques están diseñados para la tranquilidad de los adultos y dejan poco espacio para la creatividad o la improvisación. deberían ocupar las calles, y que tienen el mismo derecho que los adultos a hacerlo aunque no voten, y es contundente cuando afirma que los coches no pueden tener más derechos que los niños y niñas. que los niños se aburran en el parque?

La respuesta es un sí con mayúsculas y además es un síntoma saludable. Los parques infantiles son a menudo espacios limitados que les dicen a los niños cómo deben jugar. Las estructuras están pensadas para cumplir una función específica y si juegan fuera de estas normas, a menudo son corregidos por los adultos que les acompañan:

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  • ¡Sube por el lado correcto del tobogán!
  • ¡En el columpio no te pongas de pie!
  • Tienes que dejar que el más pequeño suba primero.
  • ¡No toques esto, que está sucio!
  • ¡No saltes desde el banco, es para sentarte!
  • ¡Baja de la valla, que te puedes hacer daño!

El parque se vuelve aburrido y una fuente de conflictos, porque hay poco espacio, pocas opciones y muchas normas. No permite la exploración libre ni la improvisación y los niños van allí todos los días a hacer prácticamente lo mismo. Las estructuras dictan lo que debe hacerse y los niños se encuentran rodeados de adultos que, sin darse cuenta, limitan su libertad de juego.

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Una alternativa puede ser organizar grupos por las tardes saliendo de la escuela para que, al menos, vayan solos hacia el parque, estamos seguras de que el solo hecho de retirar la vigilancia adulta hará que puedan vivir pequeñas aventuras.

Conclusión

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Defiende el derecho al riesgo de los niños, los parques son necesarios, pero no pueden ser el único espacio de juego. Necesitan más retos, más libertad y más riesgos y esto sólo puede venir de entornos que les permitan explorar y descubrir nuevas cosas. Es esencial y urgente que tengan la oportunidad de moverse por la ciudad y por los pueblos. Aburrirse en un parque rígido y supervisado es un síntoma de la falta de oportunidades para jugar de una manera realmente libre y autónoma y no está de más recordar lo que dijo Allen Hurtwood: “Es mejor un hueso roto, que un espíritu roto.”