¿Por qué los niños no deben tener pantallas en la cama?

BarcelonaBuena parte de los pediatras aconsejan que, durante los primeros meses, la criatura duerma con la madre o la persona que la cuida. Recogiendo se consiguen una serie de ventajas para la criatura. Pero casi nunca se tiene en cuenta que la madre o los padres tienen la costumbre de consumir pantallas de noche, en cama. Por tanto, si se hace cosechado, la criatura está rodeada de pantallas: los móviles, la tablet, el portátil o elsmart TV de los padres, mientras se duerme o cuando está en el pecho de la madre, o cuando ya está dormida.

Cuando los niños son mayores, los pediatras aconsejan que, por una buena higiene del sueño, hay que acostarse con una rutina diaria (que ayude a bajar biorritmos), a la cama propia, a oscuras y sol. Evidentemente, sin ninguna pantalla desde una hora antes (¡por lo menos!) de ir a la cama. Si al reto de acompañar a todos estos cambios debemos sumar la "desaparición" de las pantallas que habían sido cotidianas en el dormitorio de los padres, lo tenemos más difícil.

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Ayudar a una criatura a relajarse, darle el cariño y la seguridad que se requiere cuando debe dormirse puede no resultar fácil si la criatura no se ha movido libremente durante la jornada, si está excitada si no ha podido contar con los padres, pero también puede ser complejo para los adultos si están demasiado cansados ​​(tienen prisa) o no pueden priorizar las necesidades del niño a las suyas.

Así, tenemos muchos padres que hacen uso de las pantallas como "acompañantes" o "sustitutos" en las rutinas de acostarse: contando cuentos con soporte digital o dejando al niño solo con un dispositivo en funcionamiento.

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¿Por qué son totalmente desaconsejables las pantallas antes de acostarse?

  • Porque la luz azul que emiten hace que nuestro organismo no segregue la melatonina necesaria para entrar en somnolencia.
  • Porque la velocidad tan rápida con la que se presentan los contenidos (cambio de plano imagen cada 2 o 3 segundos) excita, en vez de tranquilizar.
  • Porque la pantalla anula o eclipsa la presencia del adulto (que puede estar acompañando al niño) y gobierna la atención de la criatura. De modo que poco se da cuenta de que está acompañado.
  • Porque el acompañamiento con presencia llena de un adulto, o por medio de objetos simbólicos, que dé cariño y seguridad es la condición para poder relajarse y conciliar el sueño.
  • Para que un día u otro, cuando el niño sea mayor, deberemos limitar totalmente la presencia de pantallas conectadas a internet en su dormitorio.
  • Porque hay formas mucho (¡pero mucho más!) enriquecedoras de acompañar a una criatura para que se duerma: por ejemplo, las canciones de cuna cantadas por el adulto (no provenientes de un dispositivo) o los cuentos con imágenes, los cuentos explicados de viva voz.
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En el libro Las no-cosas, el filósofo Byung-Chul Han nos hace fijar en que hasta ahora el objeto que los niños llevaban en la cama era blando y adaptable: un osito de peluche, una muñeca de trapo, una mantita... Y ahora es una mesita o pantalla, dura, rígida y que pide que seas tú quien se adapte y, en consecuencia, que se desvele!!! Todo un símbolo del ambiente en el que viven y se duermen nuestros niños.