¿Por qué evitar las pantallas a la hora de las comidas?
BarcelonaUna de las situaciones más tópicas que todos mencionamos cuando queremos ejemplificar que la infancia está demasiado empantallada es la de las mesas de los restaurantes donde los adultos comen y hablan sólo entre sí mientras las criaturas están inmóviles frente a pantallas. Comer en el restaurante puede ser esporádico, pero lo triste es que hay muchas criaturas que a partir de los 6 meses, cuando ya se sientan y pueden comer papillas o roer lo que sea, sistemáticamente tienen la tableta, el móvil o la tele como un "ayuda indispensable para el adulto" que facilita que el niño ingiera y acabe todos los alimentos que le han preparado.
Y, si van tan bien, ¿por qué prescindir de ellos? Si es la manera para que la criatura se coma todo lo preparado, no proteste ante ningún alimento nuevo y pasamos el mínimo tiempo posible... ¿qué inconveniente hay?
Hay que evitar las pantallas en las horas de las comidas porque impiden que pasen una serie de cosas que son vitales para el desarrollo sano de los niños:
-Comer es mucho más que ingerir alimentos! ¡Un desayuno, comida o cena es un acto familiar o social donde nos relacionamos con los productos que comemos y con las personas con las que lo compartimos! Para los niños, comer en familia es una ocasión de oír hablar, dialogar, ver cómo comen los adultos, y participar en las conversaciones cotidianas que facilitan el bienestar emocional tan necesario en el seno de la familia.
-Una criatura, cuando hace una comida, adquiere unos aprendizajes en cuanto a la motricidad fina fantásticos: ponerse los alimentos en la boca, beber, manejar la cuchara, el tenedor, etc. Le ayudan a desarrollar coordinación y habilidades motrices necesarias para otros muchos ámbitos.
-Cada nuevo alimento introducido en el niño es una oportunidad de descubrir gustos y productos nuevos y diferentes. Puede experimentar (no sólo a escala manipulativa) gustativamente o por la temperatura que tienen, e ir identificando cuáles le gustan más o menos, lo que aporta rasgos a su identidad: "A mí me gusta la uva, pero no la mandarina", "Ya sé beber solo del vaso".
-Comida tiene por objetivo dejarnos alimentados y satisfechos. Por eso es necesario estar atentos a percibir la sensación de saciedad. Una sensación "sutil" de que los niños deben ir aprendiendo a descubrir y que, en ocasiones, no coincide con las previsiones maternas de lo que la criatura debe comer. Pero está demostrado que comer con pantallas inhibe la percepción de saciedad y que todos acabamos comiendo peor y podemos llegar a desarrollar obesidad o TCA.
Perdemos oportunidades vitales
Debemos reconocer que querer ir deprisa, ahorrarse protestas y reducir al niño al automatismo de abrir la boca cuando una cuchara le presiona el labio no es hacer una educación respetuosa.
Poner a un niño ante una pantalla cuando come es pescarlo, es no tratarlo como persona que crece y debe aprenderlo todo. Con las pantallas perdemos unas ocasiones cotidianas para relacionarnos con ellas, a través de un acto vital compartido y de gran significado relacional como es una comida.