Actividades en familia

Más allá de la playa: la poza del municipio que no supera la cuarentena de habitantes

Os proponemos seis pozas, saltos de agua o balsas naturales poco conocidas donde refrescarse con los niños

TARRAGONASi pensamos dónde bañarnos en verano, seguramente lo primero que nos viene a la cabeza es ir a la playa. Sin embargo, en nuestro país tenemos pozas, ríos y balsas naturales de agua dulce en entornos salvajes y poco conocidos donde también es posible refrescarse. Hay que hacerlo desde el respeto a la naturaleza y siguiendo en todo momento las indicaciones que permiten que la experiencia sea placentera y no altere el ecosistema del que forman parte.

1.
El Charco del Cristal

Arnes, Terra Alta

Los paisajes agrestes de la Terra Alta esconden pequeños tesoros que hacen que cada visita a la comarca sea sorprendente. Junto con el Canaletes, el río Algars es responsable de la formación de varios saltos de agua que se esparcen por diferentes puntos de este territorio. Es el caso del Charco del Cristal, en Arnes, una piscina natural que se encuentra al paso de Algars por el valle con el que comparte el nombre y que ejerce de frontera natural entre la Terra Alta, en Cataluña, y el Matarraña, en Aragón.

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Situado en pleno Parque Natural de Els Ports, a siete kilómetros del municipio, el Charco del Cristal es una piscina natural de agua fresca y cristalina que invita a zambullirse cuando las temperaturas suben. Es un destino ideal para las familias, dada su poca profundidad y por la existencia de charcos similares cerca, perfectos para organizar excursiones. En este caso, el Charco del Vidrio tiene un pequeño salto de agua que se desliza por un tobogán natural esculpido en las rocas fruto de la erosión que la misma agua ha provocado con el paso del tiempo. El espacio dispone también de una playa de piedras donde tomar el sol. Cabe recordar que, al tratarse de un espacio natural protegido, el Ayuntamiento de Arnes vela por evitar su masificación, especialmente durante el verano. Por eso regula el acceso de vehículos e informa de la necesidad de cuidar este lugar tan fascinante.

2.
El Gorg de Nafre

Copons, Anoia

La riera Gran atraviesa el municipio de Copons, en la Anoia, de norte a sur, por el lado de poniente del término. A lo largo de su trazado se localizan diferentes pozas, como la del Mig, que tiene una cascada de unos veinte metros, pero acceder a ella es complicado debido a la abundante vegetación que la oculta. Por eso, la mejor opción para refrescarse en familia en una de estas pozas es hacerlo al de Nafre, donde la riera debe salvar un fuerte desnivel. A este pequeño paraíso se llega por el camino de la Font de la Vila. Se trata de una balsa excavada de forma natural en la roca y situada a sólo unos pocos metros a levante del sendero que conduce. Por tanto, es fácil llegar allí dando un paseo con los más pequeños de casa.

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Aunque la cantidad de agua que contiene la poza depende en buena parte de las lluvias, el espacio es amplio –tiene alrededor de los veinte metros de diámetro– y vale la pena acercarse sólo para contemplar como el agua cae, según la época del año, en hasta tres cascadas distintas desde una altura de casi cuatro metros. El salto de agua está rodeado de musgo, que ayuda a atenuar las altas temperaturas veraniegas. Además, la abundante vegetación de ribera proporciona una buena zona de sombra para disfrutar sin prisas de este tranquilo entorno. Para recuperar energía, a pocos metros del Gorg de Nafre se encuentra el área de ocio de la Font de la Vila.

3.
Las pozas de la Febrón

La Febró, Baix Camp

No supera la cuarentena de habitantes, pero el pequeño pueblo de la Febró, en el Baix Camp, destaca por su impresionante entorno natural, favorecido por encontrarse en medio de las montañas de Prades, que está previsto que pronto se reconozcan como parque natural. Así pues, el término municipal de la Febró, enmarcado en este paraje, además de disfrutar de vegetación diversa y abundante, aloja multitud de simas y pozas que vale la pena descubrir.

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Organizar una excursión para bañarse en estas balsas naturales puede ser la mejor excusa para pasar un día en contacto con la naturaleza. Las pozas de la Febró son un conjunto de saltos de agua y piscinas naturales esculpidas por la naturaleza que forma un afluente del río Siurana a su paso por el municipio. Su belleza y las aguas transparentes invitan al baño. El espacio es tranquilo, pero suele estar frecuentado en los meses de verano. Llegar a la mayoría de las pozas implica una caminata, pero la posibilidad de bañarse hace el trayecto más placentero para aventureros de todas las edades. La balsa principal y más grande es la llamada Gorg de la Febró, que tiene un impresionante salto de agua. A pocos metros unos de otros y siguiendo un sendero bien señalizado, está el Gorguet, más pequeño y de aguas transparentes, y la Gorguina, un oasis de paz y tranquilidad para los más atrevidos.

4.
Las gargantas de Albanyà

Albanyà, Alt Empordà

Vamos hacia el Alt Empordà y nos olvidamos de las playas. En su interior, podemos encontrar pueblos tan encantadores como el pequeño municipio de Albanyà. A lo largo del recorrido que el río Muga realiza en su término, esculpe con la fuerza del agua unas rocas calizas que acaba transformando en piscinas naturales. De agua fresca y transparente, aunque en algunos puntos toman el color rojizo de las rocas, estas gargantas invitan a chapotear mientras disfrutamos de estas espectaculares formaciones y los más osados ​​se lanzan al agua desde lo alto de las rocas o se deslizan como si se tratara de un tobogán. Si desea ampliar la experiencia, hay empresas que ofrecen la posibilidad de hacer trekking acuático adaptado a todos los públicos, también para familias con niños.

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Las gargantas de Albanyà, a las que se accede desde la zona norte de la población, siempre han sido una zona de baño local y tranquila, así que hay que tomar conciencia de que la masificación de este espacio puede perjudicar su ecosistema. Por eso, entre otras medidas, también para evitar incendios forestales –el entorno natural de las gargantas está formado por frondosas castañares, encinares y prados–, la zona de aparcamiento se encuentra unos metros antes de llegar a las balsas y acceso se puede ver regulado en determinadas épocas del año. La aventura familiar puede completarse con una visita al Observatorio Astronómico de Albanyà.

5.
La Horadada

Cantonigroso, Osona

Un lugar mágico que, nada más llegar, deja sin aliento por su espectacularidad y que, seguramente, es uno de los más conocidos y queridos de la Cataluña Central: la Foradada, en Cantonigròs. Es una inmensa garganta que hace la riera de la Rotllada y que se encuentra a unos cuatro kilómetros de la población ya unos diez del municipio de L'Esquirol, del que forma parte, en la comarca de Osona. Hacer una excursión hasta la Foradada es tener una recompensa garantizada. Las rocas abrazan este rincón donde la luz del sol se cuela por una inmensa roca que, por sus características, da nombre al lugar.

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Esta inmensa piscina que juega con los rayos del sol y con las sombras se alimenta de un espectacular salto de agua que resbala por dos desniveles desde más de quince metros de altura. La visita es perfecta para hacer con los niños, sobre todo porque este rincón escondido y lleno de vegetación ha originado muchas leyendas y cuentos protagonizados por hadas que, según explican estas narraciones, habitan sus aguas desde hace muchos años. El camino para llegar es sencillo y puede recorrerse durante todo el año; sólo hay que tener en cuenta que hay zonas donde existe el peligro de resbalar. Sin embargo, con las altas temperaturas veraniegas, son muchos los visitantes que quieren descubrir este paraíso encantado, por eso desde hace unos años el acceso está regulado.

6.
Las balsas del Codó

Coll de Nargó, Alt Urgell

Las balsas del Codó están situadas a pocos kilómetros de Coll de Nargó, en el Alt Urgell, y son un espacio muy conocido en verano para bañarse. El agua del río Valldarques se cuela entre elevaciones de roca calcárea y les otorga una morfología redondeada muy característica, ya que, como si fueran toboganes, permiten pasar de una balsa a otra. El baño es muy refrescante, en este caso especialmente. Y es que la temperatura del agua en la zona, también en verano, es bastante baja. Todo un reto para activar el cuerpo y para los menos frioleros.

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A estas piscinas naturales, de agua limpia y transparente, se llega mediante un paseo asequible para el público familiar. Están rodeadas de abundante vegetación que garantiza un espacio de paz y tranquilidad, donde predomina el sonido de las cataratas, que impregna el ambiente. Durante los meses de julio y agosto la zona suele estar bastante concurrida, así que la mejor opción para conocer las balsas del Codó y bañarse es ir temprano, ya que, debido a la afluencia de visitantes, el acceso a este punto natural tan especial está controlado y restringido, y no está permitida la acampada. El descubrimiento de estas pozas espectaculares se puede complementar con una visita con los más pequeños a la Dinosfera ya los espacios donde hace setenta millones de años habitaban dinosaurios en el Pirineo catalán.