BarcelonaDos de cada tres docentes aseguran haber recibido alguna agresión verbal o física por parte de alumnos y uno de cada tres violencia verbal por parte de las familias. El dato es el resultado de una encuesta hecha pública este abril por el sindicato USTEC-STEs a poco más de 10.000 docentes. El Criatures ha hablado con dos maestros y dos profesores que han sido víctimas de estas agresiones y que aseguran, como los sindicatos, que en los últimos años han ido a más. Los nombres de los cuatro testigos son falsos por miedo a posibles represalias.
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"Le cogí el examen porque estaba copiando, cogió una mesa y me la tiró"
Hace casi 20 años que Joana trabaja de profesora. A finales de un curso de tercero de ESO, los alumnos tenían un examen y, como siempre hace en esta situación, les recordó que ellos tenían el derecho a copiar, pero que si les pillaba les pondría un cero, que haría media con el resto de notas. En medio de la prueba vio cómo un alumno copiaba y le pidió el examen. Le dio un no por respuesta. Tras pedirselo hasta tres veces más, siguió negándose. Finalmente Joana optó por cogerle la prueba y, mientras volvía a la pizarra, el estudiante levantó su mesa y se la tiró, con la suerte que impactó justo a su lado. "Me quedé fría, sin saber reaccionar, y él empezó a gritarme «loca» y «puta». No necesité alertar a ningún compañero, porque él mismo se marchó del aula", explica.
Joana asegura que tuvo mucha suerte porque enseguida contó con el apoyo de la dirección del centro, que expulsó al alumno hasta finales de curso. "Como el curso siguiente fui a otro instituto no he tenido que verlo nunca más", explica. Sin embargo, tiene muy presente la angustia que vivió durante una semana, hasta que conoció la decisión de la dirección. "Si la mesa me hubiera impactado, lo habría denunciado sin lugar a dudas", deja claro. Cuando le preguntamos qué habría hecho si el alumno hubiera vuelto, lo tiene claro: "Coger la baja. Estaba muy angustiada y sólo pensaba que si volvía podría agredirme de nuevo. Soy consciente de que el chico estaba enfadado con el mundo, pero ¿qué culpa tenía yo?", se pregunta.
Joana denuncia que el departamento de Educación no tiene un protocolo específico cuando un alumno agrede a un profesor. "Hay uno para acoso laboral, para cuando un profesor agrede a un alumno, pero ninguno cuando pasa al revés". Lo que se aconseja en este último caso –añade– es que se vaya a dirección y se redacte un parte de accidente laboral por si se va al médico o se necesita ayuda psicológica. Y añade que el perfil de alumno agresor es diverso: "Me he encontrado en muchos casos que son hijos de familias cuya posición económica y social es alta y que abusan de esta situación privilegiada".
Joana está convencida de que este aumento de agresiones en el aula es fruto de la pérdida de prestigio de la figura de los docentes en los últimos años. "Existe una sobreprotección exagerada por parte de las familias, hasta el punto de que exigen una serie de atenciones por parte de los centros que ni ellas mismas tienen en casa. Además, hay una falta de autoridad y respeto tanto por las familias como por el departamento", concluye.
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"Tienes suerte de que eres una mujer, porque si no te pegaría"
Las agresiones verbales que ha sufrido Maria, que lleva casi 40 años trabajando de maestra de primaria, no han venido de los alumnos, sino de las familias. Explica que un día recordó a un padre que debía realizar el pago de una excursión porque si no su hijo no podría ir. Éste se puso a dos centímetros de su cara y le dijo: " Mi hijo irá a la excursión a toda costa. Tienes suerte de que eres una mujer, porque si no te pegaría". Primero María se quedó paralizada, pero enseguida decidió ir a los Mossos d'Esquadra a denunciarle mientras él seguía gritando a los maestros que habían presenciado la escena, a uno de los cuales golpeó.
En la comisaría los mismos agentes la disuadieron de presentar la denuncia. "Me decían "Ya hablaremos con él"". De hecho, Maria reclama que las denuncias dejen de ser nominativas. "Tiene que ser el departamento quien se haga cargo de estas denuncias y no nosotros, con las consecuencias que esto conlleva", dice. Finalmente no la presentó, pero sí se realizó una mediación entre la escuela, la familia y los Mossos. "No sirvió de nada porque las agresiones verbales se volvieron a repetir con frases como «Te estiraré por el pelo y te arrastraré por todo el patio de la escuela» o «Si no encuentra la chaqueta de mi hijo sabrá lo que es bueno». Al principio toda la situación le generó "mucha rabia", que posteriormente se transformó en miedo. "Tiene que haber consecuencias para familias como estas, porque al final tienes miedo a ir a trabajar".
Otras situaciones menos extremas pero muy habituales que viven tanto Maria como sus compañeros son las amenazas de algunas familias de denunciarlos a dirección o directamente a Inspección porque su hijo o hija ha perdido la chaqueta del chándal o el bocadillo . "Según estos padres o madres es nuestra responsabilidad saber cuál es la chaqueta de su hijo cuando no le han puesto el nombre". Para sentirse más seguros, en la escuela siempre que ven que un compañero de trabajo habla con una familia, los maestros que están más cerca controlan que la conversación transcurra con normalidad.
Estas familias –deja claro el testimonio– son minoría, pero aún así este tipo de comportamiento ya está calando en sus hijos: "Ningún alumno me ha insultado nunca, pero sí he oído varias vecesfrases como «Diré a mi padre que me has hecho esto»". "La sociedad cada vez es más diversa y todo el mundo cree que puede y sabe enseñar", reflexiona la maestra. Son constantes las preguntas que les hacen sobre por qué los alumnos se sientan en una silla, cuánto tiempo ponen la pantalla digital en el aula o por qué les ponen deberes o no. "Las familias deberían fiarse del criterio de los docentes, que somos los profesionales", lamenta.
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"Un alumno me cogió y me dio un puñetazo"
"Intentaba poner orden en clase cuando un alumno de 16 años me cogió y me dio un puñetazo". Jordi, que lleva 35 años en el mundo de la docencia, recuerda perfectamente aquella clase de formación profesional. "Todo el mundo se quedó parado y yo, que me puse a gritar, enseguida informé de la agresión a dirección", explica. A diferencia del caso de Joana, el centro decidió no actuar porque "eso crea mala publicidad". "No me dieron ninguna explicación", añade.
Jordi tiene claro que aquel alumno, que estaba en una edad complicada, ese día buscaba a una víctima. "La verdad es que sentí lástima por él", dice. El menor no le pidió disculpas en ningún momento, y tampoco habló con su familia. "El joven era consciente de que no lo había hecho bien, porque nunca más sucedió nada en el aula".
Pero esta no es la única agresión física que ha sufrido este profesor en clase. Aún no sabe cómo un alumno, en este caso de ESO, sacó una chapa de la ventana cuando él estaba escribiendo en la pizarra y al darse la vuelta, y sin previo aviso, se la echó por encima. De nuevo informó de la agresión a dirección, que en este caso sí optó por expulsar al estudiante del instituto durante una semana. A pesar de estas agresiones, Jordi, a quien el hecho de tener una constitución fuerte le da seguridad, nunca se ha planteado denunciarlo o irse del centro.
Mucho más habitual, relata este profesor, es encontrarse la matrícula del coche arrancada, vehículos rayados o insultos verbales. "Tienes que intentar mantener el autoridad en el aula porque el resto lo ven, pero realmente es muy complicado", reconoce. "Si el profesor no recupera el prestigio, tanto en lo que se refiere a las familias como al departamento, estamos perdidos", lamenta, y culpabiliza directamente Educación de 'esta situación: "No defiende al profesorado"
Aparte del apoyo del departamento, Jordi cree que es básico eliminar el decreto de plantillas. "He visto un claustro llorar, con miedo, por el trato vejatorio de la dirección, pero el profesorado se calla porque sabe que le pueden echar al día siguiente. Es un abuso de autoridad".
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"Tenemos miedo"
"Tenemos miedo", reconoce abiertamente Joan. Hace más de dos décadas que es maestro de infantil y en los últimos años ha visto cómo los conflictos en el centro donde trabaja se han disparado en todas las etapas educativas. Como María, teniendo en cuenta que los alumnos son muy pequeños, las agresiones también vienen por parte de las familias. "Cuando están en desacuerdo con algún aspecto de la escuela se ven en potestad de agredirnos verbalmente", dice. Los motivos son tan absurdos como que un niño no haya llevado la bata, tal y como marca la normativa de la escuela, y se ensucie. "Nos increpan porque no les hemos puesto otra bata", explica. O que al inicio de curso hayan firmado una autorización para que no salgan a las fotos y después cuando cuelgan una foto de clase se quejan de que sus hijos no están. El caso que más le angustió, sin embargo, fue cuando un grupo de familias, aprovechando que estaba de baja por una enfermedad grave, denunciaron a Inspección (sin comentar nada con dirección) su labor como maestro porque consideraban que se debía expulsar un alumno que estaba en su clase. "Decían que la criatura pegaba a los compañeros, algo que era totalmente falso". Fue Juan quien tuvo que justificar a Inspección que su trabajo estaba bien hecho. "En ningún momento cuestionaron que las familias estuvieran faltando a la verdad", relata.
Tuvo la suerte, sigue, de que el equipo directivo le apoyó y que había guardado todos los correos electrónicos que habían ido enviando estas familias con acusaciones falsas y agresiones verbales, los cuales respondió uno por uno. Desde entonces, asegura el maestro, las amenazas de "si no haces el trabajo como queremos iremos a Inspección" son constantes. "Saben que no estamos acompañados de Educació, que ante agresiones graves el protocolo del departamento no garantiza nuestra seguridad", lamenta.
De hecho, como medida de protección, la escuela tiene un documento compartido desde hace pocos años en el que se recogen todas las violencias físicas y verbales que sufren los docentes. "Es muy triste que tengamos que protegernos entre nosotros. Si el protocolo funcionara, no haría falta", lamenta. Joan reconoce que durante dos cursos se planteó seriamente si seguía o se marchaba, pero el apoyo de la mayoría de familias y el claustro ha hecho que de momento opte por seguir adelante.
Los sindicatos reclaman un protocolo que les proteja
Ante el incremento de agresiones, los sindicatos CGT, USTEC-STEs y la Intersindical reclaman al departamento de Educació un apoyo más firme hacia los docentes y una revisión de los protocolos. "Exigimos un cambio significativo en la gestión de la seguridad en los centros, con protocolos que realmente protejan a las víctimas y eviten que tengan que denunciar los incidentes de forma individual, lo que las expone en represalias", dejan claro. Los sindicatos, tal y como han hecho los cuatro testigos de este reportaje, también reclaman trabajar para que la profesión de docente recupere el prestigio que ha perdido y que se dote a los centros de los recursos necesarios para poder hacer frente a la diversidad. "La falta de respuesta por parte de la administración sólo hace que agravar esta situación", lamentan los sindicatos. Por el momento ni sindicatos ni Educació se han puesto en contacto para abordar esta situación.
Desde el departamento de Educació se limitan a decir que cuando se produce una agresión a un docente, sea por parte de un alumno o de un adulto, "los servicios territoriales son conocedores". El departamento mantiene que Inspección es quien se encarga de asesorar al centro y al docente en la apertura de los expedientes. "Si es necesario, en casos de agresiones de alumnos a docentes, se rige por el procedimiento de faltas graves, donde se establece el circuito con las actuaciones que se llevan a cabo", apuntan portavoces del departamento. Además, los propios portavoces añaden que Prevención de Riesgos Laborales también atiende a los casos desde el punto de vista de la seguridad al puesto de trabajo.
El Criaturas ha preguntado en varias ocasiones al departamento en qué consiste este circuito de actuaciones y cuántas denuncias se han recibido de agresiones a docentes en los últimos dos cursos, pero no ha obtenido ninguna respuesta.
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"Tienes suerte de que eres una mujer porque si no te pegaría"