Estos son los motivos que hacen que tu hijo se queje por todo
A partir de los seis años se incrementa este comportamiento
BarcelonaPorque se ha de duchar después de estar todo el día jugando con lo que ha querido, porque para merendar hay un bocadillo de queso en lugar de jamón como él quería, porque no se puede quedar un sábado por la tarde a ver la serie que le gusta después de monopolizar la televisión durante una hora, porque no quiere irse de un sitio cuando los padres llevan tres horas mirando cómo juega... Hay niños que a partir de cierta edad se quejan por todo, algo que supone un desgaste importante para los padres. ¿Por qué lo hacen? ¿Se puede corregir?
¿A qué edad comienzan a incrementarse las quejas?
A partir de los 6, 7 y 8 años (las niñas pueden hacerlo antes), los niños incrementan las quejas porque su capacidad de razonar es "más concreta" y comienzan a cuestionarse que los padres tengan la razón absoluta, tal como suelen pensar cuando son más pequeños. "Se empiezan a plantear que lo que dice el padre o la madre no es lo que deben hacer y, además, tienen argumentos para rebatir lo que ellos piensan", explica la psicóloga infantil y juvenil y psicopedagoga, Patricia Gómez.
¿Por qué lo hacen?
Aparte de los cambios en su capacidad de razonar, hay una suma de otros factores que hacen que la queja se instaure en su comportamiento. "Suele pasar en niños que tienen demasiadas cosas y no son capaces de disfrutar, que se aburren poco y que normalmente tienen pocos hábitos y normas", apunta la experta. Ponen en marcha la televisión, ejemplifica, miran unos dibujos y al cabo de cinco minutos están cambiando de canal porque ya quieren ver otros. "Valoran muy poco el presente porque ya están pensando en qué van a tener después", añade.
¿Cómo revertirlo?
Para que empiecen a valorar todo lo que tienen, la clave principal, asegura la experta, es no "darles todo porque sí, sino a partir de unas normas". "Por ejemplo, cuando se esfuercen en algo, pueden tener una consecuencia positiva como elegir una actividad, sólo una, de las muchas que la familia puede realizar el fin de semana". En este proceso es importante que vea que no sólo se premia su esfuerzo, sino también el de los padres o hermanos, si los hubiere. "Si la madre se ha esforzado en el trabajo durante toda la semana, también la familia disfrutará del plan que ella quiera hacer el fin de semana" concreta.
Otra de las claves que también ayuda a modificar esta conducta es que tenga ratos para aburrirse. "Se le pueden dar ideas, como que mire algún libro o juegue con un juguete que tenía olvidado, y al principio puede costar y el niño puede mostrar reticencia, pero la idea es que vea que las cosas del día a día lo pueden hacer feliz y como padres no debemos sentirnos mal porque no hemos ido aquí o allá", explica.
¿Se deben utilizar consecuencias negativas?
Para la psicóloga infantil y juvenil, las consecuencias negativas serían las últimas a las que deberían recurrirse y, de hacerse, siempre sería de una forma bien argumentada y dando alternativas. "Por ejemplo, si el niño ha escogido un plan para el fin de semana y, mientras la familia lo hace, se queja, se le puede decir que el próximo plan no será elegido por él, sino por los padres", apunta.
¿Qué puede ocurrir si no se actúa?
Si no se hace nada, la psicopedagoga asegura que en la adolescencia la situación se descontrolará aún más. "El sistema de recompensa durante la adolescencia es todavía mucho más inmediato y si no ponemos límites, ahora irá a peor", alerta.