Albert Pla, 35 años de delirio y ternura
El músico catalán celebra más de tres décadas sobre los escenarios con un concierto especial en el Festival Strenes de Girona
GeronaAlbert Pla es un artista inconmensurable. De aquellos que escapan a cualquier definición, estilo o corriente convencional que los encasille. Sobre el escenario no hay otro como él. Empezó a cantar en un bar de Jaén en 1989, y desde entonces lleva más de tres décadas recorriendo Cataluña, España y Latinoamérica con sus conciertos, espectáculos y performances inclasificables, siempre provocativo pero a la vez entrañable y magnético, haciendo equilibrios entre la broma irreverente y las verdades palmarias como puños. Ahora el cantante celebra 35 años de carrera en el Festival Strenes de Girona (tenía que actuar en el 2020, para conmemorar los 30, pero se anuló por la pandemia) con un doble concierto extraordinario en las escaleras de la catedral.
Bajo la apariencia de un artista naíf y mirón, con voz de cancioncilla infantil y cuatro acordes de guitarra tocados a desgana, Pla despliega un universo creativo potentísimo y muy inteligente, relleno de ironía, delirio y ternura a partes iguales. En Girona, trazando un viaje cronológico narrado en primera persona, puso en marcha cantando los primeros temas de juventud acurrucado en la butaca, como Esqueleto o la famosísima Papa, yo quiero ser torero. Entonces dio paso a los dos grandes músicos que le han acompañado todos estos años: el guitarrista Diego Cortés, genio del flamenco y la rumba, con quien entonó la canción de amor envenenado en la monarquía de Carta al rey Melchor,y Judit Farrés, teclista y DJ, que inauguró uno de los momentos más memorables de la noche: Colilla, el roadtrip psicodélico y larguísimo de un cigarrillo que hace explotar uno por uno a todos los estados de EEUU, en una especie de réquiem festivo y catártico de cada uno de los símbolos del Sueño Americano.
Entonces, mirando a la pantalla, Pla repasó carteles y vídeos de cada uno de los espectáculos y discos de estos 35 años –"Este es lo mejor que he hecho", decía riendo de cada uno de ellos–. Hasta la traca final, ya con dos bailarinas en escena: empezando por la divertida canción Experiencia religiosa,de la serie La Mesías, de los Javis; el homenaje hacha a Lou Reed d'El lado más salvaje de la vida; Soy rebelde, y Insolación,para acabar con la rábano pase de vueltas de Juerga catalana. Finalmente, tras los aplausos, Pla devolvió el escenario, solo, para cantar el precioso elogio onírico de Somiatruchas, casi susurrada, antes de terminar, entre el público, con las notas de Pipí.
Albert Pla ha complementado este concierto especial de aniversario con una instalación en las cloacas de la calle de la Força, que lleva hasta la catedral, donde cada noche de esta semana suenan al oído, desde las rejas de los desagües de tierra, algunas de sus canciones más míticas. "Las cloacas son más limpias y más honradas que este mundo", sentenciaba el artista.